La huelga de Renfe, anunciada como una de las movilizaciones ferroviarias más relevantes de los últimos años, ha quedado finalmente desconvocada por la mayoría de los sindicatos apenas cuatro horas antes de su inicio. La protesta, que amenazaba con paralizar buena parte de los servicios ferroviarios en España, ha sido suspendida tras alcanzarse un acuerdo entre los Comités Generales de Empresa de Renfe y Adif, el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible y la Generalitat de Cataluña. Solo la CGT ha decidido mantenerse al margen de este pacto. Sin embargo, se prevé que su impacto en los servicios sea mínimo.
La huelga de Renfe tenía previsto comenzar en la madrugada de este lunes 17 de marzo y extenderse en varias jornadas a lo largo de marzo y abril. Sin embargo, el entendimiento de última hora ha permitido evitar cancelaciones masivas y garantizar, al menos por ahora, una relativa estabilidad en el sistema ferroviario español. Este giro de guion pone fin a una amenaza que pendía sobre miles de viajeros y trabajadores del sector ferroviario.
El origen del conflicto
La huelga de Renfe se gestó como respuesta a lo que los sindicatos consideraban un incumplimiento grave de los acuerdos alcanzados en 2023. Las principales críticas iban dirigidas tanto al proceso de traspaso de competencias de Rodalies a la Generalitat como a la situación de Renfe Mercancías. Los sindicatos acusaban al Ministerio de Transportes, encabezado por Óscar Puente, de favorecer una “privatización encubierta” en el área de mercancías y de no garantizar los derechos laborales en el nuevo escenario que se dibujaba para el servicio de cercanías en Cataluña.

Tren AVE de alta velocidad en movimiento en el ferrocarril de alta velocidad Valencia – Barcelona | Shutterstock
En el caso de Renfe Mercancías, los sindicatos denunciaban la entrada de la compañía logística MSC como una amenaza directa para la empresa pública. Consideraban que el Gobierno no solo abría la puerta a operadores privados, sino que, además, no hacía lo suficiente por reforzar el servicio estatal, tanto en captación de nuevos clientes como en generación de carga de trabajo.
Estos elementos, sumados a las dudas sobre el futuro de Rodalies, motivaron la convocatoria de la huelga de Renfe, con siete jornadas previstas para los días 17, 19, 24, 26 y 28 de marzo, y 1 y 3 de abril. El impacto estimado era alto. Solo en las primeras cinco jornadas se habrían cancelado casi 1.400 trenes, afectando a la alta velocidad, la media distancia y el transporte de mercancías.
El acuerdo in extremis para evitar la huelga de Renfe
La huelga de Renfe se desactivó tras una reunión de última hora entre el Gobierno central, la Generalitat y los principales sindicatos del sector. El acuerdo alcanzado mantiene, por el momento, las cercanías catalanas dentro del Grupo Renfe. Aunque se creará una nueva empresa, denominada Rodalies Catalunya, esta tendrá una estructura mixta. Es decir, seguirá integrada en Renfe y el Estado conservará la mayoría accionarial.

El ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, en una sesión plenaria en el Senado | Europa Press
Este detalle ha sido clave para que los sindicatos decidieran dar marcha atrás en la huelga de Renfe. A diferencia de lo previsto en los acuerdos políticos, donde la titularidad se traspasaba por completo a la Generalitat, la nueva fórmula mantiene el control estatal, al menos en esta fase inicial. De este modo, se garantiza la aplicación del convenio colectivo del Grupo Renfe y se salvaguardan los derechos laborales de los trabajadores actuales.
Según el comunicado conjunto difundido por el Ministerio de Transportes y el Departament de Territori de la Generalitat, el acuerdo permite asegurar “una prestación casi normal del servicio ferroviario” a partir del lunes 17 de marzo. Esta “práctica normalidad” se ve solo ligeramente condicionada por la protesta que mantiene la CGT, cuyo seguimiento se prevé residual.