Salud mental

Estrés de la tumbona: afronta tus desafíos y disfruta de las vacaciones

La ansiedad veraniega se incrementa espacialmente por la presión social que ejercen las redes sociales

Tras un año de duro trabajo, llegan las ansiadas vacaciones de verano. Unos días para, por fin, desconectar y disfrutar de distintas actividades junto a las personas que queremos, parar y descansar cuerpo y mente. Pero, aunque cueste creerlo, estamos tan acostumbrados a llevar un ritmo de vida tan frenético que, cuando llega el momento de descansar, disfrutar, ralentizar las rutinas y dedicar tiempo a estar más con nuestros seres queridos y con nosotros mismos… no sabemos por dónde empezar.

En el año 2004, doctores de la clínica Wagner y Jauregg acuñaron la expresión “depresión de la tumbona” para referirse a la ansiedad generada en personas que tienen dificultad para olvidarse del trabajo en periodos vacacionales. Actualmente, este síndrome, también llamado “estrés vacacional o bajón veraniego” afecta cada vez a más parte de la población por este y otros motivos.

La Organización Mundial de la Salud señala que el estrés puede afectar de forma diferente dependiendo de la persona. Pueden experimentarse diferentes síntomas como dolor de cabeza, cuello, hombros o espalda, presión en el pecho, falta de hambre, un nudo en la garganta, malestar digestivo o tensión muscular. Algunas personas pueden llegar a ponerse enfermas y sufrir erupciones en la piel, dolencias, infecciones o problemas estomacales.

Las vacaciones son un momento muy esperado para todos, un momento en el que nos alejamos de las responsabilidades diarias y buscamos relajarnos y cargar energía. Sin embargo, para parte de la población las vacaciones pueden convertirse en una fuente de estrés adicional. El cambio de rutina, las altas expectativas y las múltiples demandas pueden generar ansiedad y afectar a nuestra capacidad para disfrutar realmente de este tiempo de descanso.

En algunas ocasiones tenemos expectativas demasiado altas o improbables para nuestras vacaciones, esperamos que todo sea perfecto y que todo esté lleno de momentos de felicidad plena. Así, cuando estas expectativas no se cumplen podemos sentirnos decepcionados o deprimidos. Del mismo modo, el hecho de salir de nuestra rutina diaria puede suponer una fuente de estrés. Nuestro cuerpo y mente pueden necesitar tiempo para adaptarse a nuevas situaciones así como a diferentes horarios.

La presión financiera es otro foco de preocupación. Las vacaciones pueden ser costosas, especialmente si estamos planeando grandes viajes. La preocupación por el gasto y el esfuerzo por mantenernos dentro de un presupuesto pueden generar estrés.

Por otro lado, planificar y organizar las vacaciones puede ser abrumador. La búsqueda de vuelos, hoteles, preparación de maletas, coordinación de itinerarios… pueden generar estrés antes incluso de comenzar las vacaciones.

Las redes sociales

La ansiedad veraniega de la que hablamos se incrementa especialmente por la presión social que ejercen las redes sociales. Parece que hay una especie de obligación de “disfrutar a tope” y, sobretodo, enseñarlo al resto del mundo. Por ello, hay quien está más pendiente de la foto y de los “likes” que del momento que está viviendo.

Por último, otro estresor importante puede ser la familia. Hay personas que están acostumbradas a pasar poco tiempo en familia durante el día a día debido al escaso tiempo libre y, de repente, cuando tienen que atender a una pareja y a unos hijos y compartir tiempo con ellos se estresan. No es casualidad que un tercio de los matrimonios que se separan en nuestro país lo hagan a la vuelta de las vacaciones de verano.

Para tener unas vacaciones felices y disfrutar de ellas lo máximo posible, los expertos nos hacen una serie de recomendaciones. El primer consejo es manejar correctamente nuestras expectativas: no estás obligado a hacer viajes fabulosos ni a tener todos los días experiencias idílicas. No satures tu agenda con compromisos sociales o actividades, ponte una estructura horaria que te dé sensación de normalidad. Si las cosas no salen como pensabas, practica la aceptación. No dejes de practicar algo de ejercicio físico, lleva una dieta y descanso adecuados.

Intenta también practicar la desconexión digital: tómate un tiempo cada día par alejarte de los dispositivos y disfruta del contacto directo, de una buena conversación, de unas risas en compañía, de la naturaleza… el aquí y el ahora. Prestar atención a lo que se hace en cada momento te permite disfrutar del presente.

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