El mercado de la energía vive momentos de volatilidad. Y, aunque el precio del petróleo ha caído considerablemente en las últimas semanas, los consumidores no ven esta baja reflejada en el precio de la gasolina en las estaciones de servicio. Esta desconexión entre la caída del precio del crudo y el coste de la gasolina es un fenómeno complejo, influido por una serie de factores económicos, logísticos y fiscales.
La cadena de producción: del crudo a la gasolina
El petróleo es la materia prima de la gasolina, pero el precio de esta última no depende únicamente de las fluctuaciones del crudo. Desde la extracción hasta su venta en las estaciones de servicio, el petróleo pasa por un proceso de refinado y distribución que introduce costes adicionales.
Primero, el crudo debe refinarse en instalaciones especializadas que transforman el petróleo en gasolina y otros productos derivados. Las refinerías compran el petróleo y lo procesan. Sin embargo, este proceso tiene costes fijos significativos que no dependen del precio del crudo. Además, las refinerías suelen firmar contratos de suministro a mediano o largo plazo para protegerse de la volatilidad del precio del petróleo. Eso significa que las caídas en el precio del crudo no afectan sus operaciones de manera inmediata.
Una vez refinada, la gasolina se transporta y distribuye, añadiendo nuevos costes de logística que incluyen almacenamiento, transporte en camiones y costos de operación de las estaciones de servicio. Todos estos factores afectan el precio final de la gasolina y explican, en parte, por qué las bajadas en el precio del crudo no se reflejan de inmediato en los surtidores.
Impuestos: una gran parte del precio de la gasolina frente al precio del petróleo
En España, como en muchos países, los impuestos representan una parte importante del precio de la gasolina. El Estado aplica diversos impuestos, como el Impuesto Especial de Hidrocarburos y el IVA, que no dependen de las variaciones del precio del crudo. De hecho, en algunos casos los impuestos representan hasta el 50% del precio de venta final de la gasolina. Esto implica que, aunque el precio del crudo baje, los impuestos fijos siguen siendo los mismos. Por lo tanto, se limita el impacto de estas caídas en el precio que paga el consumidor.
Esta política de impuestos altos sobre la gasolina busca recaudar fondos para el Estado, pero también fomentar un consumo responsable y, en muchos casos, impulsar la transición hacia fuentes de energía menos contaminantes. Sin embargo, durante los periodos de fluctuación del crudo, estos impuestos fijos limitan la capacidad de los consumidores para beneficiarse de las caídas en el mercado.
El “efecto cohete y pluma”: una respuesta asimétrica del mercado
Un fenómeno que ilustra el comportamiento del precio de la gasolina frente al precio del petróleo en relación con el crudo es el llamado “efecto cohete y pluma”. Este concepto describe cómo los precios de los combustibles tienden a subir rápidamente cuando el precio del petróleo aumenta (como un cohete), pero caen lentamente cuando el crudo baja (como una pluma). Este comportamiento se debe a la estructura del mercado y a las estrategias de las empresas para maximizar sus márgenes de beneficio en un contexto de alta competencia.
Las empresas que operan en el mercado de los combustibles suelen ajustar los precios en función de sus costes y márgenes operativos. En un entorno de subida de precios del crudo, estas empresas pueden trasladar el aumento al consumidor de manera casi inmediata, justificando el incremento en los costes de materia prima. Sin embargo, cuando el crudo baja, las compañías suelen ser más reticentes a reducir los precios. ¿El propósito? Mantener sus beneficios y recuperarse de las pérdidas durante los periodos de precios altos.
Competencia y oligopolio en el mercado de combustibles
Otro aspecto importante que afecta la falta de respuesta en el precio de la gasolina frente al precio del petróleo es la estructura del mercado. En muchos países, el mercado de combustibles está controlado por unas pocas grandes empresas que dominan la cadena de suministro. Este oligopolio reduce la competencia y permite a las empresas fijar precios de forma que maximicen sus beneficios, sin una presión significativa para trasladar las reducciones de precios a los consumidores.
A pesar de las medidas de regulación y control de competencia, la falta de competencia real en el mercado de combustibles limita la capacidad de los consumidores para beneficiarse de las fluctuaciones en el precio del petróleo. Los márgenes de beneficio en la distribución y venta de gasolina son importantes. Y las grandes empresas suelen aprovechar la falta de presión competitiva para sostener precios elevados incluso cuando el crudo baja.
La influencia de la demanda estacional en el precio del petróleo y en el precio de la gasolina
El precio de la gasolina también está influido por factores de demanda estacional. En épocas de alta demanda, como el verano, cuando muchas personas utilizan sus vehículos para desplazarse en vacaciones, las empresas pueden mantener los precios elevados debido al incremento en el consumo. De igual forma, el consumo de gasolina suele aumentar en periodos de baja en el precio del crudo. A fin de cuentas, los consumidores perciben que los precios son más asequibles y tienden a utilizar más sus vehículos. Eso compensa parcialmente la reducción del crudo.