“Una recarga rápida y 400 kilómetros de autonomía” es lo que promete BYD, la firma de vehículos eléctricos china, que anunció esta pasada semana un revolucionario sistema de carga. En tan solo cinco minutos (equivalente a lo que tardamos en rellenar un coche de gasolina) los automóviles de la marca estarían listos para retomar una larga carretera. Esto significa una gran proeza que cambiaría muchas reglas.
Hoy la gran mayoría de los conductores se resisten a pasarse a esta “energía limpia” por la enorme barrera que supone hacer cola y tener que estar enchufados durante una hora. Con este nuevo avance, los potenciales interesados podrían invertir en estos nuevos vehículos sin que sea un castigo. Esta hazaña tecnológica podría suponer un punto de inflexión, no únicamente para el conjunto de la industria automovilística, sino también un nuevo reto para Donald Trump y sus planes expansionistas para América.
BYD: Build Your Dreams
Nacida en Shenzhen en 1995, el fabricante chino empezó por fabricar baterías para nuestros teléfonos. Durante treinta años se fue lenta y discretamente reinventando hasta llegar a liderar la automoción limpia por todo el mundo. Sus siglas significan Build Your Dreams (Construye Tus Sueños) y hasta en eso fueron inteligentes, apostando por mercados anglófonos y lejanos.
Sus números hablan por sí solos. En 2023, BYD vendió más de 3 millones de sus vehículos y en el 2024 superaron los 110.000 millones de dólares de facturación, superando (y en más de un 10%) las ventas anuales de Tesla en el mercado. Sin embargo, su estrategia es relativamente sencilla: una tecnología punta y una cadena de producción optimizada que le permite reducir costes y ofrecer unas tarifas competitivas. En paralelo, la marca desarrolló una gran autonomía en sus cadenas de suministros, siendo mínimamente dependiente de terceros. De hecho, fabrica lo más importante y costoso que son sus propias baterías. Su otro gran acierto es apostar sobre los modelos híbridos que permiten no depender de angustiosas recargas, ahorrar gasolina y en caso de ciudades como Madrid, ahorrar en parkings y meterte hasta el centro sin recibir multas.

Sin el Plan Moves la compra de coches eléctricos se vería muy resentida
Estos factores explican el imparable éxito en ventas, llevando su cuota de mercado por encima del 20% en el segmento de la automoción eléctrica. BYD se ha convertido, con discreción y calma, en el líder absoluto en China, ofreciéndole una enorme ventaja estratégica para luego desembarcar en Europa, donde la marca era hasta hace bien poco prácticamente desconocida. Pero no es la única propuesta ya que, en su conjunto, las marcas chinas representarían hoy el 62% de las ventas globales de vehículos de motorización eléctrica. Estos coches tan silenciosos por las calles estarían causando ya mucho ruido en bolsa y hasta en la mismísima Casa Blanca.
La marca de la cual Musk se mofaba
La anécdota no deja de ser curiosa, en el 2011 en una entrevista, Elon Musk se burlaba abiertamente de la marca asiática. Contestaba a un periodista con su habitual mirada despectiva, dejando entender que su competidor no le llegaba a la rodilla. Musk llevaba años apostando por modelos disruptivos, pantallas enormes y una estética futurista al contrario de una BYD que apostaba por la democratización y unos asequibles precios de compra.
Unos precios que hoy no han ido en contra de la innovación (cualquiera que pruebe un BYD se quedará estupefacto) ya que vienen “de serie”, increíblemente equipados. Interactúan contigo de forma natural, como verdaderos asistentes de a bordo y facilitan la conducción, sin tener que añadir ningún extra u opción. Su estética es cuidadísima, sus materiales de gran calidad y su faceta informática, si bien no deslumbra como la de Tesla, cumple sobradamente con su tarea.

El fundador de Tesla y propietario de X, Elon Musk con un Air Force One de peluche a su llegada a la Casa Blanca en Washington, Estados Unidos.
Dónde Elon Musk (y Tesla) iban con ciertos aires de superioridad, BYD reflejaba la eterna y trabajadora filosofía empresarial china vendiendo una realidad. Conectando con un consumidor más pragmático y sensible al precio, muchos son los conductores que han optado por construir “sus propios sueños”. Especialmente en Europa donde el precio de la gasolina no ahoga, pero si aprieta. Las dos marcas antagónicas llevan curiosamente dos tendencias diametralmente opuestas en bolsa. Mientras la americana acumula más de un 50% de pérdidas en las últimas semanas, la china crece con la misma cuantía, y de forma acelerada. La irrupción política y partidista de Elon Musk tampoco ayuda.
Con la promesa de este nuevo punto de carga ultrarrápido, BYD da un paso más allá y traslada su misión de compañía a la electrificación del planeta. Cargar un coche de los suyos en cinco minutos supondrá no únicamente una mejora técnica, sino un argumento comercial sin competencia y a gran escala.
Nueva disputa entre EE.UU y China
Recordemos que, al margen de esta nueva carrera entre dos marcas, hay una tremenda guerra comercial entre Estados Unidos y China. Es el último episodio en las tensiones gubernamentales entre los dos países, atizadas por unas nuevas amenazas cruzadas de aranceles.
Hemos visto como, estos últimos meses, la lucha por la supremacía tecnológica se ha plasmado en distintos campos. Es el caso del culebrón de TikTok, o el de ChatGPT frente a DeepSeek o Alibaba, sus férreos competidores asiáticos. La inteligencia artificial “Made in China” está también causando mucho miedo entre los líderes de la industria tecnológica americana.
Si Trump ha decidido poner a TikTok y China contra las cuerdas para echarle un cable a Zuckerberg y su ecosistema, o comprar un Tesla para ayudar a su amigo del alma, parece que hoy ese discurso ya no cala. Para el presidente americano y su “MAGA” todo esto supone una enorme contrariedad.
Sus planes de reindustrializar el armamento a la par que levantar Detroit, la zona más castigada por la caída de su imperio automovilístico, podrían verse seriamente comprometidos. El nuevo inquilino del despacho oval podría ir perdiendo cierto rumbo y credibilidad. Y es que enfrentarse a medio mundo con cierto desconocimiento, podría tener incalculables repercusiones sociales, económicas y políticas.