Ni siquiera los Juegos Olímpicos se han librado del yugo del juicio físico que la gente se ha acostumbrado a poner sobre los hombros de las mujeres, y a lo largo de estos últimos días, desde el universo más pop hasta el mundo deportivo han vuelto a demostrar que el físico de las mujeres es para muchísimas personas un terreno de debate y juicio, algo que es realmente perjudicial para la salud mental de quienes de forma sistemática, comprueban que sus canas, arrugas o curvas son meticulosamente analizadas.
Comencemos con Selena Gomez, que al haber crecido ante las cámaras, ha comprobado que su físico es siempre motivo de conversación, y en esta última ocasión los comentarios de una experta en cirugía plástica llamada Marissa Barrionuevo han sido los que han hecho a la actriz y cantante saltar. Barrionuevo subió hace ya un año un vídeo en el que analiza diferentes imágenes de Gómez y comenta si cree que lleva bótox o rellenos (existen infinidad de cuentas que diseccionan los rostros de las famosas para divagar acerca de posibles visitas al quirófano), y pese a que como comentamos el clip tiene ya cierto tiempo, ahora Selena Gómez ha decidido acallar los rumores en los comentarios del mismo. “Llevo bótox. Punto. Dejadme en paz”, ha dicho tajantemente. La tiktoker ha subido un nuevo vídeo a partir del comentario de Selena pidiéndole perdón. “No le debes a nadie tener qué comentar por qué no estás igual que cuando eras una adolescente. Te adoro”, ha dicho Barrionuevo.
Sin embargo, basta con imaginar el impacto que pueden tener ese tipo de comentarios si pensamos en lo doloroso que puede ser en ocasiones que alguien comente un aspecto de nuestro físico. Multipliquemos ese dolor por diez, hagamos de esos comentarios un asunto viral y quizás así comprendamos cómo pueden estar sintiéndose diariamente muchas celebridades. “Su trabajo hace que estén expuestas a todo tipo de comentarios”, dicen algunas personas, y tienen razón. Pero tendría que estar en mano de cada uno tener cierta empatía a la hora de comprender que no es óptimo comentar sus físicos, por famosas que sean, y que el dolor no entiende de fama.
Ni siquiera los Juegos Olímpicos se libran de este despiadado e innecesario juicio público. Simone Biles ya ha hecho historia por sus logros olímpicos, pero también ha dado una lección a quienes se empeñan siempre en intentar buscar defectos a su físico. Tras haber confesado en un vídeo ‘getting ready’ que se arrepentía de haberse puesto bótox, algo que hizo al cumplir 27 años, la gimnasta se topó poco después con muchos comentarios acerca de su pelo.
Antes de comentar lo ocurrido, es importante recordar que lamentablemente, no es ni mucho menos la primera vez que las críticas se vuelcan en el cabello de las deportistas negras, pues atletas como Dominique Dawes han explicado algunas de estas situaciones. “Como gimnastas, no nos importa nuestro pelo. Cuando ves vídeos en los que estaba en los Juegos te darás cuenta de que nunca estuve preocupada por eso, de hecho, si lo hubiera estado, tal vez nunca habría llegado a los Juegos. No me centraba en mi apariencia, sino en mis logros”, explicó en 2012 al recordar las críticas que su pelo recibió en el pasado, sin importar que hiciera historia al convertirse en la primera mujer negra en ganar una medalla individual en la rama artística.
Doce años después ha sido Biles la que se ha topado con incómodos comentarios sobre su cabello. “Deja que te diga una cosa: la próxima vez que quieras hacer un comentario sobre el pelo de una chica negra, SIMPLEMENTE NO LO HAGAS”, dijo en un story. Medalla de oro al zasca.
Júlia Salander, autora de Tu argumentario feminista en datos, explica en un vídeo por qué comentar el físico de los demás es delicado. “Tenemos que seguir la regla de los cinco segundos: sólo podemos hacer comentarios del físico de alguien si se puede cambiar en cinco segundos. Todo lo demás, granos, marcas, canas, peso… Esas cosas no hay que comentarlas, porque nunca sabes a quién que tienes delante ni el impacto que tus palabras pueden tener, aunque creas que estás diciendo un halago. Tenemos instaurado que hay que comentar el físico, especialmente en las mujeres, y tiene lógica, porque nos han enseñado a estar hipervigilantes con nuestro físico”, asegura la analista de datos y politóloga.
La jugadora de rugby 7 de Estados Unidos, Ilona Maher, siempre ha hecho de sus redes una oda al body positivism ante las recurrentes críticas a las que se ha de enfrentar a causa de su cuerpo. Desde posts en los que se recuerda a sí misma que no tiene que avergonzarse de nada hasta contestaciones ciertamente olímpicas a quienes se meten con su cuerpo, Maher se ha convertido en una de las mujeres más celebradas de los Juegos Olímpicos a causa de su voluntad para acallar esas voces. “Soy una atleta profesional. Corro todo el día, levanto pesas y tengo celulitis… Y es completamente normal. No es algo que merme tu habilidad atlética: sólo es una parte más de tu cuerpo”, explica en un vídeo en el que habla ante una imagen de sí misma en pleno partido. “El índice de masa corporal no es útil para los atletas. El IMC realmente no dice lo que puedo hacer, lo que hago en el campo ni qué tan en forma estoy. Son sólo un par de números juntos que no dicen cuánto músculo tengo, ni nada por el estilo. Así que sí, tengo un IMC de 30 y por eso, se considera que tengo sobrepeso”, explicó en un vídeo en Tiktok.
Aunque es habitual que los comentarios acerca del peso de los demás estén disfrazados de una preocupación por la salud de los demás, aquí entran en juego dos aspectos. Para comenzar, la salud de los demás no es asunto de nadie y para continuar, la apariencia del resto no es un indicativo de su salud. Mientras que muchas celebridades se han convertido en auténticas expertas en cerrar la boca de quienes se empeñan en comentar sus físicos, resulta esencial que en lugar de tener que prepararnos para enfrentarnos a comentarios que nadie ha pedido, interioricemos la importancia de dejar de analizar el físico de los demás. Porque si en cinco segundos nuestro comentario no va a cambiar nada, tan sólo va a lograr una cosa: que quedemos como auténticos imbéciles.