Hay rincones en España que se mantienen al margen del turismo masivo. Y, entre ellos, destaca un pueblo de Soria que parece detenido en el tiempo: Vinuesa. Con menos de 850 habitantes, este municipio soriano es conocido como la Corte de los Pinares, un sobrenombre que esconde tanto historia como orgullo local. Quienes lo visitan por primera vez se ven sorprendidos por su densidad de casas blasonadas, sus calles empedradas y la fuerza del paisaje que lo rodea.
Este pueblo de Soria, enclavado en pleno reino del pino, gira en torno a este árbol emblemático no solo en lo natural, sino también en lo espiritual y simbólico. Desde la Virgen del Pino hasta su arquitectura pinariega, el entorno está impregnado de una identidad muy marcada que se vive con intensidad.
Una iglesia con vistas y raíces históricas
El corazón espiritual de este pueblo de Soria se encuentra en lo alto: la iglesia de Nuestra Señora del Pino. Su campanario es visible desde casi cualquier rincón del municipio, gracias a su ubicación en una plataforma elevada. La construcción comenzó en el siglo XVI, de la mano de un arquitecto vinculado al Monasterio de El Escorial. Tardó casi un siglo en completarse, lo que explica su eclecticismo estilístico.
En la sacristía del templo, se guarda una talla de apenas 30 centímetros de la Virgen del Pino. La leyenda dice que se apareció en lo alto de un árbol en el límite entre Covaleda y Vinuesa. Desde entonces, cada 16 de agosto, las mujeres de este pueblo de Soria celebran La Pinochada. Una fiesta en la que reviven aquel momento histórico blandiendo ramas de pino frente a los hombres, en una singular inversión de roles.

Pasear por las calles de este pueblo de Soria es como recorrer un museo al aire libre. La subida por la calle De la Iglesia hasta la Plaza Mayor es íntima, y permite observar las características viviendas de piedra y madera con grandes aleros, tan típicas de la arquitectura pinariega. Desde el mirador contiguo al templo, se alcanza una panorámica inmejorable del pantano.
Sin embargo, la subida más majestuosa se hace por la calle Reina Sofía, que parte desde el humilladero y la ermita de la Soledad. En ella se encuentra la Casa del Indiano, un símbolo de quienes emigraron a América y regresaron con fortuna. Esta calle conduce hasta el Rollo jurisdiccional de 1776, símbolo de que Carlos III otorgó el título de villa a este pueblo de Soria, justo el año en que Estados Unidos declaraba su independencia.
La Corte de los Pinares y sus leyendas
Una de las historias que dan sentido al apodo de Corte de los Pinares sitúa a Juan II de Castilla cazando por los montes cercanos. Según la leyenda, fue atacado por un lobo y un vecino lo salvó. En agradecimiento, su padre, el rey Juan I, concedió a Vinuesa un escudo con un lobo y un pino. Así, este pueblo de Soria selló su historia con nobleza y naturaleza.
La arquitectura noble se despliega con fuerza en calles como Luenga, donde se alza la Casa de los Ramos (1778), una joya pinariega que fue incluso replicada en el Poble Espanyol de Barcelona durante la Exposición Universal de 1929. Unos pasos más allá, en la calle Andrés Villacieros, el Palacio de los Marqueses de Vilueña (1754) muestra otra cara de la elegancia visontina.

Este pueblo de Soria está situado a más de 1.100 metros de altitud, a los pies del Parque Natural de la Laguna Negra y los Circos Glaciares de Urbión. La excursión a la mítica Laguna Negra, inmortalizada por Antonio Machado, es un plan obligatorio. Pero hay más. Por ejemlo, el Museo del Bosque ofrece una mirada moderna a los usos del pinar y a la vida tradicional de la zona.
Entre los atractivos naturales, también destaca el Embalse de la Cuerda del Pozo. Cuando el caudal desciende, se puede divisar el campanario de la antigua localidad sumergida de La Muedra. Los visitantes más curiosos de este pueblo de Soria se divierten localizando sus restos y caminando por el antiguo puente romano, mientras que los más aventureros optan por zambullirse desde las rocas o alquilar una embarcación en Playa Pita.