Trump se queda sin Big Mac: las hamburguesas también sufren la guerra comercial

El frenazo en las ventas de McDonald’s alertan de que algo va mal en la economía estadounidense, y podría afectar al popular índice Big Mac

La agresiva política comercial de Donald Trump está teniendo implicaciones directas en uno de sus platos favoritos… y en uno de los termómetros más populares de la economía global. Es de sobra conocido que el presidente de EEUU es un aficionado a la comida rápida, y que incluso en campaña electoral su dieta solía consistir en un par de Big Mac regadas de múltiples latas de Coca-Cola. Lo que quizá no esperaba el inquilino de la Casa Blanca es que la incertidumbre económica del país está metiendo en apuros a McDonald’s y a otras cadenas como Domino’s, Pizzahut, Starbucks o KFC.

El último resultado financiero de McDonald’s sugiere esto mismo. La compañía reconoció que en el primer trimestre de 2025 sus ventas netas en EEUU han caído un 3,6% con respecto al mismo período del año pasado. Sus ventas netas en todo el mundo han caído un 1% y su facturación global entre enero y marzo, de 5.956 millones de dólares, también ha retrocedido un 3%. Los ingresos del mercado estadounidense representaron en 2024 el 41% del total facturado por la multinacional.

Aunque no parezca una cifra reseñable, la caída de ventas netas del 3,6% en el primer trimestre de 2025 es el mayor desplome que registra McDonald’s desde el segundo trimestre de 2020, cuando la cifra se contrajo en un espectacular 8,7%. Solo se aplica un importante matiz: en el segundo trimestre de 2020 muchos establecimientos de EEUU cerraron, incluyendo restaurantes y franquiciados de la compañía, para capear la pandemia del coronavirus. La cifra ha sido inesperada: el consenso de mercado confiaba en que la compañía con sede en Chicago registrara un crecimiento global de ventas del 2%.

Trump hizo campaña en un local de McDonald’s en el estado clave de Pensilvania, donde acusó a su rival demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, de haberse inventado que de joven trabajó para esta cadena de comida rápida. EFE/ @danscavino

Las razones

McDonald’s no ha sido la única cadena que ha visto un descenso de ventas. Chipotle, una cadena de comida rápida mexicana, también reconoció un descenso en sus ventas en su reciente informe trimestral. Por lo pronto, McDonald’s ha anunciado que mantendrá promociones, como un menú especial de cinco dólares que ya introdujo en sus tiendas en junio del año pasado. Lo que no indica la compañía son las causas de esta caída: el informe solo menciona que el descenso de las ventas se debe esencialmente “a un descenso del número de clientes”.

¿Por qué menos estadounidenses visitaron los establecimientos de McDonald’s durante los tres primeros meses del año? La sangría no es nueva, aunque ahora sí es palpable: en el tercer trimestre del año pasado las ventas netas de sus restaurantes ya cayeron un 0,7% y la situación, que ha llevado a la multinacional a encadenar ofertas, ha puesto en apuros incluso a los proveedores de patatas fritas. Un ejemplo es el de Lamb Weston, el rey entre los proveedores de patatas de EEUU: el año pasado anunció el despido de 400 trabajadores y el cierre de una planta porque las ofertas del McDonald’s reducen la demanda, al ofrecer a los consumidores porciones más pequeñas.

Una razón puede ser que el precio de los restaurantes de comida rápida se ha encarecido más y más rápidamente que los precios de los supermercados. Otra, a la que se han abonado ya diversos analistas e incluso medios como el Financial Times, tiene más que ver con la incertidumbre que ha desatado la guerra arancelaria de Trump contra el mundo.

Problemas en las clases medias

Según el diario británico, incluso compañías como PepsiCo o Procter & Gamble estarían notando que los consumidores estadounidenses se están apretando el cinturón. Eso contrasta con las cifras oficiales, que reflejan que el gasto personal de los estadounidenses creció siete décimas en marzo. ¿Entonces? Los más pudientes, o al menos los clientes habituales de American Express o JP Morgan, se están echando a los hombros el consumo del país.

En épocas complicadas, a las cadenas de comida rápida le suele ir bien. Pero ni siquiera las ofertas de McDonald’s parecen estar dando resultado. Otro apunte del Financial Times es que en la compañía de hamburguesas están notando cómo la incertidumbre y las presiones que venían sufriendo sus clientes de bajos ingresos se están extendiendo a las clases medias de sus consumidores. Ante un futuro volátil, en resumen, muchas familias norteamericanas están optando por el ahorro y la contención de gastos.

Esto, sumado a la política de aranceles de Trump, podría tener un impacto devastador en la contabilidad de la multinacional de comida rápida. Será difícil mantener ofertas y promociones con aranceles aplicándose a fertilizantes canadienses o a las importaciones de otros países. Sin ir más lejos, fue el ministro de Comercio de Australia, Don Farrell, quien avisó en marzo de que la guerra arancelaria que desató el presidente estadounidense podría tener efectos inmediatos en las Big Mac: la mayoría de las exportaciones de ternera australiana tienen su destino en los restaurantes de McDonald’s.

Índice Big Mac

Precisamente, la inédita situación que vive McDonald’s podría afectar a uno de los termómetros más populares de la economía global. La revista The Economist creó a mediados de la década de los 80 el Índice Big Mac. La publicación, que actualiza este índice varias veces al año, compara los precios que la popular hamburguesa de McDonald’s tiene en cada mercado, teniendo como base el precio de un Big Mac en EEUU: 5,79 dólares. El índice se basa en la teoría de la paridad del poder adquisitivo (PPA), una tasa que se puede calcular y que puede servir para calcular el ‘precio justo’ de una divisa.

Por ejemplo: si un Big Mac cuesta en EEUU 5,79 dólares y el precio medio de la misma hamburguesa en la Unión Europea es de 5,67, primero se calcula el tipo de cambio de equilibrio. Comparando en bruto ambos precios se obtiene que el tipo de cambio de equilibrio sería 0,98, es decir, con 98 céntimos se debería poder comprar lo mismo que con un dólar en EEUU. Sin embargo, el euro sigue fortaleciéndose frente al dólar, y el tipo de cambio real actual es que por cada dólar son 89 céntimos. Según la teoría de poder adquisitivo, esto indica que el euro se sobrevalora un 10,1% con respecto al dólar. En resumidas cuentas: que el euro es más caro de lo que debería.

Límites

Sucede que el Índice Big Mac tiene límites. Si McDonald’s mantiene o aplica nuevas promociones para tratar de retener o captar a sus clientes es plausible que la tabla registre distorsiones en tanto que será el precio de EEUU el que se desalinee del resto de mercados. Eso sí, The Economist ya previó que algo así podría suceder y desde julio de 2022 calcula los datos ajustando los precios al PIB de cada país.

Con todo, la teoría económica en la que se basa este semáforo plantea que en ausencia de barreras comerciales un mismo producto debería costar lo mismo en cualquier país convertido al mismo tipo de cambio. Y Donald Trump es especialmente amigo de las barreras comerciales en forma de aranceles.

Lo único que resulta evidente es que el termómetro de que algo no va bien en la economía estadounidense es el retroceso en ventas de McDonald’s. Y de eso también podría ser responsable directo el propio Trump. Hace un mes, en rueda de prensa en la Casa Blanca, una periodista cercana a los postulados del presidente lanzó una curiosa pregunta. “Parece más sano que nunca. Estoy seguro de que todo el mundo en esta sala estará de acuerdo. ¿Está entrenando o comiendo menos McDonald’s?”. La secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, respondió sonriete. “Puedo confirmar que el presidente está en muy buena forma”.

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