Durante la menopausia, el equilibrio hormonal sufre alteraciones que pueden tener efectos visibles en la piel. La disminución de los estrógenos y el aumento relativo de las hormonas andrógenas pueden estimular las glándulas sebáceas, aumentando la producción de sebo. Esto, sumado a una piel que tiende a ser más seca y menos elástica en esta etapa, puede hacer que el acné vuelva a surgir o empeore.
Sin embargo, con una rutina adecuada y algunos cambios en el estilo de vida, es posible controlar el acné y mejorar la salud de la piel. Detallamos siete consejos de la especialista Carmen Díaz Alonso, máster en Enfermería Dermoéstética y Cuidados de la Piel y socia Directora en Germaine Goya, para dar con las claves para combatirlo:
1. Mantener una higiene facial adecuada
Limpiar el rostro es fundamental para mantener la piel libre de impurezas. Durante la menopausia, se recomienda lavarla dos veces al día con un limpiador suave y libre de agentes irritantes. Los productos con ingredientes antiinflamatorios y sin aceites ayudan a prevenir la obstrucción de los poros y a reducir la inflamación que puede causar los brotes. Además, al limpiar la piel sin agredirla, se respeta su equilibrio natural y se evita una posible sobreproducción de sebo como reacción.
2. Elegir productos específicos para el acné
La elección de productos adecuados es esencial para el cuidado de la piel madura y con tendencia al acné. Los ingredientes como el ácido salicílico y el ácido glicólico son útiles, ya que ayudan a exfoliar suavemente, eliminando células muertas y controlando la producción de grasa. Además, los retinoides, aunque deben utilizarse con precaución, pueden ser muy efectivos al promover la renovación celular y reducir la obstrucción de los poros. En pieles maduras, se recomienda empezar con concentraciones bajas e ir aumentando la dosis bajo supervisión de un dermatólogo.
3. Adoptar una dieta equilibrada
El acné está influido por lo que comemos. Alimentos ricos en omega-3, antioxidantes y vitaminas como la A, C y E fortalecen la piel y la protegen de los efectos del envejecimiento. Limitar el consumo de azúcar, lácteos y carbohidratos refinados puede ayudar a reducir la inflamación de la piel y, con ello, la frecuencia de los brotes. Incorporar vegetales, frutas frescas y grasas saludables, como las del aguacate y los frutos secos, aporta nutrientes esenciales que mejoran la calidad de la piel.
El tomate es un excelente alimento para las pieles con acné, gracias a su contenido en licopeno, un poderoso antioxidante que combate los radicales libres y ayuda a reducir la inflamación. Su acidez natural también ayuda a regular el pH de la piel, lo que puede favorecer un entorno menos propicio para el desarrollo del acné.
Además, el consumo excesivo de chocolate y alimentos grasos puede contribuir a la aparición de brotes en personas con piel propensa al acné. Sin embargo, no es necesario eliminarlos por completo, sino moderar su ingesta. De vez en cuando y en pequeñas cantidades, estos alimentos pueden disfrutarse sin agravar el acné.
4. Usar protector solar adecuado
La protección solar es esencial a cualquier edad, pero en la menopausia es especialmente importante. La piel madura es más vulnerable al daño solar, y en personas con tendencia al acné, el sol puede dejar marcas permanentes. Los protectores solares no comedogénicos, diseñados para pieles grasas o con tendencia acneica, ofrecen protección sin obstruir los poros y evitan la aparición de manchas.
5. Usar maquillaje específico para pieles acneicas
El maquillaje puede ser un aliado si se elige correctamente. Las texturas ligeras, como las bases en espuma o en polvo, suelen adaptarse mejor a la piel con acné. Para cubrir brotes visibles, se pueden emplear correctores minerales, que no sólo ayudan a disimular sino que también permiten que la piel respire. Evitar bases pesadas y oleosas es clave para prevenir la obstrucción de los poros.
6. Consultar a un dermatólogo
El acné durante la menopausia puede ser persistente y difícil de controlar, por lo que la ayuda de un dermatólogo puede ser necesaria. Un especialista puede recomendar tratamientos tópicos, como cremas antibióticas, o incluso medicamentos hormonales para equilibrar los niveles hormonales y reducir el acné. Estos tratamientos suelen estar adaptados a las necesidades de la piel madura y ayudan a prevenir futuros brotes.
7. Reducir el estrés con técnicas de relajación
El estrés es uno de los factores que puede agravar el acné, ya que desencadena una respuesta hormonal que afecta a la piel. Practicar técnicas de relajación como yoga, meditación o ejercicios de respiración no sólo es beneficioso para el bienestar general, sino que también ayuda a reducir la inflamación y a controlar los brotes.