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Arco y Jaume Plensa: el arte como inversión, legado y poder en el espacio público

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Sí, señores. La feria de las ferias ya está aquí, inundando y contribuyendo a la ebullición de una de las ciudades con más efervescencia del mundo. La feria Arco llega un año más a Madrid y con ella, los artistas más cotizados y aquellos que escriben y escribirán la historia del arte de nuestro momento. Arco es un torbellino de imágenes, discursos y tendencias. Cada año, artistas de todo el mundo exponen su trabajo en esta feria, que se ha consolidado como un epicentro del arte contemporáneo en España y una plataforma para nuevas voces y grandes nombres. También es la excusa perfecta para potenciar y contribuir durante la semana al éxito de otro tipo de galerías más focalizas al arte emergente como Just Fairs e inundar la ciudad y sus noches de los personajes más culturetas del mundo.

No obstante, dentro lo que está siendo una magnífica edición donde la vorágine de propuestas visuales y conceptuales buscan atraer la mirada del espectador, hay algo que se siente distinto, algo que obliga a detenerse, a mirar más allá del bullicio y algo que a un servidor no deja de emocionarle: la obra de Jaume Plensa (representado un año más por Carlos Durán, de Galería Senda.)

El cotizado silencio como lenguaje en la obra de Plensa

Este año, Plensa regresa a Arco con una instalación que, como toda su obra, es un grito silencioso que cala hondo. Sus esculturas de cabezas con los ojos cerrados, realizadas en alabastro, transmiten una serenidad que contrasta con el frenesí de la feria. Plensa nos recuerda que el arte no siempre tiene que gritar para ser escuchado. Su trabajo, de una poética conmovedora, nos invita a una pausa, a la introspección, a un diálogo interno en medio del estruendo visual y conceptual que define Arco.

Jaume Plensa lleva décadas explorando el poder del rostro humano como símbolo universal. Sus figuras, siempre en una especie de ensoñación, trascienden el tiempo y la geografía. Son retratos de lo humano en su estado más puro: vulnerables, etéreos, pero con una presencia avasalladora. En Arco, su instalación no solo impresiona por su ejecución técnica impecable trabajada sobre alabastro, sino porque propone una forma diferente de estar en el mundo: con los ojos cerrados, pero con la mente abierta. Un artista altamente consolidado cuya obra ya inunda grandes espacios públicos en epicentros de ciudades de nuestro país, más allá, obviamente, de su presencia en los museos más importantes del mundo. Talento catalán con propósito que cotiza al alza.

La relevancia de Plensa en el arte contemporáneo

La importancia de Plensa en la industria del arte no radica solo en su éxito comercial o en la cantidad de colecciones públicas y privadas que albergan su obra. Su relevancia está en su capacidad para generar emociones genuinas en el espectador. En un contexto donde el arte contemporáneo a menudo se vuelve hermético, intelectualizado hasta la frialdad, Plensa nos devuelve al territorio de lo esencial: la emoción, la memoria, la identidad. Sus esculturas nos hablan de la diversidad y de la humanidad compartida, un mensaje especialmente relevante en un mundo cada vez más polarizado.

ARCO: un espacio de contrastes

Arco es una feria que, a lo largo de los años, ha visto nacer y consolidarse a muchos grandes nombres del arte. Es un espacio donde las tendencias se marcan, donde los artistas emergentes encuentran un altavoz y donde el mercado del arte se mueve con intensidad. Pero es también un lugar donde, a veces, es difícil encontrar autenticidad en medio de tanta estrategia comercial y búsqueda de impacto inmediato.

De hecho, durante estos días en círculos sociales no deja de comentarse como Arco se está convirtiendo cada vez más en un lugar donde socializar, dejarse ver y ya después, si eso, hablar de arte. Algo así como un lugar de networking o the place to be. En medio de todo eso, Plensa con su obra nos recuerda que el arte no es solo provocación, sino también contemplación, y que la belleza, por suerte, sigue teniendo un lugar en la contemporaneidad.

Podríamos decir que su presencia en Arco 2025 es un necesario recordatorio de que el arte puede ser un refugio, un instante de paz en medio del caos. Por eso su obra no solo es relevante, sino necesaria.

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