Tomar partido, dicen. Y qué importante es, pese a que una inmensa mayoría de la sociedad considere que es mejor no hacer ruido y ponerse de perfil en aquellos temas que puedan ser o generar la más mínima controversia. Pero, ¿es acaso viable un liderazgo sólido e influyente sin posicionarse en temas clave e influir socialmente? La respuesta es no.
Formamos parte de un mundo saturado de información donde tomar partido se ha vuelto una acción poderosa, necesaria e incluso me atrevería a decir, valiente. Ya no es suficiente mantenerse en una zona neutral, más aún cuando la sociedad se enfrenta constantemente a retos sociales, políticos y culturales de cada vez mayor magnitud. Las figuras públicas, que no nos olvidemos que para algo lo son, ya sean artistas, marcas ó personalidades políticas, tienen una responsabilidad implícita para manifestar su postura frente a cuestiones cruciales que deben afrontar. No se trata simplemente de opinar, sino de hacerlo desde la convicción y el compromiso, valentía, claridad y en defensa de unos valores individuales que debemos tener y perseguir.
El caso de Almodóvar
Las recientes declaraciones de Pedro Almodóvar sirven como ejemplo clave. Almodóvar, conocido y valorado al mismo tiempo por no rehuir temas que generan controversia en sus películas, pese a que puedan incomodar a muchos (como si pudiéramos generar reacciones o pensamiento crítico sin incomodar), se pronunció recientemente sobre la importancia de posicionarse en temas como la inmigración, afirmando que “no podemos permitirnos el lujo de la neutralidad en tiempos de injusticia”.
Sus palabras subrayan una verdad fundamental: el silencio o la ambigüedad pueden ser interpretados como conformismo o complicidad. Cuando los derechos de las minorías están en juego, cuando se cuestiona el futuro del medio ambiente o cuando se normalizan discursos de odio, permanecer callado, no nos olvidemos, es tomar partido, pero en el lado equivocado. Y quizá sea más necesario que nunca que las palabras y los mensajes poderosos vengan de grandes referentes.
El caso de Harris
De manera similar, la reciente portada de Vogue América con la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, refleja otro ejemplo relevante. En un acto simbólico, o no tan simbólico, una revista de moda, la revista de referencia por excelencia y que durante mucho tiempo ha sido vista como superficial o dejando de lado el gran poder transformador que la moda tiene, decidió darle protagonismo a una mujer que encarna una serie de valores políticos y sociales progresistas. Harris, siendo la primera mujer afroamericana y asiática en ocupar la vicepresidencia de Estados Unidos no representa solo un hito en la política estadounidense, sino también un símbolo de cambio, inclusión y diversidad.
Vogue, al destacar a Harris en su portada, no solo está vendiendo una imagen de estilo, sino también un mensaje: su marca ha decidido posicionarse claramente en favor de la equidad y la representación y decir no a Donald Trump. Este tipo de gestos tienen un impacto profundo en la percepción pública y reflejan el poder de un posicionamiento consciente, especialmente cuando nadie da por sentada hoy en día la victoria de Harris frente a Trump y todas las encuestas apuntan a un
50-50. Ahí es donde realmente se ejerce un poder de influencia, de movilización y de usar realmente el poder transformador que tiene un medio, en este caso de moda, que siempre tuvo detrás un propósito transformador de la sociedad pese a que muchos se les haya olvidado hoy en día. Liderazgo valiente.
El valor de la autenticidad
Una marca o una figura pública no debe ni puede, aspirar a ser para todo el mundo. Intentar complacer a todos lleva, inevitablemente, a diluir el mensaje y perder autenticidad. Solo cuando una marca se atreve a posicionarse con valentía logra conectar verdaderamente con un nicho específico de personas que comparten esos valores. Y es precisamente esta conexión lo que genera lealtad y compromiso genuino. Los dos ejemplos mencionados entienden que no se trata de ser complacientes, sino de ser auténticos y de atraer a aquellos que resuenan con su visión.
El posicionamiento valiente es un acto de verdad, y en una era donde la autenticidad es más valorada que nunca, solo aquellas figuras públicas y marcas que se atrevan a tomar partido podrán construir una relación duradera con su público. No se trata de estar de acuerdo en todo, sino de reconocer que hay momentos en los que el silencio ya no es una opción y que cuando eso sucede, la valentía de posicionarse marca la diferencia entre el conformismo y el cambio.
Aquellos capaces de tomar partido y hacerlo con integridad y claridad, serán recordados no solo por lo que representaron, sino por el impacto que tuvieron en la sociedad al atreverse a ser genuinos. ¿A caso no se trata de eso?