ESTILO 14

Jonathan Anderson abandona Loewe, ¿el fin de una era?

Tras once años al mando nos dice adiós, ¿qué significa su marcha para la firma española y el resto de la industria? Es el final de una era, sí, pero también el preludio de un futuro incierto y excitante

Jonathan Anderson. Cortesía: Loewe

En el mundo de la moda pocas cosas son tan definitivas como la marcha de un visionario. Y ahora, en pleno 2025, el adiós de Jonathan Anderson a Loewe se siente como el cierre de un capítulo que marcó la última década del lujo contemporáneo.

Cuando el diseñador norirlandés aterrizó en Loewe en 2013, la firma buscaba algo más que una actualización estética: necesitaba una revolución. Anderson lo entendió y, como un alquimista del estilo, transformó la marca en un laboratorio de experimentación artística. Su Loewe era un híbrido entre la tradición de la marroquinería española y un imaginario moderno que bebía del surrealismo, la cultura pop y la vanguardia digital.

El resultado: piezas icónicas como el bolso Puzzle, que retorció la geometría del lujo hasta convertirla en objeto de deseo, o su celebración de la artesanía a través del Loewe Foundation Craft Prize, una iniciativa que apostaba por la belleza de lo hecho a mano en un mundo cada vez más automatizado.

Pero la moda es cíclica, y toda revolución necesita nuevos líderes. El anuncio de la salida de Anderson de Loewe ha caído como un meteorito en la industria, especialmente en un momento de cambios sísmicos: Demna deja Balenciaga para tomar el timón de Gucci, Donatella Versace se despide de su propia casa y los rumores sobre la sucesión en Dior suenan con más fuerza que nunca. ¿Podría ser este el destino de Anderson? Nadie lo sabe con certeza, pero si algo nos ha enseñado su trayectoria, es que siempre tiene un as bajo la manga.

El futuro de Loewe, mientras tanto, queda en el aire. ¿Quién tomará su relevo? ¿Mantendrá la firma esa energía experimental o volverá a las raíces más clásicas del lujo? Mientras se resuelven esas incógnitas, lo único seguro es que la huella de Anderson es imborrable. Como una obra de arte, su legado en Loewe no es efímero; es parte de la historia de la moda.

Y así, con un último desfile y un aplauso cerrado, se cierra una era. Pero si algo nos ha enseñado la moda es que, justo cuando pensamos que todo ha terminado, es cuando empieza algo aún más emocionante.

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