Hay casi tantos Días Internacionales, como jornadas tiene el año. El 23 de junio, el Día Internacional de la Mujer Ingeniera, da voz a la importancia y la oportunidad laboral que la ingeniería tiene para las mujeres. Una profesión que en el siglo XXI sigue muy masculinizada, a pesar de pioneras como Elisa Elonida, la primera mujer en graduarse en ingeniería en 1912, Emily Roeblin, la ideóloga técnica en la construcción de Puente de Brooklyn de Nueva York tras la parálisis de su marido, o Hedy Lamarr, inventora de un sistema de comunicación que sentó las bases de lo que hoy es el Wi-Fi. En España, las mujeres ingenieras son únicamente el 20% del total.
Con estos datos, se entiende la relevancia de este Día Internacional de la Mujer Ingeniera, que desde 2017 nos recuerda que queda mucho por avanzar. Detrás de su lanzamiento, está la Women´s Engieering Society (Sociedad de Mujeres de Ingeniería, WES en sus siglas en inglés), una asociación que lleva más de cien años apoyando a las mujeres ingenieras. Su primera presidenta fue Rachel Parsons, una trasgresora para su época que enarboló la defensa de los derechos de las mujeres, especialmente las ingenieras.
Hija del inventor de las turbinas de vapor (Charles Algernon Parsons), fue la primera mujer en graduarse en Ciencias Mecánicas en la Universidad de Cambridge, aunque se le prohibió convertirse en miembro de pleno derecho de la universidad. En la Primera Guerra Mundial, dirigió la empresa fundada por su padre, dando una oportunidad laboral a miles de mujeres desde ingenieras a operarias. El frente de guerra demandaba hombres, así que ellas asumieron la fabricación del material militar.
Fue visionaria, no solo por la contratación del talento femenino, sino porque apostó por su formación. Puso en marcha programas de capacitación, para darles las herramientas necesarias para desarrollar su trabajo, para liderar y sobresalir en un entorno laboral que tradicionalmente había sido masculino. Cien años después, prácticamente todo el Ibex 35, tiene en marcha programas para potenciar el talento femenino y, muy especialmente en materias STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) ante la falta de mujeres en estos ámbitos.
Inclusión femenina
Finalizada la contienda, con la Ley de Restauración de Prácticas de Antes de la Guerra, los sindicatos de ingenieros quisieron recuperar su posición y exigieron a las mujeres que renunciaran a sus trabajos echándolas de la ingeniera. “Las mujeres desean estudiar y aprender desde un punto de vista científico”, defendió en su favor. Y así, en enero de 1919, Rachel Parsons y su madre, Katharine, fundaron la Sociedad de Mujeres de Ingeniería, además de para luchar por sus empleos, para promover la ingeniería como una profesión para las mujeres.
Un siglo después, WES sigue apoyando a las mujeres ingenieras en sus carreras profesionales a través de seminarios web, colaboración con organismos profesionales, programas de socios y tutoría y oportunidades laborales. Y alertando de la importancia de facilitar su promoción en la profesión. En Reino Unido, la proporción de mujeres ingenieras ha caído del 16,5% al 15,7%, especialmente entre las mujeres de 35 a 44 años. En concreto, ellas abandonan la profesión a los 43 años, frente a los 60 años de los hombres.
Alerta también en España
España no es ajena a esta situación. Existe un problema por la falta de mujeres atraídas por la ingeniería como alerta Sara Gómez, directora del proyecto Mujer e Ingeniería de la Real Academia de Ingeniería (RAI). En general, las vocaciones en ingeniería ha descendido más de un 20% en los últimos años. De esta forma, existe un grave riesgo de que el número de mujeres ingenieras se reduzca aún más. Ahora se sitúa en dos por cada diez ingenieros.
El número de profesionales suma 750.000 personas, de los que 150.000 son ingenieras, según los datos del Observatorio de la Ingeniería en España. Por ramas, la más atractiva para ellas es la agrícola (34% del total), mientras que en telecomunicaciones solo llegan al 12%. Las mujeres se sienten atraías especialmente por aquellas ramas relacionadas con la sanidad y los cuidados, como por ejemplo la Ingeniería Bioquímica, que en este estudio figura en la categoría de ‘Otros’.
La preferencia por estas ramas se constata a su vez en las carreras universitarias. En algunas áreas su presencia apenas alcanza el 10%, según alerta Gómez. Según los últimos datos disponibles del Sistema Integrado de Información Universitaria (SIIU) de 2022-2023, ramas de la ingeniería como la Mecánica, la Electrónica Industrial y Automática o Electrónica, tienen una participación femenina de entre el 12% y el 19%. En conjunto, de los estudiantes universitarios que estudian ingeniería, menos de la cuarta parte son mujeres.
Brecha de género
En el caso de las ingenieras, la brecha de género también es palpable en tanto en los salarios como en las posiciones que alcanzan. Solo el 8% de las mujeres alcanza un liderazgo de primer nivel como consejera delegada o directora general en las empresas, mientras que en otros cargos su presencia alcanza el 32% (12 puntos porcentuales por encima de la media).
La retribución bruta anual media de una mujer ingeniera se sitúa en 31.100 euros, lo que supone 3.000 euros menos que sus homólogos masculinos, situando la brecha salarial en un 10%.
Con todo, ser ingeniera facilita unos salarios un 43% superiores a los ingresos medios de las mujeres; además de una menor brecha salarial sobre la media del conjunto de la población, que según los datos del Observatorio, se sitúa en el 24%.
Para dar continuidad a la labor que iniciaron las pioneras de la ingeniería el gran reto es convencer a las niñas y adolescentes de que las materias STEM son una buena oportunidad. De acuerdo con la Unesco, se estima que para el año 2050, el 75% de los empleos demandarán habilidades en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM en sus siglas en inglés).
Por lo tanto, para satisfacer la futura demanda laboral, es esencial que las mujeres, quienes constituyen más de la mitad de la población global, participen activamente en estas áreas. La oportunidad está, ahora solo falta convencer a las mujeres.