Cantabria

El pueblo de los Picos de Europa que adora todo el mundo porque es una aldea ‘encantada’

Si aún no has visitado todavía Potes, prepárate a vivir una experiencia cercana a la magia. Un pueblo encantado que aún resiste al tiempo

Potes (Cantabria) - Sociedad
Vista a la localidad de Potes desde la Torre del Infantado
Wikipedia

Hay lugares que no necesitan grandes campañas turísticas para enamorar a quienes los pisan. Potes, enclavado entre gargantas, picos nevados y la quietud líquida del río Deva, parece una aldea sacada de un cuento antiguo. No es casualidad que todos quienes la visitan coincidan en definirla como “encantada”.

Potes no solo preserva su historia. La deja respirar por cada piedra del casco antiguo, por cada mirada de sus habitantes y por cada ráfaga de aire que baja desde los Picos de Europa.

Nombrado como capital de la comarca de Liébana, este pueblo está rodeado de un paisaje que parece cincelado por la mano de un antiguo dios. Su ubicación estratégica, en la confluencia de cuatro valles, lo ha convertido desde hace siglos en cruce de caminos, saberes y culturas. Hoy, ese cruce se transforma en un remanso de paz y autenticidad.

Potes, entre torres medievales y callejuelas empedradas

Caminar por Potes es caminar por la historia viva de Cantabria. Las torres medievales, como la del Infantado —símbolo inconfundible del municipio—, se yerguen con orgullo entre callejuelas que se estrechan y serpentean como si quisieran jugar con el visitante. Cada rincón esconde una postal. Un arco de piedra cubierto de musgo. Un puente que parece unir siglos. Una ventana de madera por la que asoma el geranio más rojo del norte.

Potes (Cantabria)
Una fotografía de la belleza que atesora la localidad cántabra
Artículo14/ David Lorao

La arquitectura de Potes no es un capricho. Es el resultado de siglos de resistencia al olvido. Aquí, la tradición no es una reliquia, sino una forma de habitar el presente. Las casas de piedra con balcones floridos y tejados de teja roja conforman un paisaje urbano que ha sabido mantener su esencia, incluso en los meses de mayor afluencia turística.

Potes deslumbra, sí, pero también conmueve. Hay algo en el aire de este pueblo que escapa a la cámara. Quizás sea el eco de sus leyendas, el peso amable de sus costumbres o la forma en que el tiempo parece discurrir más lento, como si el reloj decidiera respetar la cadencia del río Quiviesa antes de encontrarse con el Deva.

Naturaleza, espiritualidad y sabor

A escasos kilómetros del corazón de Potes se levanta el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, uno de los lugares de peregrinación más importantes de la cristiandad. El camino hasta él es, en sí mismo, una experiencia que mezcla silencio, verdes imposibles y vistas que cortan la respiración. No se entiende Potes sin esta dimensión espiritual, sin esa conexión telúrica con la montaña y lo sagrado.

Potes (Cantabria)
Confluencia del río Quiviesa con el río Deva
Wikipedia

Pero si algo atrapa al visitante, además del paisaje, es el sabor. La gastronomía de Potes es tan poderosa como su entorno. El cocido lebaniego, hecho a fuego lento con garbanzos, carne de cerdo y verduras, es un abrazo en forma de plato. Y los quesucos, los embutidos, los orujos. Cada bocado es una delicia mejor que la anterior.

No es exagerado decir que Potes es uno de esos lugares que todo el mundo adora. Quizá porque su belleza no es estridente, sino íntima. Quizá porque no pretende ser más de lo que es. Y eso, en un tiempo de apariencias, lo convierte en un tesoro raro. Aquí, la autenticidad no se vende: se vive.

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