MOTOR

Von der Leyen ante el reto de cerrar la división en la UE por los aranceles con China

La Comisión Europea decidió incrementar un 20% los aranceles a la importación de coches eléctricos chinos, pero no todos los países de la Unión Europea se juegan lo mismo

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, bajando de su vehículo oficial Efe

Es difícil poner de acuerdo a 27 países. Y el problema de los aranceles en China está provocando una fuerte división entre las potencias de la Unión Europea. Y también cambios de última hora. El 5 de julio, la Comisión Europea decidió incrementar un 20% los aranceles a la importación de coches eléctricos chinos, que ya estaban en el 10%, porque considera que reciben subvenciones estatales que abaratan el producto final. Y como consecuencia, los vehículos asiáticos son más baratos que los europeos y no se puede competir en igualdad de condiciones.

Una medida que contó con el apoyo de España, Italia y Francia pero con la abstención de Alemania que considera que es peor el remedio que la enfermedad. El Gobierno de Scholz quiere evitar estos impuestos porque, en su caso, exporta a China el triple de coches que los que importa. Además, tiene fábricas en el país asiático aunque el diseño sea alemán lo que conlleva que también tengan que hacer frente a los aranceles en cuanto sus vehículos abandonan el país. Para hacerse una idea, un tercio del negocio de Volkswagen se genera en China.

Pero todavía se suma un problema más: los vehículos germanos necesitan de materias primas que no se encuentran en la Unión Europea y que son fundamentales como las baterías o los microchips. Razones suficientes para negarse a imponer unas sanciones que además pueden conllevar represalias.

El impacto de las decisiones

Los fabricantes europeos ya han puesto el grito en el cielo ante esta medida impulsada por Ursula Von Der Leyen. El consejero delegado de Seat y Cupra, Wayne Griffiths, ha advertido de que la compañía corre peligro por el impacto de estas decisiones. En particular se refiere a su modelo de Cupra Tavascan, cien por cien eléctrico, que ha empezado a comercializarse pero que se fabrica en el país asiático. “Si el coche no llega al éxito que tiene que llegar, en el peor de los casos tendremos que reducir la producción en España”, en concreto en Martorell (Barcelona)”.

China no se ha quedado de brazos cruzados y ha contraatacado. Ha abierto una investigación al sector porcino y lácteo europeo. Puede hacer mucho daño, en particular a la ganadería española, si finalmente decide pasar a la práctica y aplicar aranceles a los derivados del porcino. Según datos de la organización agraria COAG, en 2023 España exportó 560.488 toneladas de productos porcinos a China, lo que representó el 20,33% del volumen total de las exportaciones de porcino de España y el 13,7% del valor total.

El peso de China en España

Por eso, la negociación durante estos próximos meses es fundamental. El propio Pedro Sánchez, en su viaje oficial al país, ha pedido a Bruselas que reconsidere su propuesta, pendiente de concretarse en el mes de octubre. Será entonces cuando los países miembros voten y decidan si mantener los aranceles durante los próximos cinco años, de una forma más permanente. Un cambio sustancial respecto a la postura inicial española cuando dio su apoyo sin fisuras a la propuesta comunitaria. “No necesitamos otra guerra, en este caso una guerra comercial. Creo que necesitamos tender puentes entre la Unión Europea y China, y desde España seremos constructivos e intentaremos encontrar un compromiso entre China y la Comisión Europea”, añadió el presidente del Gobierno. Porque hay todavía más elementos importantes en juego, como la implantación de nuevas fábricas chinas en territorio español.

De hecho, el presidente Sánchez mantuvo un encuentro en China con SAIC, que produce la marca MG, y que estudia dar el salto el Viejo Continente e instalar una fábrica en Europa. Y una de las posibilidades es hacerlo en España, donde ya se ha implantado Chery. Pero no lo hará teniendo en contra al gobierno de Pekín. Así que se esperan unos meses de importantes negociaciones para llegar a un punto en común.

Es lo que ha dejado caer el ministro de Economía, Carlos Cuerpo. “Hay que ser abiertos pero no ingenuos. Tenemos que conseguir que nuestras empresas compitan en igualdad de condiciones con las empresas de fuera. La posición de España es clara, tenemos que agotar esas vías de negociación y de diálogo para ser capaces de llegar a una conclusión que satisfaga a ambas partes”. El ministro chino de Comercio visitará próximamente el continente para acercar posturas y evitar que la sangre llegue al río. Una guerra de aranceles que no beneficiaría a nadie.

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