PREMIOS OSCAR

El caso de Karla Sofía Gascón, un espejo en el que todos deberíamos mirarnos

Su historia expone la fina línea entre la rendición de cuentas y la quema en la hoguera pública. Tras unos antiguos polémicos tuits, lo que vino después fue un festival de cancelación, condenas morales y una industria cinematográfica que no perdona pecados del pasado. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿Hay espacio para el perdón en la sociedad 'woke'?

Karla Sofia Gascon EFE/EPA/CHRISTOPHE PETIT TESSON

Karla Sofía Gascón destacó en Emilia Pérez por su interpretación, pero también por romper barreras. Su nominación al Oscar fue un hito. Pero entonces, como suele suceder en estos tiempos de memoria selectiva y moral retrospectiva, alguien escarbó en sus redes sociales y encontró comentarios ofensivos. Viejos tuits con chistes y declaraciones que hoy, bajo la lupa del escrutinio digital, se volvieron anatema.

La reacción fue rápida y brutal. Netflix la eliminó de la campaña promocional de la película. Directores, actores y críticos que hasta hace poco la aplaudían tomaron distancia. Se borraron fotos, se emitieron comunicados y se activó el mecanismo infalible de la cancelación. Gascón pidió disculpas, desactivó sus redes y desapareció del ojo público, pero la maquinaria ya estaba en marcha. Su ausencia en la alfombra roja de los Oscar fue solo la confirmación de lo que ya era evidente: la condena había sido dictada.

La cultura de la cancelación y la inquisición digital

Este episodio reabre el debate sobre la cultura de la cancelación. Se trata, según algunos, de una forma de exigir responsabilidad a figuras públicas. Según otros, de una inquisición moderna donde la expiación no es una opción. La paradoja es evidente: una sociedad que clama por la inclusión y la diversidad, pero que no permite la posibilidad del error ni del aprendizaje.

La cultura woke, con su empeño en purificar el presente con criterios del futuro, ha convertido a las redes sociales en tribunales donde no existen atenuantes. Se cancela con la misma rapidez con la que se idolatra, y quienes ayer eran héroes hoy son parias sin derecho a redención. La expulsión del paraíso es inmediata y definitiva.

Karla Sofia Gascon EFE/EPA/CHRISTOPHE PETIT TESSON

El perdón, una palabra olvidada

En este contexto, el perdón es un concepto en extinción. Antaño, la caída en desgracia podía derivar en una segunda oportunidad. Ahora, el linchamiento digital es sentencia de muerte social. Gascón, con sus disculpas y su retiro silencioso, intentó esquivar la tormenta. Pero el perdón ya no es suficiente cuando la masa exige sacrificios.

La pregunta es si como sociedad queremos seguir por este camino. Porque si nadie puede equivocarse sin ser desterrado, si el pasado se usa como arma para destruir carreras y vidas, pronto no quedará nadie libre de culpa. Y si nadie puede redimirse, entonces, ¿para qué seguir fingiendo que la cultura y el arte son espacios de evolución y aprendizaje?

El caso de Karla Sofía Gascón es un espejo en el que todos deberíamos mirarnos. No para justificar errores, sino para recordar que somos humanos y que la moral cambia con el tiempo. Si la inclusión es un valor, también lo debe ser la posibilidad de cambiar. Porque, al final, el perdón es lo único que nos separa de la barbarie.

TAGS DE ESTA NOTICIA