MODA

Georgina Chapman vuelve a vestir a Hollywood (sin Weinstein en la ecuación)

Con una industria que le dio la espalda tras el escándalo de su ex marido, Harvey Weinstein, la diseñadora ha devuelto el brillo a su firma de moda. Un Oscar, un chicle y un novio oscarizado han hecho el resto

Georgina Chapman llegó a los Oscar de 2025 como lo que realmente es: una diseñadora con una marca que quiere vender. Pero también como lo que Hollywood ha decidido que sea en este momento: el rostro de un comeback redondo, con todos los ingredientes para que la historia funcione en la narrativa oficial de la industria. Lo tenía todo: un pasado dramático, un ex marido innombrable, un largo exilio y un retorno estelar de la mano de Adrien Brody, su pareja y ahora actor oscarizado.

Hace años, Marchesa era la firma fetiche de las estrellas. Sus vestidos vaporosos, entre lo etéreo y lo grandilocuente, estaban en cada alfombra roja. Hasta que estalló el escándalo de Harvey Weinstein y la marca pasó de ser el secreto mejor guardado de Hollywood a convertirse en un tabú. Las actrices, que antes lucían Marchesa como si fuera un pase VIP a los premios, empezaron a evitarla como si tuviera una alarma de “peligro de cancelación”.

Porque, aunque Chapman nunca tuvo nada que ver con las acusaciones contra su ex marido, el apellido pesaba como una losa. La teoría conspiranoica de que Weinstein obligaba a las actrices a vestir de Marchesa tampoco ayudó. Hollywood, tan dado a los gestos de solidaridad selectiva, prefirió borrarla del mapa antes que revisar matices (como ya ha hecho varias veces).

La estrategia del silencio y del timing perfecto

Tras el escándalo, Chapman desapareció. Cero entrevistas y cero intentos de limpiar su imagen. Se refugió en su trabajo, crió a sus hijos y dejó que la tormenta pasara. Mientras tanto, la marca seguía existiendo, aunque en un segundo plano, vendiendo discretamente sin el escaparate de las alfombras rojas.

Pero Hollywood necesita nuevas historias y la de Chapman tenía un desenlace perfecto. La diseñadora empezó a reaparecer en eventos de moda, luego en galas de premios, siempre vestida de su propia firma, recordando que Marchesa seguía viva y que los vestidos seguían siendo igual de espectaculares.

Lo siguiente era asegurarse de que alguien con peso en la industria hiciera de altavoz. Y ahí entró Adrien Brody. El actor, que lleva desde 2020 con la diseñadora, se ha convertido en el mejor embajador de su renacer. Porque si algo le gusta a Hollywood más que una historia de caída y redención, es una historia de amor que se vende bien en las fotos.

La culminación de la estrategia llegó en la noche de los Oscar. Brody se llevó la estatuilla a Mejor Actor por The Brutalist, pero el gran momento viral fue otro: justo antes de subir al escenario, le lanzó su chicle a su novia, que lo atrapó con un gesto digno de quien ya ha visto de todo en la vida. Un instante absurdo y tierno a la vez, que de alguna manera sirvió como el broche definitivo para su regreso.

Porque en ese momento quedó claro que Hollywood la había aceptado de vuelta. No fue un discurso lacrimógeno ni una gran reivindicación feminista. Fue un chicle. Y funcionó.

Ahora, con actrices como Anne Hathaway y Jessica Chastain volviendo a vestir Marchesa, la firma ha recuperado su estatus en la industria. Ya no es “la marca de la exmujer de Weinstein”. Es la marca de Georgina Chapman, que ha logrado lo que parecía imposible: que Hollywood la quiera de nuevo, pero esta vez por méritos propios.

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