Ángeles Santos, ganadera y productora de Quesos La Faya; Mari Luz, repostera artesanal en El pan negro de Mariluz, Guadalupe Tejero, agricultora volcada en los cultivos alternativos;… son solo algunos ejemplos de una nueva generación de mujeres en el mundo rural. Profesionales que por voluntad propia han elegido quedarse o regresar al pueblo de sus orígenes, impulsar sus negocios generando valor en su entorno. La producción agroalimentaria de calidad es el nexo común entre todas ellas, quienes además juega un papel clave en la fijación de población en el ámbito rural.
“Nos educan para que la ciudad sea el éxito, el pueblo el fracaso”, asegura a Artículo14, Ángeles Santos. Licenciada en Administración y Dirección de Empresas (ADE), tras una experiencia en una entidad bancaria, Santos decidió apostar por el negocio familiar, iniciado por su padre y en el que también participan sus hermanos. En su caso, su pasión por la ganadería y la elaboración de quesos artesanales, le llevó a tomar la decisión de regresar a Fariza (Zamora). Aunque como ella misma reconoce, “en realidad nunca me llegué a ir porque los fines de semana volvía y estaba al tanto de lo que ocurría en el negocio”.
Santo gestiona una ganadería extensiva de oveja churra autóctona de mil madres, que como ella explica, realizan una agricultura regenerativa en el entorno. Su pastoreo facilita la limpieza del entorno, en su caso en la zona de los Arribes del Duero, su abono y mantenimiento de la diversidad natural. Es una actividad ecológica (como así atestigua su sello) y su leche se utiliza para la elaboración de queso artesanal bajo la DO Queso Zamorano. Una producción que también cuenta con los sellos Tierra de Sabor, Territorio Vivo o Marca Natural. “Las mujeres hemos avanzado mucho, pero aún falta reconocimiento, por ejemplo, en todas las labores de cuidado que realizamos”, señala Santos.
Repostería artesana
Mari Luz ha estado toda su vida ligada a la gastronomía. Primero montó un restaurante y luego decidió convertirse en repostera artesanal en La Alberca (Salamanca). El nombre del negocio ‘Pan negro’ es un homenaje a su abuela que elaboraba el pan de centeno de aquella época. Hoy Mari Luz está decidida a mantener la tradición gastronómica de la zona. Como explica a Artículo14, es la única en el pueblo que cocina fritos tradicionales, como las roquillas de anís o las cañas de canela. Casualmente en el pasado su abuela fue turronera vendiendo por los pueblos y ahora, Mari Luz elabora no solo los clásicos turrones de almendra, sino también productos diferentes, como el turrón de jamón ibérico o de gamba”.
Siempre que es posible la materia prima es de la zona. Por ejemplo, la harina de Zamora, los piñones de Valladolid o las almendras de los Arribes del Duero. En el negocio también está su hija Patricia, que decidió volver a su localidad natal para involucrarse en el negocio que emprendió su madre. “Sin esfuerzo no se consigue nada. Aquí estamos volcadas en productos artesanos de verdad, no con etiqueta. Y ciertamente son productos que no pueden ser los más baratos porque la materia prima es de calidad y la elaboración es cien por cien artesanal”, explica Mari Luz. Sus principales clientes son los turistas que visitan la localidad, aunque también han abierto una tienda online.
Interés por innovar
Guadalupe Tejero también ha vivido su propia reconversión profesional en el mundo rural. Siempre tuvo claro que quería vivir en campo: “Todo el mundo nos decía que estábamos locos, pero mi marido siempre tuvimos claro que esto era una inversión en calidad de vida“, asegura a Artículo14. Y así hace casi 20 años comenzó con una explotación ganadera, que luego cesó para centrarse en la producción agrícola, en la que combina cultivos convencionales -garbanzos, lentejas, girasol, avena, trigo panificable…- con alternativos -trigo sarraceno, quinoa, arroz, espelta-. El suyo es un ejemplo de una mujer que busca hacer cosas diferentes al resto, tener curiosidad por formarse, experimentar y seguir creciendo como profesional. En su opinión, “la agricultura es una profesión viva y dinámica. Innovar es investigar y experimentar, y tenemos laboratorios al aire libre para hacerlo”.
“Me encanta saber que nuestro trabajo sirve para la producción de alimentos para personas y animales“, explica. El suyo es un ejemplo de una mujer que busca hacer cosas diferentes al resto, tener curiosidad por formarse, experimentar y seguir creciendo como profesional. En su opinión, “la agricultura es una profesión viva y dinámica. Innovar es investigar y experimentar, y tenemos laboratorios al aire libre para hacerlo”. Admite que la vida en el mundo rural no es fácil, pero se siente una privilegiada de poder hacerlo: “La gran mayoría de las mujeres aspira a vivir en una ciudad con horarios de 8 horas, más medios y más posibilidades. Eso sí, tengo claro que vivir y trabajar en el medio rural no es fácil, pero es un privilegio”.