Salud Mental

Crecimiento personal: Yo, mi, me, conmigo

Seguramente seríamos un poco más felices si dejáramos de mirarnos tanto al espejo y detuviéramos el reloj para compartir tiempo de calidad con nuestros seres queridos

chica mirándose al espejo

Es innegable reconocer que la calidad de vida y las cotas de bienestar nunca antes en la historia habían sido tan altas y extendidas entre la población. Sin embargo, también es innegable que somos más infelices y estamos más insatisfechos que nunca.

La ansiedad, la frustración y la depresión se han instalado en nuestra sociedad generando un problema de salud mental generalizado. Mientras algunos expertos lo relacionan directamente con un nivel de expectativas y perfeccionismo desmesurados, otros aluden al estrés y ritmo de vida acelerado cómo principales desencadenantes.

estrés, malestar y ansiedad

Lo que también está claro para la mayoría de los expertos es que los contenidos de autoayuda y crecimiento personal “mal entendidos” a veces pueden ser potenciadores de muchos de estos trastornos o problemas de salud mental. Y es que estamos saturados de positivismo e individualismo, en palabras del filósofo coreano Byung-Chul Han: “Ahora uno se explota a sí mismo y cree que está realizándose, en un extraño Síndrome de Estocolmo con el modelo consumista y exitocéntrico”.

Lejos han quedado aquellos días en los que estudiábamos en el colegio la pirámide de las necesidades de Maslow, teoría que también se ha estudiado y se sigue estudiando en diversas disciplinas formativas como la psicología, economía, márketing… Según Maslow, psicólogo humanista, existe una jerarquía de las necesidades que sitúa las necesidades fisiológicas, de seguridad y de afiliación en la base de dicha pirámide, mientras que las necesidades más complejas (reconocimiento y autorrealización) estarían en la cúspide de la misma.

Hoy en día, los cimientos del desarrollo personal y la felicidad son otros… el individualismo, el reconocimiento social y la autorrealización se han instalado en la base de la pirámide cómo necesidades básicas, obviamente no a un nivel fisiológico pero sí mental y emocional.

Este cambio de paradigma tuvo su origen cuando irrumpió la teoría del pensamiento positivo, que no psicología positiva, y la ley de la atracción tras la publicación de la controvertida obra de Rhonda Byrne, El Secreto (Urano,2007). La ley de la atracción asegura que con el pensamiento positivo el universo conspirará para que consigas lo que deseas y seas feliz, obviando el esfuerzo, la disciplina y la preparación, así como las circunstancias que nos rodean.

Este cambio de tendencia tuvo su momento álgido durante el Covid, donde proliferaron multitud de contenidos de autoayuda y autorrealización, apoyados en muchos casos en teorías menos científicas que han dado paso a disciplinas y vertientes basadas en el individualismo como motor de la felicidad y la autorrealización, dirigiéndonos a centrar nuestra vida hacia una mejora constante, una superación constante, una meditación y reflexión hacia uno mismo y hacia nuestro propio universo. Ni siquiera reparamos en lo incoherente de esto último. Por definición el universo comprende un “todo” y no una parte del “todo”.

Bienestar, emociones y calma

A la búsqueda del bienestar emocional

Del mismo modo, muchos de estos contenidos nos inspiran o animan a actuar en contra de los valores más básicos: la empatía, bondad, solidaridad… con afirmaciones y consejos como que hay que alejarse de los problemas, de las personas tóxicas, enfermas o que están sufriendo porque eso nos da “malas energías” y debemos rodearnos de personas que nos hagan disfrutar, reír… “personas vitamina”.

No cabe duda de los beneficios que aporta cuidarse física y mentalmente, y realmente es muy positivo tomar conciencia de ello e instalarnos en un modelo de vida saludable. La cuestión no es esa, la cuestión es hacerlo compatible con atención a nuestro entorno, cuidando también a las personas que nos rodean, tomar conciencia de la realidad de cada uno y despegarnos de nuestro “yoismo” y “exitocentrismo” para involucrarnos en nuestra sociedad como parte activa. 

Seguramente seríamos un poco más felices si dejáramos de mirarnos tanto al espejo y detuviéramos el reloj para compartir tiempo de calidad con nuestros seres queridos y con aquéllos que puedan necesitarnos. Es buena época para dedicar algunos momentos a ello.

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