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Adam Brody o el auge de la nostalgia ‘milenial’: Seth Cohen se convierte en Noah

20 años después del éxito de "The O.C.", vuelve con la éxitosa serie de Netflix "Nadie quiere esto"

Hace 20 años que le conocimos. Por aquel entonces era Seth Cohen en The O.C., el “chico bueno” que rompió el molde del galán adolescente: un nerd, amante del cómic y la música indie con un humor peculiar, autocrítico, y súper vulnerable.

Fue durante la década de los 2000, hace ya veinte años. Muchas de nosotras crecimos enamoradas de ese chico flacucho y torpe que, en su timidez y encanto, se parecía mucho más a la realidad que cualquier otro protagonista adolescente.

Pero la carrera de Adam Brody no se quedó atrapada en ese arquetipo. Tras el éxito masivo de The O.C., que se mantuvo en emisión de 2003 a 2007, el actor decidió distanciarse del tipo de papeles que lo habían llevado a la fama.

Se sumergió en proyectos independientes y películas menos comerciales, demostrando una madurez actoral que tal vez pasó desapercibida para muchos, pero que le permitió evitar ser encasillado como “el eterno adolescente”. Durante años, su presencia fue más bien discreta, aunque nunca dejó de trabajar en cine y televisión.

A lo largo de la última década, la industria ha cambiado. La nostalgia por los iconos de los 2000 ha despertado un renovado interés en estrellas de esa era dorada de la televisión juvenil, y Brody es uno de los grandes nombres que ha vuelto a la palestra.

El papel de Noah en la serie Nadie quiere esto es el ejemplo perfecto de su madurez, tanto como actor como en la percepción que el público tiene de él. Para quienes fuimos adolescentes en la era de The O.C., verle en este nuevo rol es como reencontrarse con un viejo amor, ahora más maduro e igual de cautivador.

No es casualidad que el renacimiento de Adam Brody coincida con el auge de la nostalgia milenial. Después de todo, los actores con los que crecimos forman parte de nuestra propia narrativa de vida, y verlos evolucionar nos ofrece un espejo en el que podemos ver reflejada nuestra propia madurez.

Ya no es solo Seth Cohen, ese crush que nos cautivó con su torpeza y su amor por la música de Death Cab for Cutie; ahora es también Noah, un hombre más complejo que refleja la evolución de sus fans, quienes, como él, han crecido. Que nos enseña que el amor es fácil si se persigue hasta el final. Que nos enseña que las relaciones de pareja pueden ser sanas y no dar quebraderos de cabeza. En definitiva, ahora enamorarse de él no es solo una cuestión nostálgica, sino una celebración de cómo el tiempo y la madurez pueden hacer que algo (o alguien) nos guste aún más.

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