Hubo un día en que Carmen de la Puerta dejó de mirar su marca como quien observa un capricho bonito y empezó a verla como lo que era: una firma con entidad propia, con mujeres que se vestían de Vogana y no solo compraban ropa. Fue después de la pandemia, cuando el mundo se paró y ella decidió darle una estructura seria a su empresa. “Dejamos de ser una marquita de invitadas y pasamos a tener peso en el sector”, cuenta con una serenidad que esconde la velocidad a la que ha crecido su universo. Porque en la moda, lo que no avanza muere, y Vogana no solo avanza, sino que se expande.
El estilo es un contrato a largo plazo con uno mismo. Y ella lo tiene claro. En un mundo donde las tendencias se evaporan como un perfume barato, De la Puerta diseña con la idea de que la ropa dure. “Intento ser fiel a mi esencia”, asegura. Sus prendas tienen un sello, un apellido reconocible. No le interesa tanto estar a la última como hacer algo que resista al tiempo, porque el lujo, en realidad, es eso: “Tener seis prendas básicas buenas que perduren”.
Entre desfiles, patrones y proveedores que hay que cuadrar con la precisión de un relojero, la sevillana se divide en dos sin que se noten las costuras. “Quizás no soy la madre que más pisa el parque”, confiesa con honestidad, “pero los fines de semana son para mis hijas al 100%”.
Es el mismo equilibrio que busca en sus colecciones: sofisticación sin artificio, esfuerzo sin drama. Fiore, su última propuesta, es un ejemplo de esa elegancia medida, prendas pensadas para quienes buscan algo más que un vestido bonito. Porque la moda, cuando está bien hecha, cuenta historias, y la suya es la de una mujer que trabaja sin descanso pero con amor, porque “para mí no es un trabajo, me sale de forma natural”.

Carmen de la Puerta, fundadora de Vogana. Fotografía: cortesía Vogana
Si tuviera que elegir su victoria, no sería la de haber creado una firma con éxito, sino la de haberlo hecho sin perderse en el intento. Quizás por eso, cuando le preguntas cómo le gustaría ser recordada, no habla de éxitos ni de ventas. “Como alguien creativa y generosa”, responde. Y es ahí, en esa sencillez, donde se entiende todo. Charlamos con ella.
Vogana nació con una idea clara: diseñar ropa con personalidad, pero sin fecha de caducidad. ¿En qué momento te diste cuenta de que lo que empezaste se había convertido en algo grande, en una marca con identidad propia?
Hubo un antes y un después a raíz de la pandemia. En ese momento decidí apostar totalmente por Vogana y le di una estructura empresarial a la marca. Dejamos de ser una “marquita” de invitadas y empezamos a cobrar un peso importante dentro del sector, además también diversificamos nuestros diseños y comenzamos a hacer prendas más ‘casual’ para llegar a un público más amplio.
Dicen que en el mundo de la moda hay que estar dos pasos por delante, pero también con un ojo en el espejo retrovisor. ¿Cómo manejas ese equilibrio entre innovación y esencia, entre lo que se espera de Vogana y lo que te nace diseñar?
Si te soy sincera, no me influyen demasiado las tendencias e intento ser fiel a mi estilo y a la esencia de la marca. La rueda está inventada y creo que lo importante es adaptar tanto las tendencias del momento con elementos genéricos que han existido siempre y crear algo con identidad propia que represente el concepto de marca que quieres, sobre todo que sea reconocible, ahí está la clave.

Conjunto de chaqueta (189 euros) y pantalón (129 euros) Greta beige
El éxito se celebra, pero el fracaso se aprende. Si tuvieses que enmarcar una lección dolorosa -una que te hizo cambiar la manera de ver tu trabajo-, ¿cuál sería?
Se me ocurren varias, pero creo que la principal es revisar a conciencia cada prenda que sale por la puerta para anticiparte a cualquier problema y también hacer controles de calidad exhaustivos.
Hay momentos en la vida en los que uno se pregunta “¿quién me mandaría meterme en esto?”. ¿Has tenido alguno así en tu carrera? ¿Qué te hizo seguir adelante?
Por supuesto, pero es tan reconfortante dedicarte a lo que te gusta que al final siempre merece la pena.
Fiore huele a primavera, a jardines secretos y a pétalos que se deshacen al amanecer. Pero más allá de lo poético, ¿qué historia esconde esta colección? ¿Qué querías contar cuando la diseñaste?
Es una colección pequeña, muy pensada y cuidada que anticipa todo lo que viene. Pensamos en invitadas que quieren diseños sofisticados y que sienten bien. Creo que tienen un sello muy Vogana. Algunos patrones reinventados y otro nuevos.

Conjunto abrigo Daria (189 euros) y pantalón Betto gris (129 euros)
El lujo ya no es lo que era. ¿Dónde crees que está hoy el verdadero lujo en la moda?
Yo soy partidaria del lujo silencioso. Creo que el verdadero lujo en un armario es tener 6 prendas básicas buenas que perduren en el tiempo y que puedas combinar fácilmente.
Tres hijas, una empresa en crecimiento, una marca que exige presencia y creatividad. ¿Dónde acaba Carmen de la Puerta la diseñadora y empieza Carmen de la Puerta la madre? ¿O al final son la misma persona, sin costuras que las separen?
Me encanta la pregunta porque quizás suene estresante, pero yo me lo tomo con filosofía. Quizás no soy la madre que más pise el parque o que más recoja a sus hijas del colegio porque mi trabajo exige muchísima dedicación, viajar continuamente… Pero los fines de semana son para ellas al 100% y también es innegociable desayunar y cenar todos juntos además de acostarlas todos los días. Creo que mi marido y yo formamos un buen equipo y eso facilita muchísimo el poder llegar a todo.
Si uno trabaja con pasión, ¿se trabaja el doble o la mitad? ¿Cómo logras no perderte en ese torbellino de responsabilidades sin dejar de disfrutar lo que haces?
Yo creo que trabajas más si te apasiona lo que haces. A mí me cuesta desconectar. Aunque ya no lleve las redes sociales de Vogana, si una clienta escribe a las 11 de la noche, me resulta imposible no contestarle y también paso bastante tiempo viendo desfiles, buscando inspiración en Pinterest, sea a la hora que sea. Para mí no es un trabajo. Me sale de forma natural.

Conjunto chaqueta (199 euros) y falda (149 euros) Filipa en color mostaza
En tu faceta como madre, ¿qué dirías que es lo mejor? ¿Te preocupa el mundo que les podamos dejar a nuestros hijos? ¿Y qué cosas te preocupan actualmente en este sentido?
Es lo mejor que me ha pasado. Un regalo. Y claro que me preocupa. Me preocupa la sociedad actual, la inmediatez en todo, la falta de valores o el fácil acceso que tienen desde niños a todo tipo de contenidos en un solo clic y que puede derivar en un problema serio.
Ser mujer y emprendedora sigue teniendo retos, pero también tiene su propia épica. ¿Cuál ha sido tu mayor batalla en este mundo y qué te ha enseñado sobre ti misma? ¿Cómo te gustaría que te recordaran?
No siento que me haya enfrentado a ninguna batalla por ser mujer, la verdad. Para mí la batalla está en controlar los tiempos del proceso de producción y hacer que todas las piezas de ese puzzle, llamado colección, encajen y para eso hay que ejercitar mucho la paciencia. Me gustaría que me recordaran como alguien creativa y generosa y, sobre todo, que la gente que tengo alrededor se sienta bien trabajando conmigo.