Tecnología

¿Cambiará la Inteligencia Artificial nuestra relación con los móviles?

La Inteligencia Artificial acelera la carrera entre fabricantes de teléfonos y abre una nueva era en la relación con los usuarios.

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¿Quién puede olvidarse del móvil hoy en día? La llamada nomophobia (pánico a quedarse sin móvil) nos invade cuando nos dejamos el dichoso aparato en casa. Los móviles llevan más de veinte años entre nosotros y son una extensión de nuestros cuerpos. No nos simplificaron únicamente la vida, sino que también aceleraron nuestra existencia. Tras más de dos décadas mejorando sus prestaciones, ofrecen hoy (gracias a sus apps) todo tipo de ayudas y contribuciones.

Aparecen cada vez más smartphones con Inteligencia Artificial (IA) que significará un gran avance tecnológico, pero también unos cambios en nuestra relación con estos dispositivos.

La IA de bolsillo: un desafío estratégico

El mercado anda revuelto. Apple desveló sus novedades, como siempre, en septiembre pasado. Anunció la tan esperada IA en sus próximos modelos iPhone 16 Pro. Sin entrar en tecnicismos y procesadores, permitirán realizar tareas de manera más eficiente, incluyendo reconocimientos faciales, edición de contenidos profesionales, y, entre otras cosas, un análisis predictivo del uso de aplicaciones. Se supone que (la todopoderosa) Siri, será aún más inteligente e irá aprendiendo para ofrecer respuestas más personalizadas a sus clientes.

Google, y su sistema Android, no se quedará atrás. Presente ya en toda la gama Pixel, la IA mejorará sustancialmente su faceta asistencial. A través de su aplicación llamada Gemini, ya cuenta con funciones tales como el control domótico, la transcripción automática o realizar tareas rutinarias. La amplia gama de nuevas prestaciones puede descubrirse, de hecho, en unas zonas interactivas de seis de las tiendas de El Corte Inglés.

El Samsung Galaxy S24, los nuevos Xiaomi y Huawei, son otras de las alternativas. Todos los fabricantes se han subido al tren de la IA, un mercado tan estratégico como cambiante.

Impacto de la IA en el día a día

Aunque la llegada de los móviles obtuvo alguna resistencia en sus inicios, acabaron en manos de todos. Como comento en mi libro “Pásate al modo avión”, se han convertido en los principales aceleradores de nuestro “tempo”. Han multiplicado exponencialmente nuestros contactos y quehaceres diarios. Nos han dado la posibilidad de consultar cualquier cosa, desde comprar muebles a una inversión en bolsa, integrarse en grupos de WhatsApp y decidir (en remoto) de asuntos personales y profesionales.

Sin embargo, la llegada de la IA puede ser aún más significativa. La curva de adopción será infinitamente más rápida, tanto por parte de los fabricantes, como de los potenciales compradores. Todos entenderemos rápidamente esas nuevas funciones como unas evoluciones naturales.

Serán capaces de anticipar nuestras necesidades y adaptarán sus roles, planificarán nuestro día dependiendo de nuestras prioridades, predecirán dificultades y nos ofrecerán recomendaciones, nos asesorarán en asuntos motivacionales o sentimentales.

Tenemos ya una relación tan afectiva con esa máquina que solo basta con ver la cara de una amiga cuando pierde su teléfono en una discoteca. Ese simple accesorio forma ya parte de nuestra familia. Con la IA integrada, su pérdida podrá ser tan perturbadora como la de una queridísima mascota.

¿Cómo gestionar esa relación omnipresente?

Como en anteriores ocasiones, no sirve de nada vociferar en contra del progreso. Todos los que renegaban de ello, en los inicios de los teléfonos móviles, son hoy sus usuarios más fieles. A medida que la IA continúe evolucionando, veremos sensibles cambios en nuestros hábitos. La inoculación discreta de esta nueva tecnología modificará la forma de relacionamos con estos pequeños asistentes.

La robotización global podría llevar a que la interacción humana disminuya y vayamos a una “híper individualización” de nuestras vidas. Las aplicaciones de mensajería, por ejemplo, predecirán nuestras respuestas, lo que cambiaría nuestra forma de interactuar con amigos, entornos sociales y familias.

Nuestra relación con el móvil se podría volver (aún) más pasiva, con menos interacciones conscientes y donde le otorgaremos aún más confianza a esa IA que “de todo se encarga”. Si la creciente dependencia traía algunas preocupaciones, estamos en una fase donde nos podríamos convertir en meros actores, con guiones escritos por lejanos realizadores. Perderemos probablemente habilidades cómo el sentido crítico, habilidades emocionales y manuales. Mis estudiantes ya no saben escribir correctamente con bolis de hecho, ni dibujar con lápices.

La privacidad abre también otro debate y es que estos nuevos teléfonos recopilan información en grandes cantidades. Para ofrecernos el mejor servicio, aprenden nuestros gustos, almacenando todos estos datos personales. Los algoritmos sabrán también lo que más nos interesa y que publicidad tendrá el mejor impacto.

La personalización tiene sin embargo sus puntos positivos, y es que los teléfonos con IA podrán adaptarse a nuestras necesidades individuales, ofreciendo sugerencias útiles y ayudándonos a mantenernos organizados y ágiles. Veremos una brutal mejora de nuestra eficiencia horaria, en término de productividad profesional o en el ámbito del tiempo libre personal.

Más que un teléfono, se convertirá pronto en un amigo, un consejero o un confidente sentimental.

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