ESTILO 14

Jessica Bueno, una mujer en busca de amor propio

La modelo ha compartido su última ruptura amorosa y se ha prometido buscar su felicidad en ella misma. ¿Por qué tardamos tanto en aprender a amarnos y en validar nuestros propios sueños, ilusiones y valores?

Jessica Bueno. Cortesía Instagram

A la ruptura de Jessica Bueno y Luitingo, anunciada con un mismo comunicado en sus respectivas cuentas de Instagram, le ha seguido un mensaje, en solitario, de la modelo: “Tengo que buscar mi felicidad en mí”. Su imagen, abatida y con lágrimas, recuerda a otra, hace solo unos meses, relatando en televisión el martirio que le había hecho vivir su ex marido, el futbolista Jota Peleteiro, en las últimas etapas del matrimonio.

En su vía crucis sentimental podrían acompañar a la modelo, madre de tres hijos, otras muchas mujeres, famosas y anónimas, que, igual que ella, se prometen a sí mismas centrarse en su cuidado, pero, antes de empezar a hacerlo, sienten de nuevo la llamada de Eros. Y vuelven a creer en el amor poderoso e incondicional, sin reparar en el compromiso consigo mismas ni en quién es o en el desajuste que pueda traer. Es un patrón que se repite una y otra vez.

Jessica Bueno y Luitingo. Cortesía Instagram

Quienes están cerca de la pareja dicen que la relación de Jessica y Luitingo podría ser una de esas relaciones boomerang, de idas y venidas, para siempre volver al punto de partida. Es una dinámica adictiva y extremadamente tóxica, sobre todo porque no permite decirse a una misma: “Este es, de verdad, mi momento”. Tomando como referente a la modelo sevillana, que ha sido la última en abrir su corazón al público, a menudo normalizamos la idea de coger los bártulos para seguir a las parejas sentimentales y adaptarse a sus rutinas, a sus trabajos o a sus deseos. ¿Cuánto tiempo se concede Jessica para desarrollar su propio potencial y tomar el control de su vida, ser feliz en su propia piel y elevarse por encima de las circunstancias?

El psicólogo Walter Riso lo describe en su libro De tanto amarte, me olvidé de mí. Es algo que ha constatado a lo largo de los años como terapeuta: “Nos acostumbramos a dar excesivamente y a recibir muy poco o nada de la persona que amamos, y lo normalizamos, como si fuera natural. Nos resignamos bajo la creencia de que el verdadero amor no espera nada a cambio, como si la ecuación amorosa solo tuviera un miembro”.

En una conversación con él, me decía que el amor auténtico llega “cuando ocurre el milagro de la doble preferencia. Yo te prefiero, tú me prefieres. Eres lo mejor, pero, querido o querida, no eres lo único. El buen amor, el saludable, sin posesión y sin ataduras enfermizas, es espectacular. Dos egos que se quieren con ternura. El enfermizo es insoportable y nos puede destruir”. Y señalaba como uno de los grandes errores echarse a amar por miedo a la soledad, olvidándose de uno mismo. “Ama cuando estés listo, no cuando estés solo. Deberíamos llevar grabado a fuego que no podemos amar si no nos amamos, al menos amar bien y equilibradamente”.

Jessica Bueno

Amar no es cargar con una cruz, no es una cuestión de perseverancia, un aceptar lo inaceptable, un torbellino con momentos dulces. Todo esto lo ha expresado Jessica Bueno en sus entrevistas y en sus publicaciones en estos últimos meses, pero repetimos que es un patrón que se repite en la sociedad. No es que el amor sano no esté exento de problemas y diferencias, pero hay que armarlo, como dice la psicóloga Paula Vicent, autora de Amar (nos), desde la tranquilidad y la armonía con nosotros mismos, el cuidado y la aceptación, “en un espacio sin apegos dañinos o idealizaciones imposibles”.

Cuando ocurre la ruptura, esta profesional aconseja echar un cable al tiempo, “permitiéndonos sentir y aceptando el ritmo natural que tiene cada uno con su propio proceso”. Es importante ser capaz de abrazar la soledad, incluso valorar su parte positiva. No vale de nada preguntarse por qué a mí. “Hay que aprender a perder, pero no dudar de nuestro valor, y comprender que hay cosas que se escapan de nuestro control. Adquirir progresivamente un interés por la vida, planteándonos distintos objetivos para recuperar esa pasión, ganas y entusiasmo que antes de la ruptura nos caracterizaban”. Un duelo no es el fin de una vida, sino un capítulo más de nuestra historia vital. Tampoco el amor lo es todo. Walter Riso va más allá: “Ni siquiera el buen amor. Quizá tu pareja sea lo mejor de tu vida, pero no lo es todo“.

Su consejo es escuchar esa voz interior o esa mirada en el espejo que nos haga pensar: ¿Qué diablos hago? Es entonces cuando el miedo se aplaca y sales al mundo a ser lo que eres descaradamente e impones que sobre ti decides solo tú. “Te encontrarás en ese lugar donde el amor propio no puede separarse del amor al otro. Y si lo hace, no es amor”, concluye.

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