“Érase una vez una bonita y escuálida muchacha. Vivía sola, exceptuando un gato sin nombre…”. ¿Quién no recuerda a Cat, la mascota de Holly Golightly en Desayuno con diamantes? No sabemos si a raíz de este clásico protagonizado por Audrey Hepburn fueron unos cuantos los que asociaron a las mujeres con gatos con la soltería o la soledad; pero lo cierto es que el tema es para examinarlo.
La asociación entre mujeres con gatos y la figura de la “solterona” proviene de estereotipos y narrativas culturales antiguas que vinculan la independencia femenina con la falta de una pareja. Los gatos, al ser animales independientes, simbolizaban esta autonomía, reforzando la idea de que las mujeres que los preferían no necesitaban o no deseaban la compañía de un marido, perpetuando el estereotipo de la “solterona”.
Cabría recordar el desafortunado comentario que JD Vance hizo en 2021, refiriéndose al término “cat lady sin hijos” durante una entrevista con Tucker Carlson, entonces presentador de Fox News. Durante su intervención, el político republicano sugirió que este tipo de mujeres estaban contribuyendo a crear una cultura “anti-familia” en Estados Unidos. Aunque intentó retractarse poco después, mantuvo que su comentario sí tenía un “punto real y sustancial” sobre el declive de los valores familiares en la sociedad.
Son muchas las mujeres que han compartido sus vidas con gatos (y sí, en muchas ocasiones, éstas eran miradas con lupa, como si fuesen un bicho raro). Desde figuras históricas, como Mary Pickford hasta Taylor Swift, estos animales han sido y siguen siendo fieles compañeros de muchas, muchísimas mujeres que sólo son juzgadas en caso de no tener pareja.
Si nos remontamos al siglo XVIII, por aquel entonces estos animales eran símbolos de estatus entre la élite francesa. Jean-Baptiste Perronneau, un renombrado pintor de la época, representó a la aristócrata Magdaleine Pinceloup de la Grange con un gato chartreux, una raza peculiar y codiciada. Pero no aportaban sólo compañía, también eran una extensión del refinamiento y la sofisticación de su dueña; como fue el caso de la escritora Colette, apasionada de esta raza.
Más casos. Mary Pickford, conocida como “la chica de los rizos”, superestrella del cine mudo y defensora de la igualdad salarial, también era conocida por su amor por los gatos. Su relación con estos animales fue tan intensa que reconoció en numerosas ocasiones que para ella estos animales eran su prioridad.
El caso de Cat, el gato sin nombre del personaje de Audrey Hepburn, va más allá todavía; ya que en cierta medida ese gato sin nombre simboliza a Holly, la protagonista, quien vive marcada por la independencia y el temor al compromiso. Y, aunque su protagonista inicialmente lo ve como un compañero temporal y se niega a ponerle un nombre, lo cuida con cariño hasta que -cuidado spoiler– tiene que perderlo para darse cuenta de lo que significa para ella.
En la actualidad, el ejemplo lo encontramos en celebrities como Taylor Swift, quien ha convertido a sus gatos en una extensión de sí misma. De hecho, sus nombres -Meredith Grey y Olivia Benson- son un guiño en honor a personajes de sus series favoritas. Ariana Grande también es otra gran amante de los gatos. Les ha incluido en sus videoclips, se los ha llevado a eventos y fomenta a menudo su adopción.
Por suerte, amigas, estamos de enhorabuena. Aquella mujer solitaria que vivía con 47 felinos ha viajado hasta el siglo XXI, en el que puede ser y hacer lo que le dé en gana; porque ser una amante de los gatos es una insignia de orgullo, y no hay nada raro en tener una colección de camisas con estampado de gatos y una cuenta de Instagram para tu minino con más seguidores que tú.