En un mundo convulso donde los conflictos bélicos nos acechan, la seguridad se convierte en un elemento a tener en cuenta en la construcción de una vivienda. La clase media no puede aspirar a tener un refugio, un búnker en propiedad por si las cosas se ponen feas, pero hay millonarios que sí piensan en ello. Por ejemplo, el CEO de Meta, Mark Zuckerberg, se ha construido en la isla de Kauai, en Hawai, una mansión en mitad de la naturaleza que incluye un búnker subterráneo.
Suelen ser espacios fríos, de apariencia asfixiante, que no invitan a quedarse durante mucho tiempo. Pero en España hay tres mujeres, fundadoras del estudio creativo Wanna, que han diseñado el interior de un búnker donde prefieres quedarte que salir al exterior. Y se puede visitar en Casa Decor desde hoy, 11 de abril, hasta el 16 de mayo en el Palacio de la Trinidad, en Madrid.
María Lillo es una de las creadoras. “Desde la empresa Formica nos dieron carta blanca. Queríamos contar una historia y que la gente pudiera reflexionar. Nos cruzamos con la noticia de Zuckerberg. Resulta que hay personas que contribuyen a destruir el mundo y a la vez se preparan para salvarse de esa destrucción. También se habla de otros megaricos que están haciendo lo mismo como Jeff Bezos o Bill Gates. Ese miedo se está generalizando y el concepto de seguridad se está convirtiendo en un nicho de mercado. Pero estos refugios suelen ser terroríficos. Entonces nos preguntamos: ¿qué papel puede desempeñar el diseño de interiores en espacios habitacionales de emergencia? Es un sector donde el diseño no pinta nada, lugares que son auténticos agujeros. Y entonces pensamos en cómo hacer este búnker”, explica la responsable del proyecto Cozy Bunker.
Tres profesionales que provienen del mundo de la publicidad, del diseño gráfico, trabajan juntas desde hace siete años de una forma particular, cada una de ellas desarrolla su trabajo desde una ciudad diferente: en Madrid, Valencia y Denia. Tienen un gran compromiso y a la vez mucha flexibilidad. Y les funciona.
“Vivir cada una en una ciudad nunca ha supuesto un problema porque desde el origen trabajamos en remoto. Lo curioso de nuestro caso es que las tres procedemos del mundo de la publicidad, una es diseñadora gráfica, Katy era directora de marketing y yo redactora creativa en agencias. No hemos tenido dificultades por el hecho de ser mujeres, pero sí ha sido más difícil lidiar en la obra, en la propia ejecución de los proyectos, en un mundo muy masculino donde cuesta un poco hacerse un hueco y tomarnos en serio. Pero con claridad y asertividad te vas haciendo un hueco”, explica Millo.
“El tema de la conciliación personal y profesional lo tenemos grabado a fuego porque venimos de un mundo donde era difícil esa conciliación”.
Para ellas, el verdadero caballo de batalla ha sido sacar adelante la empresa, la necesidad de adquirir los conocimientos empresariales y financieros para que el proyecto salga “y lo hemos tratado de subsanar pidiendo mucha ayuda, un coach financiero, ayuda legal de los que sí saben para que esto se sostenga y despegue. Es difícil controlar la gestión de los tiempos con un equipo 100% remoto. El hecho de que seamos tres mujeres al frente del estudio redunda en que empatizamos mucho con el cliente, no hay lucha de egos, tenemos un fin común. Nos tomamos los sueños y su dinero muy en serio y trabajamos por tener relaciones muy humanas y estrechas con los clientes. El tema de la conciliación personal y profesional lo tenemos grabado a fuego porque venimos de un mundo donde era difícil esa conciliación”.
Y con esfuerzo y determinación han sacado adelante este original proyecto. Quien acuda a Casa Decor se encontrará con un pasadizo por el que se accede a una pequeña estancia donde se encuentra todo lo que ellas consideran necesario para no solo sobrevivir sino ser feliz, en todo de humor.
“Iluminación tenue agradable, una zona donde poder relajarte con un baño de espuma, un suelo de moqueta mullido donde te puedes descalzar, música para ambientar y escuchar algo bajo tierra… al final es un espacio en el que tú quieres estar y no plantees cuánto tiempo llevas encerrado sino del que no quieras salir”.
Si fuera real, tendrían que trabajar codo con codo con un experto en seguridad pero el ambiente agradable está logrado. Si hay que sobrevivir bajo tierra, que sea lo más llevadero posible.