La palabra Ozempic nació unida, casi indisolublemente, a la palabra milagro. La teoría nos habla de un producto para la diabetes, pero en la práctica, adelgaza. Bueno, o ayuda a hacerlo. Y esa “práctica” lo ha hecho tan popular que a veces nos encontramos con que hay desabastecimiento por usarlo con fines más estéticos que médicos. Claro… ¿cómo resistirse a algo que acaba con los antojos? Es caro, pero aun así, tal ha sido su éxito que nadie le quita la fama, pese a que ya hay en el mercado productos específicos creados para perder peso, como Wegovy, también de Novo Nordisk, o Mounjaro, de Eli Lilly and Company.
El Ozempic es una suerte de piedra filosofal, capaz de convertir todo lo que toca en cuerpazo. Bueno, y en oro. Según nos cuenta el Profesor titular de Economía y Director del Máster en Asesoría, Gestión y Promoción Inmobiliaria de la Universitat de Barcelona. Gonzalo Bernardos (@GonBernardos): “Es el non plus ultra de los productos. Es lo que se llama un best seller de los medicamentos. Consigue ventas por encima de los mil millones. Ha hecho que Novo Nordisk sea una de las empresas que más valen en Europa, cuando no estaba ni entre las 10 primeras. Consiguieron que en 2023 Dinamarca creciera al 2,6% porque sólo esa empresa aportó más de medio punto de crecimiento económico al país”.
Y, ¿qué otro país es el principal consumidor de Ozempic del mundo? ¡Bingo! Estados Unidos. En términos absolutos, tiene más de 77 millones de obesos y más de 38 millones de personas con diabetes, casi el 12% de su población. De hecho, se estima que en 2035, 24 millones de estadounidenses estarán usando Ozempic (o similar) para adelgazar. Y, aunque la farmacéutica danesa ya tiene fábricas en el país dirigido por Trump, parte de los componentes de Ozempic llegan de fuera, con lo cual, podría acabar viéndose afectada por la propuesta arancelaria del presidente, una preocupación que ya expresó en su momento el director ejecutivo de Novo Nordisk, Lars Fruergaard Jorgensen.
¿Quién paga el pato de Trump?
Obviamente, si producir un producto cuesta más…ese producto nos costará más. Parece una regla básica de la economía. La farmacéutica Gemma del Caño (@farmagemma) tiene claro que, si el precio sube, el paciente lo nota: “Si se lo van a repercutir a alguien, va a ser al paciente. De eso no tengas ninguna duda. En la industria alimentaria, por ejemplo, el 99% se va a repercutir al precio del consumidor final. Quien realmente va a pagar los aranceles, tanto en industria farmacéutica como en la industria alimentaria, va a ser el consumidor”.
Gonzalo Bernardos coincide en esto, pero aclara que nunca se repercutirá el importe total de la subida al consumidor final: ”Cuando pones un impuesto en cualquier fase del proceso de producción, tiende a generar una subida. Pero esa subida siempre es inferior a la cuantía del impuesto. Si haces que el impuesto sea de 10, por ejemplo, la subida puede ser 5, 6, 7…Nunca de 10”. Sin embargo, en el caso de la gallina de los huevos de oro (y light) de Novo Nordisk, Bernardos ve una clara ventaja competitiva: “En el caso de Ozempic, tiene la virtud de que es un medicamento que casi no tiene competencia. Tiene perspectiva de ser superventas mucho tiempo. Sobre todo porque se usa como reductor de peso pero, además, cada 6 meses sale nueva aplicación de Ozempic. Si, por ejemplo, sirve para reducir la mortalidad en determinados tipos de cáncer, como se está viendo en algunos estudios… puede ser increíble”.
Vamos, que se seguirá vendiendo, aunque sea algo más caro y la empresa gane algo menos con cada venta: “Si le pone un impuesto, repercutirá una parte en el precio final. Será algo más caro, pero por cada producto que venda, tendrá menos margen de beneficio”.
Un margen que, según aclara Gemma Castaño, no era pequeño de por sí: ”En las cosas en las que se saca dinero no pasa nada porque seguro que acabará llegando sin problema. El margen que tienen con el Ozempic es espectacular, así que sin duda van a poder hacer frente a aranceles”.
Y en España, ¿qué?
Pues, de momento, calma. Al menos en cuanto a sus aplicaciones se refiere.
“Si no hubiera Ozempic, no pasaría nada. El principio activo es semaglutida y de eso hay otros, incluso en pastillas. Faltó una vez porque se empezó a usar sin control y hubo desabastecimiento para los diabéticos. Si es para adelgazar, hay otros medicamentos sin problema. Para la diabetes es diferente porque a veces hay que controlar un poquito más y unos van mejor que otros. Pero ahora mismo no hay (y yo creo que no va a haber) desabastecimiento”, nos cuenta Castaño.
El precio aquí tampoco debería verse afectado, pues no parece lógico que una empresa originariamente europea produzca más allá del Atlántico lo que va a vender en el Mediterráneo. “A España solo le podría afectar si lo que se vende aquí procediera de Estados Unidos. Si es importado desde Dinamarca, no. Y lo previsible es que venga de Dinamarca y no de Estados Unidos. Sería muy poco eficiente pagar costes más elevados por hacerlo venir desde allí”, razona Bernardos , quien también nos explica que si hubiera algún tipo de presión por parte de la farmacéutica, nunca nos enteraríamos. “Los lobbies cercanos al partido republicano tienen más encargos que en la última década para parar (aunque solo sea un poquito) al loco de Trump”, concluye.