Desde el principio hemos tenido claro que Giorgia Meloni venía al mundo de la política para crear un nuevo estilo. Y parece que está teniendo éxito en su propósito. El apoyo de Úrsula von der Leyen a su política migratoria así como la presencia esta semana de la presidenta de la Comisión Europea en la reunión que celebró en petit comité la primera ministra italiana han confirmado el peso que está teniendo la líder de Hermanos de Italia.
En este camino que ha recorrido en estos años para buscar un perfil más moderado -al menos de puertas para afuera-, y que le ha llevado a distanciarse de partidos como Vox o la Unión Cívica de Víctor Orban, ha tenido también su papel el estilo de la primera mujer que ha llegado al palacio Chigi.
Uno de los primeros elementos que modificó la premier italiana fue el color. Vinculada con los colores oscuros del fascismo italiano, decidió dar un giro radical apostando por tonos como el rosa, una amplia gama de azules o el verde. Con esto conseguía, además, dos claros objetivos: por una parte, modificar la imagen seria y radical que podía tener a ojos de la ciudadanía y, por otra, señalar su presencia allá donde pone un pie. Es conocido el propósito que había detrás de los alegres colores que elegía Isabel II para vestir: con ellos, la reina lograba que todo el mundo supiera donde se encontraba, por muy lejos que estuvieran. Lo mismo consigue Meloni: en un mundo como el de la política, donde las mujeres muchas veces sacrifican su estilo para buscar una apariencia más seria vinculada, por desgracia, con un estilo masculino, ella impone un total look que si bien no se despega del todo del concepto de power dressing, sí que revoluciona lo que habíamos visto hasta ahora entre otras líderes europeas.
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Angela Merkel solía permitirse el color únicamente en las chaquetas, que tampoco destacaban más allá de un corte ligeramente original. Lo mismo le sucede a Von der Leyen o le pasa a Kamala Harris, que sin bien confía en grandes firmas para vestir, siempre es fiel al traje de chaqueta. Meloni, en cambio, ha apostado por la diferenciación con un nuevo lenguaje que introduce los maxiabrigos y el pantalón palazzo en el discurso político.
Muy comentado fue, por ejemplo, el look que escogió en junio para la reunión del G7 donde ella ejercía de anfitriona: de rosa y con un amplísimo pantalón palazzo, el traje de la firma italiana D.Exterior supuso toda una declaración de intenciones. Eso sí, no es esta su marca de cabecera, sino Giorgio Armani. En ella confió cuando accedió a la presidencia del consejo de ministros italiano y no suele fallarle al diseñador italiano. De hecho, si bien Pierpaolo Piccioli o Donatella Versace se han expresado en público en contra de las políticas de Meloni, el maestro de Piacenza ha optado por no pronunciarse en términos políticos, ni con ella ni con ningún otro partido. Solo dio una respuesta a la prensa británica cuando hace unos meses le preguntaron por su estilo: “Hay dos elementos importantes en su cuerpo. Me molesta verla tan pequeña en Europa, rodeada de hombres tan elegantes. Está ahí con su pequeña chaqueta, pero tiene una cara muy bonita”.
Meloni tiene muy claro, por ejemplo, el papel que tiene que desarrollar como embajadora de la moda italiana, pese a quien le pese. De hecho, se sabe que están prohibidos todo tipo de accesorios (y marcas) que no defiendan el ‘Made in Italy’. Tal es así que parece haber desaparecido de su armario el bolso de Calvin Klein con el que se le vio en el parlamento italiano en 2016.
Otro elemento fundamental a tener en cuenta para entender el estilo Meloni es el concepto sport que ha querido imprimir a su faceta pública. No es raro verla en zapatillas, ya sea con faldas plisadas o con pantalones o vaqueros. Forman ya parte de su sello personal, aunque también ha demostrado que se maneja muy bien con tacones. En ese look casual se incluye también accesorios como el Apple Watch, que a veces sustituye por la pulsera Fitbit.
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Por último, esta fanática de la literatura fantástica (es una reconocida aficionada a El señor de los anillos e incluso presidió un club llamado Atreyu, el nombre del protagonista de La historia interminable) también ha impuesto una moda capilar. Frente al peinado corto o muy controlado que estamos acostumbrados a ver, ella lo lleva suelto y aunque recortó su melena al convertirse en primera ministra, sigue apostando por un peinado sencillo, con mechas rubias y raya ligeramente ladeada al que a veces añade unas ligeras ondas.
Meloni ha decidido imponer un nuevo estilo en Europa, ya sea dentro del círculo político como en la moda, y parece que la premier está empezando a cosechar sus primeros éxitos, tanto en un lado como en otro. ¿Habrá nacido la nueva Angela Merkel?