Que en España se come como en casi ningún sitio no es ni mucho menos un secreto, ya que tenemos la suerte de que nuestra naturaleza y la cultura gastronómica nos brinden unos productos del más alto nivel y a la vez una forma de cocinarlos que los eleva aún más. Por eso mismo, a la hora de destacar alguna categoría de nuestro país es muy fácil irse directamente a la de la comida, porque es cierto que es famosa en el mundo entero y una de las cosas que más se nota cuando vienen turistas, o en el caso contrario, cuando salimos al extranjero.
Cada lugar destaca por unos productos en concreto. Por ejemplo, no podemos pensar en Murcia y Almería sin destacar sus frutas y hortalizas, ya que son la huerta de Europa. O Galicia y entre muchísimas otras cosas, su marisco. Valencia y el arroz son uno y en Extremadura (aunque no solo allí) se hacen los mejores jamones. Pero en esta ocasión nos vamos a centrar en Castilla y León, uno de los templos gastronómicos del país, donde cada provincia tiene una ‘especialidad’.
Por ejemplo, en Segovia, el cochinillo; en León, la cecina; en Burgos, la morcilla; y en Ávila, las patatas revolconas. En cambio hay una más desconocida pero que no podemos pasar pro alto, la provincia de Zamora, que entre otros muchos manjares tiene un producto que destaca sobre el resto, y no puede ser otro que la ternera. Concretamente en la comarca de Sayago, Sanabria y Aliste, es el producto estrella. Y hay un lugar desconocido donde la tratan como nadie.
El campo es una de las grandes joyas de Zamora
El secreto mejor guardado de Zamora
Hay muchos pueblos en la provincia donde se puede probar este manjar, aunque hay uno que destaca por encima del resto, San Vitero. Este lugar está a 68 kilómetros de la capital zamorana y a 12 de la frontera con Portugal, contando con menos de 500 habitantes en el conjunto de todas sus pedanías, pero con una tradición histórica por su trato a la ternera de Aliste.
San Vitero es una parada obligatoria para una ruta gastronómica donde poder degustar una de las carnes más sabrosas y destacadas de la provincia, la cuál posee características propias y distintivas con una alta terneza, jugosidad y con un sabor suave que se deshace en la boca. Además, debe de tener un periodo mínimo de maduración de cuatro días.
Solo la carne merece el viaje, pero hay mucho más
Solo para comer merece la pena el viaje, pero hay otros atractivos, puesto que este pueblo conserva en el casco urbano muestras de su arquitectura tradicional en piedra. Ejemplo de ello son sus edificios principales: la iglesia parroquial de San Víctor, destacada por su portico, y la ermita del Cristo del Campo. Además, posee dos elementos que resaltan entre sus calles: el toro prerromano y el miliario, ambos están ubicados en la plaza principal junto a la iglesia.
Pero cuando llega el momento más esperado encontramos dos restaurantes donde se puede degustar este producto tan destacado que lleva el nombre de la comarca: el asador Casa Alfonso y el restaurante Casa Fidel. Ambos poseen una extensa variedad de productos, pero teniendo la ternera de Aliste como su producto estrella, además, ofrecen productos de la tierra.
La ternera de Aliste resalta entre los paladares de los comensales por su indiscutible sabor, y una increíble textura que al comerse se deshace en la boca. Un producto para degustar en cualquiera de sus partes y formas. Ambos restaurantes son especialistas en este producto y cuentan con un ambiente cálido y familiar, que hace que sean perfectos para disfrutar de la gastronomía tradicional alistana y con una amplia variedad de platos y sabores.