ESTILO 14

Bridget Jones: ella loca por él y nosotras por Renée Zellweger

Emotiva y divertida, rompiendo clichés y desesperándonos con sus parodias inapropiadas… es nuestra antiheroína favorita

Bridget Jones

Aparentaremos que Bridget Jones no ha estado durante estos años de ausencia en lo más arriba de nuestra pirámide de necesidades humanas, que solamente queríamos saber dónde guarda la braga faja o braga de abuela que hizo pronunciar a Daniel Claver aquello de “¡J*der Bridget, qué bragas más grandes llevas!”.

Prometeremos, si es necesario, que después de ver esta nueva entrega, Bridget Jones: Loca por él, y de empacharnos con las anteriores, purgaremos la culpa leyendo Una habitación propia, de la espléndida Virginia Woolf, y El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, nuestras biblias particulares del feminismo. Pero mientras, déjennos regodearnos sin ningún tipo de conciencia con las inseguridades de nuestra antiheroína favorita, que son las de siempre, pero con distinto formato, y con su sarta de clichés y chistes inapropiados.

‘Bridget Jones: loca por él’

Bridget Jones ha vuelto a nuestras vidas y la recibimos con más cariño que nunca ahora que ha enviudado de Mark Darcy, que, aunque siempre le tuvimos por grosero, snob y aburrido, resultó ser el alma delicada con el que habría soñado toda mujer. Ha superado los 50 y dejó en el camino sus cigarrillos de marca británica y la mala costumbre de enjugar el llanto con exquisito vino Chardonnay, que, a pesar de ser seco, no tiene como función ejercer de paño de lágrimas.

Pero no seamos hipócritas. ¿No son estas cosas por las que adoramos a Bridget Jones? Nos gusta, como le dice Mark Darcy, tal y como es. Nos divierte su absoluta falta de disciplina, su caos vital, sus atolladeros sentimentales, sus torpezas, su perenne soltería, su inhabilidad para aprender el lenguaje feminista, sus bragas grandes (¿quién no ha echado alguna al cajón de la ropa interior?). Lo nuestro sí es redención, no la de su marido fallecido, que no puede disimular su tono de perdón.

‘Bridget Jones: loca por él’

Cuando Helen Fielding creó a esta divina criatura en una columna semanal del diario The Independent, inspirada ambiguamente en Jane Austen, creyó que no duraría más que unas semanas. Casi tres décadas después, cuatro novelas, cuatro películas y millones de fans, se ha convertido en un personaje casi de culto. Aunque parodiada hasta el frenesí, su obsesión por la báscula resultó ser la obsesión colectiva. También sus cruzadas para ajustar sus estándares profesionales, su estado sentimental… Todo delirante, pero real. Y ahora debe sumar el enjuiciamiento de las madres extra perfectas del colegio. ¿Por qué será que la culpa está tatuada a fuego con la maternidad?

A sus 51 años, Bridget Jones no se rinde y sigue buscando el amor, pero esta vez va a conseguir el aplauso feminista al romper con el prejuicio de la edad en las relaciones amorosas cuando ella es mayor. Leo Woodall, el actor que interpreta a Roxster, el amante de 28 años que conoce en una aplicación de citas, iba aún en pañales cuando Helen Fielding escribió su primera novela. Los protagonistas han querido romper este muro que aún persiste en la sociedad y especialmente en el cine. Es verdad que actrices como Demi Moore y Nicole Kidman la preceden, pero, a diferencia de ellas, Bridget Jones se aleja del canon de belleza hollywoodiense. Su autenticidad nos da una razón más para quererla. Así, “tal y como es”.

‘Bridget Jones: loca por él’

Nos queda por ver cómo resuelve frente a su nuevo Adonis algunos imperativos que, nos guste o no, están ahí. Bridget Jones, igual que las mujeres que llegamos con ella a la madurez, se encuentra en esta etapa natural de la vida que es la menopausia. Es un motivo de empoderamiento y celebración, pero ¿no será intimidante enfrentarse a un hombre en plena efervescencia hormonal? Nos impacienta saber cómo se desenvolverá entre las sábanas.

Por otra parte, ¿se adaptará a la naturaleza cambiante de un miembro de la generación Z, tan poco dada al compromiso y más proclive a los amores líquidos y fugaces? Es posible que Bridget no tenga la mínima intención de sentar la cabeza. ¿Por qué lo iba a hacer a estas alturas? Nos daremos por satisfechos si Roxster cubre las necesidades que tenga de sexo, intimidad, compañía o lo que desee. Y esperaremos a que nuestra encantadora protagonista nos diga cómo salir, si no airosa, al menos con humor de cualquier enredo erótico afectivo. Si cumple lo que ha escrito en su último diario –“Bridget Jones, es hora de vivir”-, será el broche de oro a esta bendita saga, aunque nos deje sin resolver el gran dilema: ¿apretamos el michelín en una braga faja o lo dejamos cabriolar a sus anchas por si acabamos cayendo en la tentación?

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