La OPA hostil del BBVA sobre el Banco Sabadell solo ha dado sus primeros pasos. Ha arrancado un proceso largo que podría durar entre seis y ocho meses y que no culminará hasta mediados del año que viene, en 2025. Por delante, un calendario de reuniones y solicitudes de autorizaciones importantes que marcarán el futuro de las dos entidades.
Con la oferta pública de adquisición, el BBVA da la espalda al consejo de administración del Banco Sabadell y plantea exactamente la misma propuesta que la última vez, un canje de acciones, pero en esta ocasión pregunta directamente a los accionistas. Serán ellos los que decidan al respecto. Si lo quiere más del 50%, en principio esa fusión saldría adelante. Pero hay todavía muchos pasos que dar hasta llegar a ese punto y final.
El propio BBVA tendrá que convocar una junta de accionistas para plantear una ampliación de capital. El Banco Sabadell tendrá que hacer lo propio para que los accionistas voten. El 47% son pequeños inversores mientras que el 53% restante son grandes fondos de inversión. Son ellos los que se pronunciarán sobre si quieren que ambas entidades de conviertan en una sola.
Pero el BBVA va a tener que realizar mucho papeleo mientras tanto. En un mes, tendrá que presentar su oferta a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) para que dé su visto bueno. También tendrá que hacer lo propio con la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el Banco de España e incluso el Banco Central Europeo, tal y como ha confirmado Luis de Guindos, vicepresidente de la institución.
El presidente del BBVA, Carlos Torres, ha reconocido que queda un trayecto largo. “Necesitamos la autorización de la CNMV, la autorización del Banco de España, de competencia en distintos mercados. Estimamos que las autorizaciones tendrían un periodo de 6 meses, junta de accionistas del BBVA para ampliar el capital y posteriormente a la aprobación de la oferta de la CNMV se iniciaría el periodo de canje de acciones que podría durar un mes o dos más. Podríamos estimar una duración de 6 a 8 meses de todo el proceso”.
Una transacción que, ha admitido, podría llevarse algunos puestos de trabajo por delante, aunque serían salidas favorable y pactadas con los sindicatos. “Es una operación buena para todos, aporta valor a la sociedad, clientes, empleados y accionistas. Respecto a clientes, es la mejor propuesta de valor, con complementaridad de las franquicias, empleados, integración en un grupo con potencial de crecimiento, enfoque de preservar el talento de las dos entidades basado en la competencia profesional y el mérito y la sociedad. Además es bueno para Europa, nos da mayor capacidad de préstamo, mayor rentabilidad, compromiso con el talento y permite un banco que puede destinar mayores recursos al crédito”, recalca el presidente Torres.
Incluso se habla de que el BBVA va a necesitar la autorización de los reguladores británicos puesto que el Sabadell tiene presencia en Reino Unido. Y por supuesto, en último término, del Gobierno, que ya ha rechazado con contundencia este movimiento, “tanto en el fondo como en la forma”.
“Necesitamos la autorización del supervisor, de la CNMC, y después el ministerio de Economía para la fusión posterior. Confiamos en que el Gobierno acabará apreciando la operación porque es buena para España y para las comunidades autónomas”, según Torres.
Al BBVA no le preocupa su reputación, que haya optado por esta fórmula para alcanzar su propósito. “Si nuestra reputación pudiera verse dañada por intentar hacer algo que tiene sentido para los accionistas del BBVA y además tiene intereses para los accionistas del Sabadell, si se dañara nuestra reputación pues bienvenida sea”, ha asegurado el consejero delegado. Solo lo sabremos con el paso del tiempo.