España afronta el desafío demográfico con la mujer como protagonista. Según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE), que dibujan una foto de lo que pasará a futuro si se mantienen las variables actuales, se prevé una caída de los nacimientos de un 8,7% en los próximos quince años y un incremento de casi un año en su esperanza de vida de las mujeres, hasta los 89,33 años de edad.
Tradicionalmente, ellas han sido las encargadas del cuidado familiar, pero desde su incorporación al mundo laboral este paradigma está cambiando y lo hará aún más en los próximos años con el descenso de la natalidad -la tasa de fecundidad apenas mejora- y su mayor longevidad, en una sociedad en la que cada vez hay más personas viviendo solas. El desafío son las políticas de dependencia, que exigirán un reajuste del modelo. En este contexto, los flujos migratorios jugarán un papel clave en el crecimiento de la población y en la sostenibilidad del sistema de pensiones.
En 2022, España, con una tasa de fecundidad de 1,16 hijos, fue el segundo país de la UE con la tasa más baja de nacimientos por mujer en edad fértil, solo superado por Malta, según los últimos datos de Eurostat. Y no se aprecian cambios significativos a futuro. Para 2038, la proyección estadística del INE sitúa esta tasa en 1,24 hijos por mujer. Se trata de una cifra aún muy distante de la conocida como tasa de reposición, que es aquella que garantiza el mantenimiento de la población y que requiere 2,1 hijos por mujer en edad fértil.
Menos nacimientos
El INE estima que el número de nacimientos se situará en torno a 5,5 millones de niños hasta 2038, aunque a más largo plazo (50 años) podría haber un repunte por la mayor fecundidad de generaciones con mayor número de mujeres. En cualquier caso, los nacimientos siempre estarán por debajo de las defunciones.
“España tiene una natalidad ultra baja, pero no es novedad. Vemos cómo influyen condicionantes estructurales del mercado de trabajo, la vivienda o incluso sociales. Entre ellos, el deseo de las mujeres de consolidarse profesionalmente antes de ser madres, la dificultad de acceso a una vivienda, la complejidad para la conciliación de la vida familiar y laboral e, incluso, un mayor número de mujeres que no encuentra una pareja que cumpla sus expectativas“, explica a Artículo14, Marta Seiz, profesora de Sociología de la UNED.
Así, cuando una mujer se plantea ser madre, su tasa de fecundidad se reduce -a mayor edad menos probabilidades- y “la transición al segundo hijo -como incide Seiz- muchas veces no llega por este retraso de la maternidad“. El INE estima que la edad media de maternidad se mantendrá en torno a los 32 años en los 50 próximos años: bajará de los actuales 32,50 años a 32,16 en 2042 y luego repuntará ligeramente hasta 32,3 años en 2072.
Más mujeres mayores
En paralelo, el INE proyecta un incremento de la esperanza de vida, que es mayor en las mujeres que en los hombres. Para aquellas que hoy tienen 50 años se situará en 2041, a la fecha de su jubilación, en 89,72 años. A más largo plazo, la esperanza de vida para las féminas con 65 años en 2073 será de 91,3 años (3,3 años más que los 88,35 de media de 2024).
Actualmente, el 20,4% de la población española tiene 65 o más años, pero según las proyecciones del INE, este porcentaje alcanzaría un máximo del 30,5% en torno a 2055. A partir de ese año, el porcentaje bajaría levemente, hasta el 30,3% en 2074. Ello implica, si se mantienen las tendencias actuales, que la tasa de dependencia alcance en 2052 un máximo del 75,3% (cociente, en tanto por ciento, entre la población menor de 16 años o mayor de 64 y la población de 16 a 64 años).
“No hay que verlo como algo catastrófico, sino como un reto en la sostenibilidad de las políticas públicas, que exigirá un cambio en la prestación de cuidados de las personas dependientes. Habrá que replantearlas para hacer un sistema de atención a la dependencia más sólido para las personas que efectivamente no puedan confiar o no puedan depender de redes familiares como hasta ahora, porque esta situación se va a dar probablemente en mayor medida en el futuro que en las décadas anteriores”, explica Seiz.
Serán más las mujeres que en el futuro vivan solas y no puedan depender de la atención de sus hijos. Hasta ahora las mujeres han sido las que en mayor medida han asumido las tareas de cuidado de personas dependientes.
Hogares unifamiliares
En paralelo a la proyección de población, el INE dibuja cómo serán los hogares, confirmando la tendencia de reducción de su tamaño. Entre 2024 y 2039, crecerán los hogares más pequeños (de una o dos personas). En concreto, aquellos en los que vive una sola persona mostrarán el mayor incremento tanto en valores absolutos como relativos.
Así, en 2039, se llegará a 7,7 millones de hogares unipersonales (el 33,5% del total), con un incremento del 41,9% respecto a 2024. Según recuerda Marta Seiz, esta transformación es algo que otros países europeos como los nórdicos vienen afrontando desde hace años.
En todas estas variables demográficas, los flujos migratorios serán los que sostengan el aumento de la población, siempre y cuando no haya factores que modifiquen esta tendencia. Se estima que en los próximos 15 años, España ganará 5,13 millones de habitantes, lo que supone un 10,6% más, hasta superar los 53,7 millones de personas en 2039. De esta forma, la población nacida en España disminuirá paulatinamente y pasará de representar el 81,9% del total actual al 61,0% dentro de 50 años.
“Ahora mismo, el crecimiento de la población viene de las personas de fuera de España, pero no podemos estimar la probabilidad de que esto suceda en el futuro, pues pueden ocurrir muchas cosas que cambien el escenario, como por ejemplo una crisis económica o cambios políticos que dificulten que vengan personas de otros países o que, por el contrario, lo hagan más sencillo”, advierte la socióloga de la UNED.
La mayor esperanza de vida de las mujeres hará que gran parte de la población que viva sola y de mayor edad esté formado por féminas, que a diferencia de sus madres no contarán con la red de apoyo familiar que ellas tuvieron. El desafío, ajustar las políticas de dependencia para garantizar su protección, contando con la inmigración como palanca de apoyo ante el menor número de hijos.