Érase una vez un hombre que pensó a lo grande. Y dos generaciones posteriores que continuaron con su negocio y lo llevaron a lo más alto. No es un cuento, es la verdadera historia de la multinacional Puig, que el 22 de julio formará parte del club de las 35 empresas españolas que cotizan en el Ibex. Hay que remontarse a 1914 para conocer sus orígenes. Eran tiempos difíciles, comenzaba la Primera Guerra Mundial, pero Antonio Puig Castelló decidió abrir una pequeña perfumería en la calle de Santa Ana, en el barrio gótico de Barcelona. Amaba la perfumería y comenzó a desarrollar sus propias fragancias. Esa tienda era solo el principio de una sucesión de éxitos empresariales.
En 1922, hizo historia comercializando el primer pintalabios fabricado en España. Se llamaba Milady y se promocionaba en el periódico en aquel entonces como ‘El lápiz perfecto, el preferido por nuestras elegantes’. Pero Puig no se conformaba con pintar de rojo las sonrisas de la mujer española y siguió creciendo hasta que en la década de 1940 nació una de las fragancias que se convertiría en buque insignia de la marca: Agua Lavanda Puig.
De aquella primera barra de labios, esa tiendecita en Barcelona, al salto a la Bolsa de Madrid en pleno siglo XXI. El próximo 22 de julio formará parte del club de los 35, sale Meliá Hoteles del selectivo y entra Puig tal y como ha decidido el comité que compone el principal índice de la Bolsa española. Para la compañía catalana ha sido llegar y besar el santo porque hace solo dos meses que cotiza en bolsa, desde el 3 de mayo, y ya ha saltado a lo más alto del parqué. Se convirtió entonces en la mayor salida a bolsa del mundo este 2024 con una capitalización de 13.900 millones de euros y en solo sesenta días ha desbancado a Meliá, que abandona el Ibex tras su entrada en el año 2016.
Han pasado exactamente 110 años desde esa primera apertura de la boutique Puig en la ciudad condal. Solo han necesitado un siglo para internacionalizarse, para comprar grandes marcas, expandirse y salir al mercado bursátil pero también para conservar la esencia familiar puesto que los Puig mantienen el 68% del capital de la empresa. Y todos los grandes pasos que ha dado la empresa ha sido con un Puig a los mandos. Primero con el fundador, pero después con sus hijos. La segunda generación se incorporó a la empresa y con ellos Puig dio el salto al extranjero. Los hijos Antonio y Mariano se hicieron cargo de la perfumería, José María de la diversificación y Enrique de las relaciones institucionales. Llegó el momento de la internacionalización. En 1959 crearon una sucursal en Estados Unidos y en 1968 una filial en París. En ese periodo de expansión comprarían Paco Rabanne y Carolina Herrera, unas adquisiciones con las que el grupo consolidó su posición en el mundo de la moda y la perfumería.
Pero todavía quedaba espacio para que una tercera generación continuara con el legado. Marc Puig, presidente ejecutivo, anunció su salida a bolsa con un precio inicial de 24,50 euros la acción. “El éxito de la salida a bolsa de Puig marca el comienzo de un nuevo y emocionante capítulo en la larga y orgullosa historia de nuestra empresa. Respaldados por la confianza de los inversores en nuestra estrategia, continuaremos construyendo nuestro portfolio de marcas propias focalizándonos en ampliar nuestro liderazgo en productos de prestigio y fragancias de nicho, mientras invertimos en nuestros mercados principales y apoyamos nuestra expansión en geografías de alto potencial”, explicó Marc Puig.
En estos dos meses, las acciones de Puig se han revalorizado casi el 4% y le ha permitido ocupar un sillón del Ibex en tiempo récord. Desde 2022 que no entraba una empresa nueva dentro del selecto club de los 35, desde que Unicaja se estrenara en el año 2022.
Pero pese a la salida a Bolsa la familia tiene mucho peso todavía en la empresa. Manuel Puig, vicepresidente, es el principal accionista y se encuentra en el puesto 32 de los españoles más ricos en la lista Forbes. Pero a los mandos también se encuentra Marc Puig, presidente y CEO actual y otro de los accionistas mayoritarios. Su historia recuerda a las de las importantes sagas de las compañías de lujo más importantes del mundo, como L’Oreal, Hermès o LVMH (Louis Vuitton Moët Hennessy). Esta última empresa está capitaneada por el hombre más rico del mundo, el francés Bernad Arnault, presidente y director ejecutivo de la firma LVMH.
En el caso de Puig, ha desarrollado una carrera de fondo ya centenaria que ha resultado ser muy exitosa. Toda una hazaña para una empresa familiar puesto que no es habitual que tres generaciones seguidas consigan no solo evitar el cierre del negocio sino que además lo han hecho prosperar. Ahora la incógnita es observar qué sucede con la cuarta generación Puig.