Días después de que Dani Alves fuese absuelto del delito de agresión sexual por el que había sido condenado a prisión, su mujer Joana Sanz ha decidido compartir públicamente una de las noticias más importantes y esperadas de su vida: está embarazada. A través de un emotivo texto publicado en su cuenta de Instagram, la modelo canaria ha relatado el difícil y prolongado camino que ha recorrido para poder llegar a este momento.
“No quería compartir nada hasta que fuera más que evidente”, comienza su mensaje, explicando que decidió hacerlo ahora por todas las mujeres que están atravesando procesos similares. Durante años, confiesa, vivió bajo la presión social constante de la pregunta “¿para cuándo el bebé?”, una frase que, lejos de ser inofensiva, se convirtió en una herida abierta. “Nunca tuve instinto maternal”, admite, y recuerda cómo ver a su entorno llenarse de nacimientos la hacía sentirse aún más aislada.
Fue a los 27 años cuando, tras muchas dudas y miedos, se planteó por primera vez la maternidad. En su mensaje, revela que se sometió a dos tratamientos de fecundación in vitro, sufrió tres pérdidas gestacionales y tuvo que pasar por una operación de trompas. A todo eso se sumó un diagnóstico de endometriosis. “Me hice pruebas de todo tipo durante años, con unos embriones divinos, y sin encontrar el por qué a nada”, relata con crudeza.
Durante este proceso, asegura, vivió con una frustración constante y con una mezcla de dolor y rabia al ver cómo muchas mujeres parecían quedarse embarazadas con facilidad. “Estoy acostumbrada a que con esfuerzo y trabajo consigo lo que me propongo… pero esto no va así, querida”, escribe, dejando al descubierto la impotencia que sintió durante años.
La pérdida de su madre hace dos años marcó otro momento clave. “No tengo padres ni hermanos. La sensación de orfandad y vacío me ha acompañado… hasta el día en que escuché el corazón de mi bebé por primera vez”. Ese sonido cambió todo. El embarazo llegó gracias a su último embrión congelado, su última oportunidad. “Y aquí está, sana y creciendo. Sé que fue mi madre quien me la envió, para que nunca más me sienta sola, para darme ganas de vivir”.
Joana Sanz no oculta que aún vive con miedo. Se despierta algunas noches temiendo lo peor, cierra los ojos en cada ecografía esperando a escuchar el “todo está bien”. Pero también reconoce que esta experiencia le ha transformado. “Este bebé es mi arcoíris después de tanta tormenta”, afirma con emoción.