Colores que huelen a bosque, texturas que piden ser tocadas, curvas que acarician el aire: las casas que vienen no son más espectaculares, son más vividas. Así es el nuevo lujo, sin estridencias, que propone Casa Decor.
Es un destino evidente -en realidad, nadie necesita con urgencia una bañera de mármol ni un vestidor de madera noble- que ofrece una posibilidad, una idea de cómo podrías vivir si te escucharas más y miraras menos el algoritmo.

Este año, al recorrer sus espacios, la sensación es de familiaridad, como si alguien hubiera recordado por fin que las casas se habitan, no se exhiben. Y en esa especie de susurro colectivo –hecho de colores tierra, luces amables y formas que no se imponen- hay algo que reconcilia. Con el tiempo, con lo simple, con el deseo de estar bien.
Lo primero que llama la atención no es un sofá llamativo ni una lámpara escultural. Es el color. Verdes que huelen a campo mojado, azules que parecen robarle profundidad al mar, terracotas que hacen pensar en patios sin prisa. La firma belga Arte se encarga de que las paredes no sean solo un límite físico, sino también un gesto estético. Hay textura, hay hondura, hay algo de cobijo. Raúl Martins lo entiende bien. Su espacio no necesita explicaciones.

Después están las formas. Cada vez más redondeadas, suaves, pensadas para no interrumpir. En el baño de BANNI se nota, con lavabos que parecen esculpidos. El mármol blanco acompaña y los espejos son sin aristas. Todo parece pensado para cuando llegas cansada al final del día, no para la foto que nunca vas a hacer.
Otra de las cosas que se percibe al caminar por los espacios es que ya no hay techos que miran a otro lado. Comparten revestimientos, texturas, tonos. En el proyecto de Estudio Alegría, las paredes y el techo se funden, como si quisieran abrazarte. El efecto es envolvente, casi íntimo. No se trata de decorar más, sino de hacerlo mejor. De que el espacio tenga una coherencia que también alivie la cabeza.

Y luego está la materia. La madera que cruje, la piedra que se queda, los tejidos que no necesitan estampado. En ese terreno, Uecko marca el camino. Sus armarios hablan de tiempo, de lo que permanece: madera natural que te acompaña sin exigir protagonismo.
Al final, lo que queda no es si la lámpara era escultural ni si el mármol era italiano. Lo que queda es la sensación de haber estado en un sitio donde todo tiene sentido. Y el lujo, ese concepto que tantas veces confundimos con exceso, aquí se redefine como calma. Como materia honesta, como un espacio que te entiende y te espera.
Sales de Casa Decor con muchas ideas, sí. Pero sobre todo con una certeza: tu casa puede ser muchas cosas. Pero, ante todo, tiene que ser tuya.