Llegar a los 70 años con una sonrisa genuina en el rostro y un matrimonio lleno de complicidad puede parecer un sueño difícil de alcanzar en un mundo cada vez más complejo. Sin embargo, Arthur Brooks, profesor de felicidad en Harvard, y su esposa, Ester, demuestran que esto no solo es posible, sino que depende de hábitos, amor y una buena dosis de fe. Juntos compartieron hace unos días sus consejos en las conferencias de It’s time to think, donde hablaron sobre cómo encontrar la plenitud en esta etapa de la vida y fortalecer la relación de pareja.
El arte de vivir plenamente a los 70
Para los Brooks, la felicidad no es algo que llega por casualidad. Es el resultado de decisiones conscientes y cotidianas que nos conectan con nuestro bienestar físico, emocional y espiritual. Uno de los pilares fundamentales es cuidar el cuerpo. Mantener una dieta equilibrada, rica en nutrientes, no solo prolonga la vida, sino que mejora la calidad de la misma. A esto se suma la importancia del ejercicio físico, una práctica que, además de mantenernos en forma, nos llena de energía y optimismo.
Evitar hábitos nocivos como el consumo excesivo de alcohol o el tabaco es otra de sus recomendaciones. Estos pequeños sacrificios son grandes inversiones en la salud a largo plazo. Y cuando los retos emocionales aparecen —que siempre lo hacen—, recurrir a técnicas para aliviar la ansiedad, como la meditación, la respiración consciente o simplemente pausas intencionales, puede ser la clave para mantener la serenidad.
Pero no todo gira en torno al cuerpo y la mente. Arthur y Esther subrayan que la curiosidad es esencial para una vida vibrante. Nunca dejar de aprender, leer y explorar nuevas ideas mantiene la mente joven y despierta. No importa la edad; la pasión por el conocimiento es un antídoto contra la apatía.
Amar y dejarse amar
Sin embargo, el verdadero secreto para ser feliz radica en las relaciones humanas. “Amar más y dejarte ser amado” es la frase que sintetiza su filosofía. Rodearnos de personas que nos quieren, nutrir las amistades y dedicar tiempo a la pareja son prácticas que transforman la vida. En un matrimonio, el amor no es solo un sentimiento, sino una elección diaria: elegir cuidar, respetar y buscar el bienestar del otro.
Obstáculos de nuestro tiempo
En su reflexión sobre la sociedad actual, los Brooks advierten sobre varios problemas que dificultan esta plenitud. Uno de ellos es la aversión al riesgo. Vivimos con tanto miedo al rechazo y al fracaso que muchas veces nos paralizamos. Esto nos lleva a evitar decisiones importantes o a no abrirnos emocionalmente, lo cual limita nuestra capacidad de crecer y conectar.
Otro desafío es la confrontación constante entre hombres y mujeres. La narrativa de enemistad entre géneros, promovida en gran parte por discursos polarizantes, dificulta el entendimiento y nos aleja de lo que realmente somos: seres complementarios. Asimismo, la insistencia en que hombres y mujeres son iguales en todos los aspectos puede ser confusa y contraproducente. Para los Brooks, aceptar nuestras diferencias y valorarlas como fortalezas es esencial para una convivencia armoniosa.
Construir una vida con propósito
Ante estos retos, los Brooks nos animan a pensar por nosotros mismos, cuestionando las ideas preconcebidas que nos alejan de la felicidad. Hay que arriesgarse, tomar decisiones con valentía y, sobre todo, volver a valorar el amor como una fuerza divina. Para ellos, el amor no es solo un sentimiento pasajero; es el motor que da sentido a la vida.
Amar significa entregarse, desear el bien del otro y cuidar de uno mismo para poder cuidar a quienes nos rodean. En su opinión, este es el verdadero secreto de la felicidad: amar y servir. No se trata de esperar algo a cambio, sino de darse por completo, confiando en que este acto de generosidad nos enriquece profundamente.
La conclusión de una vida plena
En última instancia, los consejos de Arthur y Esther Brooks se resumen en un principio universal: el amor es la respuesta. Amar a nuestra pareja, a nuestras amistades, a nosotros mismos y, sobre todo, aceptar el amor de Dios como una fuente inagotable de inspiración.
Llegar a los 70 con alegría y un matrimonio sólido no es un destino, sino un viaje. Y en este camino, cuidar de nuestro cuerpo, nutrir nuestra mente y abrir nuestro corazón al amor son las claves que nos guían hacia una vida plena y feliz. Como dicen los Brooks, el secreto no está en recibir, sino en darse: darse por amor.