Este lunes, en el Baile Inaugural, la hija del ya nuevo presidente de Estados Unidos deslumbró con su estilismo -ya lo había hecho unas horas antes durante la investidura de Donald Trump– y nos hizo preguntarnos si el guion de su vida está siendo escrito por los estilistas de las divas más icónicas de Hollywood.
Cuando Ivanka Trump apareció en la pista de baile del evento más esperado de la temporada política, parecía haber salido directamente de un fotograma de Sabrina (1954).
Audrey Hepburn en ‘Sabrina’Vestida con un diseño en seda negra y detalles florales bordados en blanco, su elección fue un homenaje descarado al legendario vestido de Audrey Hepburn. Sí, el mismo que hizo que todos suspiráramos cuando la icónica actriz flotaba por las escaleras de los Larrabee en aquella fiesta inolvidable.
La versión de Ivanka Trump añadió un toque moderno: el bordado era menos pronunciado y el escote barco ligeramente más atrevido. Remató el conjunto con un recogido perfecto y una tiara de diamantes.
El guiño a Kate Middleton que nadie se perdió
Pero el glamour no terminó ahí. Horas antes, en la ceremonia de investidura de su padre, Ivanka Trump dio otro golpe maestro en el tablero de la moda. Su elección fue un vestido verde esmeralda de Dior que, seamos honestos, era un primo cercano (¿o gemelo perdido?) del que Kate Middleton lució en su visita, esta Navidad, a Sandringham.
El vestido, con mangas largas de gasa y un brillo sutil que captaba la luz a la perfección, parecía diseñado para que Ivanka reinara, al menos estilísticamente, durante el evento. ¿Y los accesorios? Zapatos plateados y pendientes de esmeraldas.
Grace Kelly y el inicio de todo
Por supuesto, esta no es la primera vez que Ivanka Trump decide canalizar a una diva del cine clásico. Los más atentos recordarán aquel vestido azul que lució en una gala en Mar-a-Lago, un diseño que era un homenaje descarado al icónico vestido de Grace Kelly en Atrapa a un ladrón (1955). Esa vez, se inclinó por el drapeado halter que definió a Grace Kelly como la reina del glamour helado. Era una jugada atrevida, pero funcionó.
Sin embargo, detrás de todo ese terciopelo, pedrería y guiños al pasado, también hay una jugada inteligente. Ivanka sabe que en el mundo de la política, la imagen lo es todo. Y si puedes mezclar un poco de nostalgia de Hollywood con la pompa de Washington, tienes un cóctel que nadie puede ignorar.
Así que, mientras su padre promete “hacer América grande de nuevo” (otra vez), Ivanka parece estar ocupada en su propia misión: convertir cada evento político en una alfombra roja. Porque, seamos realistas, si la vida es un espectáculo, ¿quién no querría ser la estrella principal?