A principios de mes, Christine Lagarde recordó que “Visa, MasterCard, PayPal o Alipay son plataformas controladas por empresas estadounidenses o chinas”. Solo las dos primeras concentran el 60% de todos los pagos que se realizan con tarjeta en la Unión Europea, y su cuota es casi absoluta en 13 países miembros. Esto le preocupa a la presidenta del Banco Central Europeo; ve imposible que el bloque goce de “soberanía financiera” si no existe “una oferta europea”. Con esas palabras, Lagarde no solo le ha puesto deberes al sector financiero: ha provocado un terremoto.
La primera persona que le ha cogido el guante a Lagarde ha sido otra mujer, Martina Weimert. ¿Quién es? Su currículum resume más de 20 años de experiencia en banca y consultoría, pero su trayectoria vital también es un buen reflejo del proyecto de integración europea: nacida de padres alemanes, pasó sus primeros años de vida en España, se crió en Italia y estudió en Francia. Ahora es la CEO de la Iniciativa de Pagos Europea, EPI, por sus siglas en inglés. Se trata de un proyecto con el respaldo de bancos europeos que lleva un lustro trabajando para desarrollar, precisamente, una alternativa a Visa y a MasterCard.
¿Bizum digital?
Esta iniciativa echó a andar en 2020. Lo integran bancos como ING, Deutsche Bank o BNP Paribas. También la banca española formó parte de él, pero una docena de entidades, como BBVA o CaixaBank, abandonaron el barco a principios de 2022 porque dudaban de que los productos de EPI acabaran prosperando. Al fin y al cabo, uno de los proyectos era desarrollar una plataforma para enviar dinero digitalmente y Bizum, en el mercado español, ya sumaba 15 millones de usuarios registrados por aquellas fechas. Hoy Bizum linda los 30 millones.
Sin embargo, las palabras de Lagarde y los últimos movimientos de Martina Weimert al frente de EPI abocan a que este consorcio, Bizum y otras tantas plataformas europeas de pagos se terminen entendiendo. No les va a quedar más remedio. EPI lanzó a finales de noviembre del 2024 Wero, su propia plataforma de envío de dinero por el móvil, competencia directa de Bizum. En apenas medio año, Wero suma más de 40 millones de usuarios registrados y es accesible para clientes de algunos bancos franceses, belgas y alemanes. Bizum, por su parte, permite desde este mismo mes enviar o recibir dinero de usuarios de la plataforma italiana Bancomat o de la portuguesa MB WAY.
Mano tendida
Todo esto prueba que ambos productos están maduros y que competir entre sí no tendría mucho sentido. Al menos así lo entiende Martina Weimert. Un comunicado que EPI lanzó días atrás urgía a los países europeos a iniciar un camino “hacia la soberanía e independencia en materia de pagos”, pero también reconocía que Wero “no es el único actor” del mercado. “Existen otras soluciones de pago digital de éxito en numerosos mercados, y en conjunto, más de 120 millones de clientes ya las utilizan”.
“EPI está dispuesta a cooperar estrechamente con todas las redes locales representativas de pagos digitales en Europa para establecer una interoperabilidad eficiente basada en una solución común”, continuaba aquel comunicado. La idea no es que Wero sustituya o se imponga a Bizum: es que todas las plataformas de pagos europeas cooperen y construyan juntas. La unión hace la fuerza.
Recepción fría
Aquella mano tendida de la EPI ha sido recibida con cierta frialdad. ¿Quién está enfrente? La Asociación Europea de Sistemas de Pago Móvil, EMPSA por sus siglas en inglés. Este organismo nació apenas unos meses antes que la EPI que dirige Martina Weimert, a mediados de 2019. Detrás no está la banca, al menos no directamente: es una asociación integrada por las propias plataformas digitales, como Bizum como representante español, pero también con presencia de otros mercados: Twint (Suiza), Dias (Grecia), Blik (Polonia), etc.
Martina Weimert cuenta con el respaldo y la simpatía de Lagarde y de la Comisión Europea. No puede decir lo mismo del sector financiero. Apenas horas después de que la iniciativa europea liberase ese comunicado con la que se mostraba dispuesta a “cooperar estrechamente”, la EMPSA celebraba un congreso en Bruselas. A su término, y sin referirse explícitamente a la EPI que le había tendido la mano, respondía: “En EMPSA todos estamos de acuerdo: la clave es la interoperabilidad”.
Pero con condiciones. “EMPSA se compromete a colaborar estrechamente con el Banco Central Europeo y los colegisladores de la UE para definir el diseño y la implementación del euro digital”, accedían, para al momento matizar que aboga “por un modelo que maximice el valor de las inversiones existentes y se base en infraestructuras probadas”. También exigían cierto respeto. “EMPSA exige el reconocimiento formal del papel que desempeñan las soluciones, los sistemas y los procesadores de pago europeos como impulsores clave de la distribución y la adopción del euro digital”.
Origen de las tensiones
Esta tensión se entiende mejor atendiendo a por qué la banca española se bajó el barco. Bancos como BBVA o CaixaBank asumían que el desembolso que requeriría participar en la Iniciativa de Pagos Europea iba a suponer una inversión con bajo retorno, en tanto que en aquel momento (2022) los sistemas de pagos digitales españoles estaban más avanzados que los franceses o alemanes y se iba a trabajar en construir de cero algo que ya existía. Por esa razón, Bizum, que está participada precisamente por el Santander, BBVA o CaixaBank, entró en aquellas fechas en la EMPSA, una organización con un enfoque más técnico.
La reconciliación no será imposible, pero habrá que limar asperezas. En cualquier caso, la Iniciativa de Pagos Europea que lidera Martina Weimert no se detiene con el ‘Bizum europeo’: ya está probando el uso de Wero para pagar en plataformas de comercio electrónico, y en 2026 se verán avances en el campo del pago en pequeños comercios con el móvil, un ámbito en el que Bizum, por ejemplo, todavía tiene que crecer.
Euro digital
La creación en palabras de Lagarde de una “oferta europea” que haga frente a Visa y Mastercard forma parte de la iniciativa política que busca la unificación de los mercados de capitales. Se trata de un proyecto político reactivado en los últimos años, a pesar de que se puso sobre la mesa por primera vez hace más de una década, cuando Jean-Claude Juncker asumió su cargo como presidente de la Comisión.
La creación de un euro digital parte también de este paquete y la Iniciativa de Pagos Europea cuenta con el respaldo del Banco Central por ser esta una parte previa y necesaria del desarrollo de esa moneda. Este es un tema que también ha llegado al Congreso de los Diputados.
La parlamentaria de Sumar Tesh Sidi presentó a principios de abril una proposición no de ley con la que insta al Gobierno de Pedro Sánchez a impulsar ese euro digital con el mismo propósito: defender “la soberanía digital y financiera de Europa frente al oligopolio de Visa y Mastercard”. Otras dos mujeres comparten esa urgencia: Lagarde y la propia Weimert.