L’Oréal, el gigante mundial de la cosmética, inicia una nueva etapa. Françoise Bettencourt Meyers, nieta del fundador Eugène Schueller y principal accionista individual de la compañía, ha decidido abandonar su puesto en el consejo de administración tras casi tres décadas de presencia ininterrumpida.
La noticia, aunque anticipada en los últimos años dentro de la compañía, marca un hito simbólico en la historia de L’Oréal. No se trata de una retirada forzada ni de un cambio traumático. Más bien es el resultado natural de una estrategia de sucesión cuidadosamente planeada, que ahora sitúa en primera línea a Jean-Victor Meyers, hijo mayor de Françoise, quien desde 2012 ocupa un asiento en el consejo y ya ha adquirido una voz propia dentro de la estructura del grupo.
Bettencourt Meyers, considerada la mujer más rica de Europa con una fortuna que supera los 95.000 millones de euros, ha representado durante años la estabilidad de la propiedad familiar en L’Oréal. A través de la sociedad Tethys, la familia controla un 34,7 % de las acciones, lo que le permite mantener un peso fundamental en las grandes decisiones estratégicas de la empresa.

Su salida no alterará, por ahora, ese equilibrio de fuerzas. Tampoco cambia la hoja de ruta de una compañía que atraviesa uno de los mejores momentos de su historia, con ingresos que en 2024 superaron los 42.000 millones de euros y un posicionamiento reforzado en segmentos clave como el lujo, la dermocosmética y el comercio online.
El perfil de Bettencourt Meyers siempre ha estado alejado del glamour público que, en otros tiempos, rodeó a su madre, Liliane Bettencourt. Françoise ha cultivado una imagen discreta, centrada en la gestión empresarial, la filantropía y sus proyectos personales, entre ellos su trabajo como autora de ensayos sobre religión y cultura. Esa misma discreción marca ahora su salida del consejo, sin grandes celebraciones ni entrevistas.

Para L’Oréal, la transición se percibe como un proceso orgánico. Jean-Victor Meyers, de 38 años, ha pasado más de una década formándose en los entresijos del negocio. Su estilo, moderno pero respetuoso con los valores tradicionales de la empresa, encaja con el nuevo contexto de la industria: una belleza cada vez más inclusiva, digitalizada y consciente del impacto medioambiental.
La empresa, dirigida por Nicolas Hieronimus desde 2021, mira ahora hacia el futuro con una estructura accionarial sólida y un relevo generacional asegurado. La estrategia a medio plazo seguirá apostando por la innovación tecnológica, la expansión en Asia y el refuerzo de las líneas de productos sostenibles, un área que gana peso tanto en ventas como en reputación corporativa.
La marcha de Françoise Bettencourt Meyers es el reflejo de una transición que preserva la esencia de L’Oréal mientras adapta su modelo a los desafíos del siglo XXI. La empresa que un día soñó su abuelo sigue mirando al futuro, con los cimientos bien anclados en su historia familiar.