Que paguen los ricos; no, los muy ricos

El G-20 emitió un informe en el que propone un impuesto global del 2% para las grandes fortunas, con activos superiores a los 1.000 millones de dólares,

Ya sabemos que la desigualdad domina el mundo. Es un sino de la historia. Siempre hubo megaricos, ricos, pudientes, menesterosos, lumpen proletariat, pobres y pobres de solemnidad. Así llevamos miles de años y la humanidad, el Sapiens tan bien estudiado por Yuval Noah Harari, no ha encontrado la varita mágica para combatirlo.  Muchos creen que la receta viene de la mano de fomentar la actividad económica y favorecer la riqueza. Otros creen que la mejor solución es recaudar cuantos más impuestos mejor, para luego repartirlos entre los desfavorecidos.

El G-20, que preside el Brasil de Lula, acaba de emitir un informe en el que propone un impuesto global del 2% para las grandes fortunas, con activos superiores a los 1.000 millones de dólares. En España no hay muchos de estos megaricos. Según la lista Forbes, aportaríamos 37 personas.

El documento lo ha elaborado Gabriel Zucman, economista de la Escuela de París. ¿Quién es este joven y brillante economista? A sus 37 años es catedrático de Berkeley, Profesor de la London School of Economics, alumno de la Escuela de Economía de París, discípulo dilecto de Thomas Piketty, director del Observatorio Fiscal de la Unión Europea (UE), codirector de World Inequality Lab y director ejecutivo de Stone Center on Global World Dynamics, premio al mejor joven economista de Francia y medalla John Bates Clark. No le faltan galones a un economista que ha hecho de la desigualdad social y de la lucha contra los paraísos fiscales la razón de sus investigaciones y posiciones.

El documento de Zucman señala que los multimillonarios pagan el 0,3% de su riqueza en impuestos. Con el 2% se recaudarían alrededor de 200.000-250.000 millones de dólares aportados por unos 3.000 megaricos en el mundo. Países como Francia, Colombia, España y, por supuesto, Brasil ya se han pronunciado a favor. También lo han hecho figuras destacadas  de la política como Felipe González, Zapatero, Dominique de Villepin, Gordon Brown, Michel Bachelet o Yorgos Papandreu.  El país promotor dice que la iniciativa sería fantástica para “la reducción del hambre, el desarrollo sostenible y la gobernanza global”. Es una música que suena frecuencia en la radiofórmula.

No es la primera vez que estos planteamientos se lanzan a la opinión pública. El Observatorio Fiscal de la Unión Europea, también codirigido por el propio Zucman, ya publicó el informe “Evasión fiscal global 2024”. Indica que desde 1995 la riqueza de los megaricos ha crecido a un ritmo anual de un 7%, dejando a un lado la inflación. Asegura que esta capa fina de la población mundial afronta unos tipos impositivos efectivos entre 0 y el 0,5% de su patrimonio, nada para estas grandes fortunas.

Altrata es una entidad dedicada a analizar los datos objetivos. Anualmente, publica un informe sobre la riqueza mundial. En su última edición, fechada en 2023, señala que la población de los megaricos (con un patrimonio superior a los 30 millones de dólares) se sitúa en 395.000 personas, concentrándose 143.000 miembros en Norte América y 108.000 en Asia. Hong Kong, Nueva York, Londres y Los Angeles son las capitales más pobladas por este club exclusivo. Presumen que en los próximos cinco años alcanzará las 528.000 personas, con un gran crecimiento en Asia. El origen de esta población está dominado por emprendedores, que representan un 85%. La mayor presencia de mujeres se aprecia en el segmento de los herederos de grandes fortunas, con un 40%, y la menor entre grandes ejecutivos de corporaciones, con un 8%.

Esta es la primera ocasión que un club de países con el poder económico y político como aglutina el G-20 incluye en su agenda para la reunión de noviembre en Río de Janeiro la imposición de un impuesto para las grandísimas fortunas. El reporte de Zucman, que inicialmente, será la base de la reunión de Río, fija seis grandes conclusiones:

  1. La colaboración fiscal internacional es técnicamente viable
  2. Posibilidad de adoptar un mecanismo de recaudación de último recurso para coordinar un impuesto mínimo a las grandes multinacionales
  3. Impuesto mínimo del 2% para los megaricos
  4. Creación de un estándar internacional para evitar impuestos regresivos en sistemas fiscales para la pirámide de la distribución de la riqueza
  5. Reducción de incentivos que favorezcan la evitación de impuestos o inicien una carrera a la baja
  6. Evaluar el impacto económico de estas medidas

La reciente reunión de los ministros de Finanzas del G-20 ha finalizado con una declaración que indica que “con pleno respeto a la soberanía fiscal, buscaremos colaborar para garantizar que las personas con un patrimonio neto muy elevado paguen impuestos de manera efectiva”. Janet Yellen, la secretaria del Tesoro de EE. UU. ha enfriado los ánimos: “creemos que todos los países deberían asegurarse de que sus sistemas tributarios sean justos y progresivos”.

Es difícil determinar cuál sería la solución idónea para acabar con la precariedad y la desigualdad. La generación de riqueza y la creación de empleo, la libertad económica y un sistema de distribución justa han demostrado sus ventajas. Más que la imposición de nuevos impuestos, aunque sea para los megaricos, el cumplimiento de una legislación que evite la evasión fiscal, es un camino que merece la pena explorar.

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