La senda de déficit se ha convertido en uno de los temas más discutidos en el ámbito económico y político de España. Con la reciente retirada del proyecto en el Congreso por falta de apoyos, la administración de Pedro Sánchez enfrenta uno de sus mayores desafíos en materia fiscal y financiera. La senda de déficit, pieza central en la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), marca los objetivos de estabilidad presupuestaria del país. Sin ella, se genera incertidumbre económica y un impacto en las finanzas públicas que afecta tanto al Gobierno central como a las administraciones locales y regionales.
¿Qué es la senda de déficit y por qué es tan importante?
La senda de déficit es una planificación económica a largo plazo diseñada para establecer los límites y objetivos de reducción del déficit público de España en un periodo determinado, normalmente de tres años. Estos objetivos no solo afectan al déficit, sino también a la deuda pública y al control del gasto, con el fin de equilibrar los ingresos y gastos del Estado.
El déficit es la diferencia entre lo que el Estado ingresa y lo que gasta. Por ello, el control de esta brecha es fundamental para mantener la sostenibilidad financiera del país y evitar niveles peligrosos de endeudamiento. La senda de déficit es, en esencia. Un compromiso que los gobiernos adquieren con la Comisión Europea para establecer metas claras en la reducción de esa brecha.
El debate sobre la senda de déficit siempre ha sido un tema polémico. A fin de cuentas, afecta directamente al margen de maniobra del Ejecutivo en cuanto a su política fiscal. Y, por ende, a su capacidad para implementar nuevos gastos o recortes. En el caso del Gobierno de Pedro Sánchez, la senda aprobada previamente ha estado prorrogada desde 2023, lo que añade más presión a su renovación.
La retirada en el Congreso: un paso atrás para Pedro Sánchez
El reciente retiro de la tramitación en el Congreso de la senda de déficit ha causado un gran revuelo en los círculos políticos. El Gobierno de Pedro Sánchez, al no contar con los apoyos necesarios para sacar adelante la propuesta, ha optado por evitar una nueva derrota parlamentaria. Esta situación deja en el aire la posibilidad de presentar los Presupuestos Generales del Estado para 2025. Sin la senda de déficit, los márgenes y objetivos que guiarían esos presupuestos quedan en un limbo.
La falta de una senda de déficit no significa que no se puedan aprobar los PGE, pero sí implica mayores complicaciones. La ausencia de una guía clara para la reducción del déficit dificulta la planificación económica del país y genera tensiones dentro de la Unión Europea, que exige a los países miembros respetar ciertos criterios fiscales.
¿Qué sucede si no se aprueba una senda de déficit?
Uno de los mayores impactos de no contar con una senda de déficit es el efecto que esto tiene sobre las administraciones locales y regionales. En la propuesta inicial del Gobierno de Sánchez, se contemplaba un margen adicional de 12.000 millones de euros para estas administraciones durante los próximos dos años. La no aprobación de la senda limita este margen y obliga a ajustar los presupuestos locales y autonómicos de manera más estricta.
Además, la incertidumbre económica que genera la falta de una estrategia clara para la reducción del déficit tiene repercusiones directas sobre la inversión y la confianza de los mercados financieros. Sin una senda de déficit, el Gobierno de Pedro Sánchez carece de un marco detallado para alcanzar los objetivos de reducción del déficit que exige la Comisión Europea, lo que podría conllevar una sanción por incumplimiento de las normas fiscales europeas.