SEX O NO SEX

“Empiezo 2025 con el deseo sexual por los suelos”: ¿No será cosa de tu microbiota?

Un desajuste en la colonia de bacterias que habitan nuestro cuerpo puede arruinar nuestra vida sexual reduciendo nuestra libido o provocando un trastorno de disfunción eréctil. ¿Qué podemos hacer?

Una escena de la película 'Poor Things'

Cada vez que escuchamos la palabra microbiota nos llevamos las manos a la tripa, como si este fuese el único lugar donde se almacenan las bacterias, pero es mucho más compleja, poderosa y fascinante. Antes de nada, aclararemos que la microbiota es el conjunto de bacterias que nos habitan permanentemente. Hay microbiota en toda la superficie de la piel, pero también en la boca, en cualquier mucosa y, por supuesto, en el intestino. ¿Qué tiene que ver con nuestra vida sexual? Mucho, y no deja de sorprender a la ciencia.

Para hacernos una idea, lo que más nos distingue no son los genes humanos, sino los genes de nuestras bacterias. Ellas son las que están a los mandos del sistema inmunitario, aunque no siempre la cuidamos como merece y nos acaba atacando lo que no debe. Afectan directamente a nuestro deseo sexual y a la disfunción eréctil masculina. Un estudio chino publicado en la revista científica Translational Andrology and Urology con 60 participantes descubrió que los que padecían disfunción eréctil tenían una diversidad bacteriana significativamente menor y, además, las proporciones de algunos microorganismos eran diferentes a las de los hombres sin este diagnóstico.

Otro estudio, esta vez publicado en Journal of Medical Internet Research, observó y comparó la microbiota de 24 mujeres con una vida sexual saludable y la de otras 24 con deseo sexual hipoactivo. Lo que encontró fue que las que padecían este trastorno sexual tenían una cantidad menor de ciertas bacterias y aumento de otras. Este impacto en la libido tiene su explicación en el vínculo tan estrecho entre la microbiota y la producción ciertas hormonas sexuales. Por ejemplo, la serotonina, también llamada “molécula de la felicidad”, que incide en nuestro estado de ánimo. En dosis bajas, desencadena depresión y un descenso brutal del deseo. También los niveles de testosterona, dopamina y noradrenalina están influidos por los microorganismos intestinales.

Emma Stone en ‘Poor Things’

Sin conocer esta palabra, Hipócrates ya avanzó que todas las enfermedades empiezan en el intestino. Ahí, como estamos viendo, podemos añadir los trastornos sexuales más comunes. ¿Hay algo que podamos hacer para equilibrar nuestras bacterias intestinales y, de paso, darle una alegría nuestra libido deprimida? La dieta saludable, el ejercicio físico regular, las horas suficientes de sueño y la disminución de estrés mental son algunas de las recomendaciones del doctor Ricardo Cubedo, investigador clínica y autor de El órgano transparente.

¿Deberíamos tomar también un frasquito de bífidus para fortalecer esa unión entre sexo y microbiota? La opinión de Cubedo es que mucho de lo que escuchamos, así como las promesas de tal o cual alimento, no son más que charlatanería. “La inmunidad nos ha traído hasta aquí a través de cientos de miles de años. Deberíamos pensar en ella, pero sin obsesionarnos”. Ayudará una dieta variada que incluya fibra, fruta, verduras, legumbres, semillas y productos fermentados, sin demasiados azúcares ni productos refinados o elaborados, sin huir de las grasas ni de ninguna clase de carnes.

Una alimentación sana es el mejor fertilizante para nuestros microbios intestinales y fomentar el crecimiento de las bacterias beneficiosas. “Pero, al fin y al cabo, no se trata de otra cosa que de la dieta sana que nos dicta el mero sentido común. Lo que no necesitamos es un plan de choque para ayudar las defensas a hacer lo que ya consiguen solitas desde el principio de los tiempos”, añade.

Mark Ruffalo y Emma Stone en ‘Poor Things’

Igual que la dieta, otro de los factores que afectan a la composición y función de la microbiota y, por tanto, a nuestro comportamiento emocional y sexual es el estrés. Una investigación liderada por el neurobiólogo Emeran A. Mayer en la Universidad de California concluyó que el estrés crónico disminuye el número de bacterias beneficiosas y aumenta potencialmente las especies patogénicas ocasionando un desequilibrio en la producción de hormonas sexuales.

Quizá nuestra vida en pareja esté necesitada de estrategias para gestionar mejor el estrés: técnicas de respiración y relajación, meditación, yoga u otras terapias y prácticas cotidianas de resiliencia emocional. Estas técnicas, más un descanso nocturno adecuado, ayudan a disminuir los niveles de cortisol y promueven un estado de calma, lo que puede tener efectos positivos en la microbiota. Es el llamado eje intestino-cerebro del que tanto se habla: una buena gestión emocional favorece la salud intestinal, fomenta una microbiota saludable y mejora la calidad de vida en general.

“Lo más útil –concluye Ricardo Cubedo- es que no maltrates tu microbiota y que permites que florezca evitando un estilo de vida ultrahigiénico, y adoptando una dieta variada. Quizá el ejercicio físico regular, una cantidad razonable de sueño de calidad y evitar el estrés crónico en la medida que la vida te lo permitan no vayan a suponer una diferencia sustancial, pero son importantes para tu salud general”.

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