Cuanta más incertidumbre en el mundo, cuanta mayor volatilidad en los mercados, más sube el precio del oro como valor refugio. Y Donald Trump ha puesto la guinda del pastel con su locura arancelaria para que el metal precioso haya alcanzado, por primera vez en la historia, la barrera de los 3.000 dólares la onza. Se ha vuelto tan popular invertir en oro, que hasta la cadena de supermercados estadounidense Costco los vende como un elemento más de la cesta de la compra. Los inversores más conservadores prefieren no jugarse su dinero en Wall Street en este momento, que lo mismo sube ligeramente que se hunde estrepitosamente. Por eso los lingotes se han convertido en un bien tan preciado. La onza acumula ya una revalorización del 14,3% en lo que llevamos de año junto con otro alza del 27% en 2024. Es un buen momento para vender las viejas reliquias de oro y sacarse un buen beneficio, aunque no tanto para comprar nuevas joyas, que nos pueden salir por un ojo de la cara.
Ya pronosticó Bank of América en junio de 2024 que la cotización del metal llegaría a superar los 3.000 dólares en un plazo entre 12 y 18 meses. Incluso se ha adelantado y en apenas 9 meses ya ha alcanzado ese máximo histórico. Y ese ascenso fulgurante se debe fundamentalmente a la demanda de los bancos centrales que están comprando oro en grandes cantidades.
En plena pandemia, en el año 2020, se negociaba en torno a los 1.500 dólares por onza, por lo que en apenas cinco años se ha duplicado su valor.
Sobre todo han sido tres los bancos centrales que se han dedicado a la adquisición de lingotes. El país que más compró en 2024 fue Polonia con 90 toneladas adquiridas. En segunda posición Turquía, con 75 toneladas y la India en tercer lugar con 73 toneladas.
Según el banco de inversión australiano Macquarie Group, el precio llegará a los 3.500 dólares en el tercer trimestre de este 2025. También Goldman Sachs habla de llegar a los 3.100 dólares en el segundo trimestre así que parece no tener techo por el momento.
Si nos fijamos en el ranking de los países con más reservas de oro en todo el mundo, Estados Unidos es el líder indiscutible, con más de 8.100 toneladas distribuidas en doce bancos de la Reserva Federal a lo largo del país. En segunda y tercera posición se encuentran dos países de la Unión Europea. Alemania con 3.353 tolendas e Italia con 2.452 toneladas. Hay que bajar hasta el puesto número 19 para encontrar a España. Dispone de más de 9 millones de onzas de oro lo que equivalen a 283 toneladas repartidas en el Banco de España pero también en otros países como Estados Unidos, Reino Unido y Suiza. El problema de las reservas de oro en nuestro país es que han sufrido importantes mermas durante los últimos tiempos. Con la Guerra Civil se vendieron 700 toneladas y en el año 2007, con el inicio de la crisis financiera, se vendieron otras 133 toneladas. En aquel entonces era Pedro Solbes ministro de Economía y el Estado se deshizo de un 32% de las reservas acumuladas que tenía entonces el país. El Gobierno se embolsó por esa operación 2.818 millones de euros cuando el oro cotizaba a 655 dólares.
Lo que pocos saben es dónde se guarda todo ese tesoro. El Banco de España tiene una cámara acorazada con más de 35 metros de profundidad. Está protegida por 1.000 metros cuadrados de hormigón y la entrada dispone de un mecanismo que permite que se inunde de agua si algún ladrón osa entrar.
En el caso de Italia, tiene parte de sus reservas en el Palazzo Koch situado en la Vía Nazionale de Roma. Pero también guarda lingotes en la Reserva Federal de Nueva York, en el Banco de Inglaterra en Londres y en las cámaras el Banco Nacional de Suiza en Berna. Pero en su caso, Italia no ha sacado apenas su oro durante el último siglo. Ha mantenido sus reservas prácticamente inalterables a lo largo de los años. El oro es un seguro de vida para cualquier país.
Moneda de cambio en momentos de crisis pero también un símbolo con el que ganarse la confianza de los mercados y la credibilidad económica de un país.