Este rincón natural de Castilla y León es un paraíso secreto con cascadas, cañones y apenas visitantes

Castilla y León tiene multitud de lugares increíbles, pero pocos tan llamativos como el Cañón del Río Lobos, una joya de la naturaleza que no recibe todo el reconocimiento y los visitantes que merece

El Cañón del Río Lobos en primavera

Entre las provincias de Soria y Burgos, en el corazón de Castilla y León, se encuentra uno de los tesoros naturales mejor guardados del país: el Parque Natural del Cañón del Río Lobos. Este enclave, que se extiende a lo largo de más de 10.000 hectáreas, sorprende por la grandiosidad de sus paisajes y la paz que aún reina en sus senderos, lejos de las multitudes que copan otros destinos turísticos.

Lo que hoy es un paraíso para senderistas, amantes de la naturaleza y en general personas que buscan la tranquilidad, es el resultado de milenios de erosión del río Lobos, que ha esculpido un cañón profundo entre paredes de roca caliza de hasta 200 metros de altura. Este espectacular desfiladero guarda una biodiversidad única y rincones que parecen sacados de un cuento.

El parque es hogar de una variedad de flora que cambia con el terreno: desde llanuras cubiertas de sabinas hasta zonas rocosas donde crecen especies resistentes. Entre su fauna más emblemática destacan los majestuosos buitres leonados, cuyas siluetas pueden observarse fácilmente desde varios miradores. También lo habitan otras rapaces como halcones, alimoches y águilas reales, además de nutrias, jabalíes o gatos monteses que encuentran refugio en este entorno poco transitado.

Sus caminos tienen mucho que ofrecer

Además de su riqueza natural, el parque esconde una joya arquitectónica: la ermita templaria de San Bartolomé. Este templo del siglo XIII, erigido en un punto geométrico considerado simbólico por algunas corrientes esotéricas, se levanta en pleno corazón del cañón, como si custodiara sus secretos. Llegar hasta ella es sencillo gracias a un sendero que parte desde el Centro de Interpretación, en las afueras de Ucero.

La Ermita de San Bartolomé, una de las joyas actualizadas del cañón del Río Lobos
www.cañondelriolobos.com

A lo largo del recorrido, los visitantes se sumergen en bosques de sabinas centenarias, cruzan pasarelas de madera, vadean arroyos cristalinos y se asoman a cuevas que invitan a la exploración. El agua, que en algunos tramos del río desaparece bajo tierra y reaparece metros más adelante, le da al entorno un aire místico y cambiante.

Un recorrido hecho para descubrir

El parque cuenta con varias rutas de senderismo para todos los niveles. Una de las más accesibles permite descubrir los principales encantos del cañón en apenas tres kilómetros, ideal para familias. Quienes busquen una aventura más completa pueden optar por itinerarios de hasta 18 kilómetros que recorren el tramo más espectacular del parque, desde Ucero hasta Hontoria del Pinar, donde un antiguo puente romano marca el final de la travesía.

Cinco miradores oficiales permiten disfrutar de las mejores vistas sin necesidad de caminar demasiado. Destaca el Mirador de la Galiana, probablemente el más conocido, pero también merecen una visita los de Costalago, La Lastrilla, el Castillo y Las Gullurías, este último accesible solo a pie.

El Parque Natural del Cañón del Río Lobos sigue siendo, pese a su belleza, un lugar poco frecuentado, lo que permite disfrutarlo con calma, sin prisas ni aglomeraciones. Más allá del senderismo, el entorno ofrece actividades como paseos a caballo, rutas en bicicleta o espeleología, para quienes quieran vivirlo de forma más intensa.

En definitiva, este rincón escondido de Castilla y León es mucho más que un parque natural: es un viaje a la calma, a la naturaleza más pura, y a una historia grabada en piedra por el paso del agua y el tiempo.

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