Tecnololgía

El poder de no tener smartphones

El regreso de los denominados ‘dumbphones’ encierra un intento de abandonar la hiperconectividad pero a la vez, funciona como un símbolo de poder

La Generación Z, siempre empeñada en hacer de la mirada al pasado una apuesta para el futuro, llevaba tiempo reclamando el regreso de los dispositivos móviles que anticiparon la llegada de los denominados smartphones, es decir, de los “teléfonos tontos” con los que poder hacer poco más que enviar SMS y hacer y recibir llamadas. Sí: hubo un momento en el que los teléfonos eran… teléfonos, no ordenadores ni casi extensiones de nuestro cuerpo y de nuestra vida. Incluso comienzan a surgir en Tik Tok vídeos en los que diferentes personas muestran cómo convertir un smartphone en su versión previa y ya están en el mercado las fundas Clicks, que añaden un teclado físico al móvil.

La huida del 24/7

El lanzamiento de una colaboración consistente en únicamente 5.000 unidades del llamado “teléfono aburrido” entre Heineken y la marca Bodega es una oda al teléfono del ayer y cuenta con aplicaciones no exentas de sorna y crítica. Desde una app para acceder al email sin memoria alguna en realidad para poder recibir ningún correo hasta otra que incita a los usuarios a pedir un taxi pero a hablar con quien lo conduce (nos hemos habituado a evitar la interacción), sus pocos extras mandan el mensaje de que antes eso era todo lo necesario para
salir de casa. Lo curioso (o no tanto en realidad) es que el afán por este tipo de teléfonos nace justo cuando hay una preocupación superior por la cantidad de tiempo que la gente pasa ante el teléfono, especialmente los más jóvenes, que son quienes están ahora más interesados por
estos dispositivos.

Un reciente estudio señala que los adolescentes pasan seis horas al día con el móvil, cuando la OMS aconseja un máximo de 120 minutos diarios. “La Generación Z no ve la tecnología como la ven otras generaciones. Al mundo en general se le hace pensar que todo mejora constantemente y que todos necesitan actualizarse o ponerse al día, pero la Generación Z tiene una mejor visión general de la tecnología, tanto la antigua como la nueva, para ver qué está haciendo realmente la tecnología en sus vidas”, explica a Fast Company
Andrey Tyukavkin, director creativo ejecutivo de la agencia LePub, que es quien está detrás de la campaña del teléfono de Heineken y Bodega.

El movimiento newtro busca el renacer analógico y por eso trae consigo la vuelta de fanzines, cassettes, vinilos e incluso teléfonos
dumb. Sin embargo, vivimos tan pendientes de nuestros móviles que hay muchas personas que al experimentar cómo es su vida al estar una temporada sin este tipo de smartphones, han reconocido que se pierden constantemente (no somos conscientes de que Google Maps nos
convierte en personas capaces de llegar a infinidad de lugares pero que sin esta app, podemos perdernos en dos pasos). Incluso para entrar al gimnasio o para tener acceso a diferentes ámbitos de la oficina, tener un smartphone parece ser obligatorio. Por si fuera poco
encontramos la nomofobia, el miedo irracional que sienten muchos usuarios a no disponer del teléfono móvil. Teniendo en cuenta que buscamos pareja con el móvil, pedimos la cena a través de él y reservamos así un taxi para ir al aeropuerto, no es de extrañar que tantas personas dependan de sus teléfonos.

Un estudio realizado por la Oficina de Correos de España con la finalidad de determinar el grado de ansiedad que pueden padecer los usuarios de smartphones indicó que realizan alguna actividad con él una media de 34 veces al día y que el 58% de los hombres y el 48% de las mujeres sienten pánico al pensar en no disponer de su teléfono móvil. Incluso un 9% de usuarios reconoce estresarse si lo tienen que tener apagado. Para justificar su nomofobia, más de la mitad recurre al aislamiento que les supone no poder contactar o hablar con sus amigos o familiares y un 10% alude a necesidades laborales que les exigen estar siempre localizados.

El poder del offline

El creciente interés por los dumbphones denota además que comienza a ser poco deseable precisamente esa disponibilidad 24/7, y por eso quien puede permitirse salir de casa sin teléfono o pasar un fin de semana sin mirar su correo electrónico cada segundo demuestra que está en una situación de absoluto poder. Así, vivir offline es para algunos el nuevo lujo y prueba de ello es que muy pocos pueden permitírselo. Hace diez años, los medios enloquecieron al comprobar que Anna Wintour usaba un flip phone, y recientemente el cantante Ed Sheeran confesó en el podcast ‘Therapuss’ no tener teléfono desde 2015. “Me deshice de él cuando me di cuenta de que tenía el mismo número desde los 15 pero que al hacerme famoso, tenía de repente 10.000 contactos en mi teléfono.

Me estaba perdiendo la interacción real y decidí prescindir de él”, asegura. El actor Eddie Redmayne intentó liberarse del suyo, pero fracasó en el intento. “Intenté volver a usar un teléfono antiguo en lugar de un teléfono inteligente. Fue una reacción en contra de estar permanentemente pegado a mi iPhone. La avalancha de correos electrónicos era constante y me sorprendí a mí mismo tratando de mantenerme al día en tiempo real, a expensas de vivir el momento”, aseguró. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que había cambiado el teléfono por el email. “Estaba pegado a mi portátil respondiendo correos electrónicos durante dos horas a primera hora de la mañana y a última hora de la noche, por lo que era un tipo de intrusión diferente. A mi esposa no le hacía mucha gracia, así que hoy estoy de vuelta con mi iPhone, pero trato de tener una relación más saludable con él”, aclaró.

Hay CEOS que aseguran que prescindir de la vida 100 % digitalizada les permite ser mejores líderes al poder concentrarse en el trabajo sin distracciones y al ser capaces de estar completamente presentes en las reuniones. Como explicaba a ‘Wall Street Journal’ Benjamin Crudo, CEO de Diff, solo chequea su correo a las nueve de la mañana, a las tres de la tarde y a las seis de la tarde. ESO es el verdadero lujo. Reconoce que ahora la gente sabe que si le llama, ha de ser por una emergencia. El CEO de la empresa de tecnología Span, Michael Lynton, paradójicamente confía en los faxes, aunque teniendo en cuenta que cuando era CEO de Sony, en 2014, fue víctima de un ciberataque masivo, no es tan raro. Además, enviar un fax sin duda llama más la atención que un email, esos que en ocasiones se acumulan en el buzón de entrada o terminan condenados a la carpeta de spam.

Bien sea por estatus, por intentar desconectar de la hiperconexión digital o para abrazar la vida ajena a las pantallas, la tecnología retro intenta regresar, pero quien de verdad pueda pasar de su email sin terminar con una carta de despido, por favor, que me cuente su secreto. El mío es que al ser freelance, ni siquiera me enviarían la carta… Supongo que me lo dirían por WhatsApp o por email, por lo que mejor tener un smartphone para enterarme, ¿no?

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