La Declaración de la Renta es un trámite anual que los ciudadanos españoles deben cumplir para informar a la Agencia Tributaria sobre sus ingresos. Y, en su caso, pagar los impuestos correspondientes. Sin embargo, muchas personas se preguntan qué consecuencias puede acarrear no realizar este trámite.
Multas y sanciones económicas
El primer y más evidente impacto de no presentar la Declaración de la Renta es la imposición de multas y sanciones económicas por parte de la Agencia Tributaria. La cuantía de estas sanciones depende de diversos factores, incluyendo el retraso en la presentación y la cuantía de la deuda tributaria pendiente.
Si la declaración se presenta fuera de plazo, pero sin requerimiento previo de la Agencia Tributaria, la sanción puede ser una multa de entre el 5% y el 20% del importe a pagar. Depende del tiempo transcurrido desde el final del plazo hasta la fecha de presentación. Si la Agencia Tributaria requiere la presentación de la declaración y el contribuyente no cumple, la sanción mínima asciende al 50% del importe debido. Puede llegar hasta el 150% en casos graves de fraude.
Intereses de demora
Además de las sanciones económicas, el contribuyente que no presenta la Declaración de la Renta a tiempo deberá abonar intereses de demora. Estos intereses se calculan sobre el importe de la deuda tributaria y se acumulan desde el día siguiente al vencimiento del plazo hasta la fecha en que se regulariza la situación. La tasa de interés de demora se fija anualmente en la Ley de Presupuestos Generales del Estado y suele ser superior al interés legal del dinero.
El objetivo de los intereses de demora es compensar al Estado por el perjuicio financiero causado por el retraso en el pago de los impuestos. Este coste adicional puede incrementar significativamente la deuda tributaria original.
Problemas legales y administrativos
La omisión de la Declaración de la Renta puede derivar en problemas legales más serios. Sobre todo si la Agencia Tributaria considera que existe una intención deliberada de defraudar al fisco. En estos casos, la situación puede escalar hasta convertirse en un delito fiscal. La Ley General Tributaria española establece que el fraude fiscal se considera delito cuando la cuantía de la deuda tributaria defraudada supera los 120.000 euros en un solo ejercicio fiscal.
Las penas por delito fiscal incluyen multas cuantiosas y pueden conllevar penas de prisión de uno a cinco años, dependiendo de la gravedad del fraude. Además, el antecedente penal puede tener repercusiones a largo plazo, afectando la vida profesional y personal del infractor.
Pérdida de beneficios fiscales
No presentar la Declaración de la Renta puede también implicar la pérdida de ciertos beneficios fiscales. Los contribuyentes que no cumplen con sus obligaciones fiscales no pueden acceder a deducciones, devoluciones o beneficios fiscales que les corresponderían si hubieran presentado la declaración en tiempo y forma.
Por ejemplo, algunas deducciones por inversión en vivienda habitual, por donativos o por aportaciones a planes de pensiones solo pueden ser reclamadas si se presenta la declaración correspondiente. De este modo, al omitir la declaración, el contribuyente renuncia a la posibilidad de reducir su carga fiscal.