Ni cómo calcular los aranceles que EEUU aplicará a más de 180 países distintos, ni cómo contener el pánico de los mercados tras el estallido de la guerra comercial. El nuevo gran quebradero de cabeza de Trump en su política de gravámenes tiene que ver con un negocio muy prosaico: el de la venta de merchandising.
Desde su llegada al poder en 2016, Trump ha convertido su lema de campaña, Make America Great Again (en español, ‘que EEUU vuelva a ser grande’), en todo un movimiento político. El movimiento MAGA ha tenido su traslación a un sinfín de artículos, desde prendas de vestir y pijamas a complementos para el hogar, como cojines, peluches, tazas o termos. En el listado de souvenirs, por supuesto, están las icónicas gorras con las que el propio Trump ha dado mítines estos años.
Los fundamentos del movimiento MAGA se están desplegando en la nueva Administración Trump: que la producción vuelva a EEUU, que el país se reindustrialice, que vuelva a ser económicamente autónomo y soberano. Por eso en los últimos días se ha viralizado en redes sociales un vídeo hilarante de una persona que visita la Trump Store, el establecimiento oficial del magnate en la neoyorquina Torre Trump.
Most of the “Trump products” in the Trump Store in Trump Hotel are made in China.
You have no idea how profoundly you’ve been played.
pic.twitter.com/cY2RE0tTb3— ADAM (@AdameMedia) April 12, 2025
En menos de un minuto, un hombre enseña a cámara un sinfín de artículos. Una chaqueta, un termo, una gorra, una gorra de golf para mujer… Resulta que todos los artículos son fabricados en China, Vietnam o Bangladesh.
Aranceles para Trump
Trump anunció a principios de abril una serie de aranceles ‘recíprocos’ a más de 180 países. Su equipo utilizó una sencilla fórmula para calcular, país a país, el ‘arancel’ que se le aplica a las exportaciones estadounidenses. Fue una división, una en la que el numerador es el déficit comercial que Washington mantiene con el exportador y el denominador son las importaciones que llegan de ese país, y sirvió para cifrar en un supuesto 68% el ‘arancel’ que China estaría aplicando a bienes de EEUU. Por esa razón, Trump anunció aranceles del 34% -la mitad- a China en represalia. El problema es que esos cálculos no se basan ni en la más elemental teoría económica.
El segundo problema es que China respondió elevando sus propios gravámenes a las ventas de EEUU en el gigante asiático, lo que desató una carrera arancelaria. Hoy por hoy, Trump ha fijado en un 145% las tasas arancelarias que deberán sufragar las importaciones de bienes chinos que lleguen al país. Un 145% que deberá asumir de su propio bolsillo el mismo Trump si es que quiere ir reponiendo sus artículos de mercadotecnia.
No es un negocio que le reporte pingües beneficios. Entre 2017 y 2020 la tienda en línea de Trump ingresó un millón y medio de dólares, según la CNBC, aunque algunas asociaciones ciudadanas denunciaron este año que el presidente ha aprovechó el ‘tirón’ de su investidura para ofrecer 168 nuevos productos en su marketplace.
Carcajadas en China
El vídeo de la Trump Store antes mencionado no es el único que se ha viralizado. El cómico estadounidense Walter Masterson quiso comprobar de primera mano si efectivamente muchos de los artículos en stock del establecimiento eran fabricados fuera de EEUU, contraviniendo los principios fundacionales del movimiento MAGA. Este vídeo ha tenido tal éxito que ha sido comentado incluso en la televisión china, generando carcajadas entre los presentes en plató al comprobar que la tienda de Trump está poniendo pegatinas con los precios tratando de ocultar el origen de los artículos.
No es la primera vez en la última década que se hace mención a que los artículos de campaña de Trump son fabricados en China, aunque no siempre que se ha dicho ha sido verdad. En 2016, por ejemplo, muchos de los artículos oficiales de Trump eran manufacturados y distribuidos desde California. En esta ocasión, algunos ítems sí que reivindican haber sido diseñados en estados de EEUU como Oregón, pero sí son fabricados fuera del país.
Guerra del relato
En realidad, como en un conflicto bélico convencional, la viralidad de estos vídeos centrados en los artículos promocionales de Trump forman parte de una guerrilla de información y propaganda que se libra en las redes sociales.
Una guerrilla cuyo mayor exponente está en los vídeos generados por IA con los que desde China se hace mofa de las decisiones que emanan del Despacho Oval, por ejemplo con simulaciones de ciudadanos estadounidenses produciendo textiles en línea en una gran nave repleta de máquinas de coser.
Así ven los chinos la futura «America Great Again». Música incluida. 🙀😅
El humor asiático está infravalorado. pic.twitter.com/OR8Qsog1X4
— @Yoriento (Alfonso Alcántara) (@Yoriento) April 8, 2025
El objetivo de estos ataques no es solo Trump, por supuesto. La secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, también fue objeto de chanzas en redes sociales chinas después de que en una comparecencia de prensa apareciera con una chaqueta rosa. Zhang Zhisheng, el cónsul chino para Indonesia, compartió en redes imágenes de Leavitt con la siguiente frase: “Criticar a China es un negocio. Comprar a China es vida”.
Zhisheng se hacía eco de una publicación viral en la red social china Weibo. El comentario, firmado por un usuario llamado Báilù Chéng, se refería a la prenda de la secretaria de Prensa: “Ese borde floral en el cuello de la ropa…, ¿es tejido de Yuzhen de Mabu [una ciudad china]? Fue fabricado en nuestra planta. Todos los colores fueron seleccionados por mí”.
Firmas de lujo
Dentro de la ofensiva en esta guerra de relato, en plataformas como TikTok se están viralizando vídeos de manufactureros chinos reivindicando la artesanía y calidad de sus fábricas. Muchos vídeos tienen factura profesional y algunos especialistas sugieren que son influencers chinos contratados por las propias fábricas. Otros audiovisuales, sin embargo, tienen una producción más austera y parecen grabados a pie de planta. En cualquier caso, el discurso es similar en muchas de las grabaciones que circulan por redes.
“¿Reconoces este estilo? Por supuesto que sí. Durante más de 30 años hemos sido la fábrica OEM [fabricante de equipo original] para la mayoría de marcas de lujo del mundo. Gucci, Prada, Louis Vuitton. Lo que nos enorgullece es que tenemos el mejor control de calidad, la mejora artesanía y la cadena de suministro más completa”, dice un joven junto a una estantería repleta de bolsos. “Ahora que EEUU y sus hermanos europeos pequeños intentan rechazar bienes chinos, ¿no intentan trasladar su producción fuera de China? Lo intentan, pero sus trabajadores son demasiado caros o vagos”.
@ayou8506 China spilled all the beans on manufacturing products for the USA#fyp #news #breakingnews #china #trump #tariffs
Con todo, expertos consultados por The Independent destacan que fabricantes falsos de prendas están intentando suplantar fabricantes legítimos de empresas en China, animando mediante esos vídeos promocionales a los usuarios estadounidenses y europeos a adquirir directamente sus productos a un precio mucho más bajo que el que marcan las tiendas occidentales. Louis Vuitton, por ejemplo, incide en que no fabrica nada en China. La única certeza en este caso es que la guerra comercial apareja una guerra de la información que no ha hecho más que comenzar, y el gran frente no es solo las redes sociales: es el bolsillo de los consumidores.