En los últimos años, el auge de los tratamientos estéticos ha llevado a millones de personas a buscar modificaciones sutiles y temporales que mejoren su apariencia sin recurrir a la cirugía. Entre estos procedimientos, los rellenos de labios y mejillas a base de ácido hialurónico o hidroxiapatita de calcio han ganado una gran popularidad. Sin embargo, estos tratamientos, que se venden como seguros y reversibles, pueden tener efectos inesperados y devastadores cuando se decide eliminarlos.
Una historia reciente documentada por The Guardian narra el caso de una mujer que, tras llevar rellenos faciales durante varios años, decidió retirarlos. Lo que esperaba fuera un regreso a su apariencia natural se convirtió en una experiencia traumática. Al eliminar los rellenos, su rostro perdió volumen de manera drástica y asimétrica, dejándola con una apariencia que jamás imaginó. Este “colapso” facial le trajo provocó en ella una profunda crisis emocional al ver cómo su rostro no se parecía al que recordaba.
Colapso facial, ¿por qué ocurre?
La causa de este efecto devastador, según expertos en estética facial, radica en que los rellenos no solo aumentan el volumen de los labios o mejillas, sino que también estimulan a la piel a expandirse. Además, los tejidos del rostro pueden desarrollar una especie de dependencia de estos rellenos. Cuando estos se retiran, los tejidos carecen del soporte al que se habían adaptado, lo que puede dejar zonas flácidas o incluso “hundidas”. En otras palabras, el cuerpo se acostumbra a la presencia de estos rellenos, y al desaparecer, la piel puede no ser capaz de recuperar su forma original.
En algunos casos, esta situación es temporal, y la piel gradualmente retoma un estado natural. Sin embargo, en otros, el daño puede ser permanente, especialmente si los rellenos fueron aplicados en exceso o sin el debido conocimiento técnico. No reconocerse en el espejo puede llevar a una pérdida de autoestima, inseguridad, y en casos graves, depresión.
La experiencia y técnica del profesional que aplica los rellenos son factores determinantes en los resultados y en el manejo de posibles efectos secundarios. Los expertos advierten que, en manos inexpertas, los rellenos pueden ser aplicados de manera incorrecta, estirando demasiado los tejidos o debilitándolos con el tiempo. Este daño puede hacer que, al retirar el relleno, el rostro experimente un envejecimiento prematuro y notable.
La tendencia actual hacia rostros de apariencia más “natural” ha llevado a algunas personas a buscar clínicas que eliminen rellenos excesivos. Sin embargo, los tratamientos correctivos pueden ser costosos, largos y no siempre solucionan completamente el problema.
Los rellenos más seguros
Si bien todos los tratamientos estéticos conllevan algún riesgo, el ácido hialurónico es el relleno más recomendado y ampliamente utilizado en la actualidad. Su popularidad se debe a su capacidad de retener agua y crear volumen de manera natural, pero también a que puede disolverse de manera segura en caso de complicaciones o resultados no deseados. Esto se logra con una enzima llamada hialuronidasa, que permite revertir los efectos del relleno sin dañar los tejidos de manera permanente.
Sin embargo, no todos los rellenos son reversibles de la misma forma. Algunos, como los rellenos a base de hidroxiapatita de calcio, son más densos y duraderos, lo que puede hacerlos más difíciles de eliminar y aumentar el riesgo de “colapso” facial una vez que el efecto del relleno desaparece. Por ello, es fundamental discutir con el profesional de estética qué tipo de relleno es más adecuado para cada persona, en función de sus características faciales y de los resultados que busca.
Impacto psicológico de verse diferente
Uno de los aspectos más ignorados del retiro de rellenos estéticos es el impacto psicológico. Muchas personas que han dependido de estos tratamientos durante años se enfrentan a una especie de “síndrome de abstinencia visual” al ver su rostro sin los volúmenes a los que estaban acostumbradas. Este cambio abrupto puede llevar a una dismorfia temporal, donde la persona percibe su rostro de una manera exageradamente negativa o poco realista.
Ver un rostro “hundido” en el espejo, sobre todo cuando se esperaba recuperar la apariencia original, es un choque emocional fuerte. Las personas pueden sentir que han envejecido de golpe o que han perdido el atractivo que solían tener, lo que afecta su autoestima y seguridad en situaciones sociales. Para quienes están pensando en someterse a un tratamiento estético con rellenos, los especialistas recomiendan investigar cuidadosamente, optar por clínicas de buena reputación y considerar los posibles efectos a largo plazo. Es fundamental preguntar sobre la experiencia del profesional, conocer los materiales que se utilizan y entender la posibilidad de reversión en caso de complicaciones. Además, es esencial tener expectativas realistas y considerar estos tratamientos como un apoyo a la belleza natural, y no como un sustituto permanente de ella.
Para minimizar los riesgos de “colapso facial,” algunos expertos sugieren optar por cantidades mínimas de relleno, o aplicarlo en áreas estratégicas donde el riesgo de flacidez al retirarlo sea menor. La clave es optar por un resultado natural y equilibrado, evitando los excesos que podrían llevar a problemas en el futuro.