“La conciliación en España no existe”, afirma con conocimiento de causa Laura Baena, fundadora de Malasmadres, quien lleva más de una década luchando y reivindicando un plan nacional de conciliación. “La conciliación es una cuestión de Estado que trasciende los colores políticos. Necesitamos un plan respaldado por un presupuesto sólido, que permita implementar verdaderas políticas públicas que funcionen. Un plan que cuente con el apoyo de todas las fuerzas políticas, los sindicatos, la patronal y las comunidades autónomas”, subraya.
Baena es la voz de la conciliación en nuestro país. Fue la primera en alzar la voz y denunciar que lo que hacemos las mujeres no es conciliar, es sobrevivir. “Sobrevivimos a base de recursos propios y sacrificios, renunciando no solo al trabajo o al ascenso, sino también al tiempo personal, al autocuidado, a nuestra vida más allá de la maternidad… Las mujeres asumimos un rol que no cambia; el de cuidadora. Muy pocas cuentan con una corresponsabilidad real en el hogar”, explica.
P. Hasta que nos separamos…
R. Cientos de mujeres me dicen que solo han logrado conciliar por imperativo legal, gracias a la custodia compartida.
P. ¿“Conciliamos” menos que los hombres?
R. Por supuesto. Este no es solo un tema legislativo; es un problema que abarca leyes, educación y empresa, pero también requiere un cambio en el modelo social de maternidad. Luchamos por un enfoque que nos permita ser libres y cuestionar las creencias tradicionales sobre la maternidad y la familia. Estas creencias nos atrapan en una prisión psicológica, haciéndonos sentir que no merecemos cuidar de nosotras mismas, que no podemos aspirar a cargos directivos o desarrollar nuestras carreras profesionales sin sentir culpa. La verdadera ironía de ser una “malamadre” es sentirte culpable por no sentir culpa. Esto nos lleva a caer de nuevo en esa sensación de insuficiencia que promueve el ideal de la madre perfecta, esa figura de “superwoman” que supuestamente lo puede todo.
P. ¿Qué le parece la Ley de Conciliación de Feijóo?
R. Me preocupa el enfoque que se ha dado al eliminar la simultaneidad de las seis primeras semanas de cuidado del bebé. No se puede decir que las familias deben organizarse como quieran, ni que no debemos intervenir en cómo lo hacen. Ese enfoque parte de una premisa equivocada: asumir que la corresponsabilidad es una realidad en España, cuando está muy lejos de serlo. La mayor parte de los cuidados sigue recayendo en las mujeres. El peligro de esta medida es que perpetúa el rol del padre como “ayudante” o cuidador secundario, lo que supone un retroceso. Es fundamental fortalecer el papel del padre como corresponsable principal en los cuidados, incluso en soledad. Además, parece que el PP busca eliminar esa obligatoriedad para otorgar una falsa libertad, convirtiendo la conciliación en un asunto privado e individual. Y debe ser un asunto social y público. La corresponsabilidad es una cuestión pública, política y social.
P. ¿Estas medidas no serán un avance en conciliación?
R. No, no lo serán si no van acompañadas de un cambio en el modelo laboral. Si te fijas, estas medidas suelen enfocarse en la ausencia de la mujer en el cuidado para que pueda seguir trabajando y competir en igualdad con el hombre en el ámbito laboral. Pero lo que necesitamos es que los hombres asuman la corresponsabilidad en el hogar. Si no hay conciliación, no puede haber igualdad, y sin corresponsabilidad, no hay ni conciliación ni igualdad posible. Es necesario cambiar la perspectiva. Debemos legislar la flexibilidad horaria, de forma que las mujeres no se vean atrapadas en reducciones de jornada que las empobrecen. Tiene que haber un reconocimiento social y económico de la maternidad para frenar las renuncias de las madres. Esas deberían ser las prioridades de una ley de conciliación.
P. La Ley de Familias sigue en el cajón. ¿Sienten decepción con el actual Gobierno?
R. Las familias esperábamos más de este Gobierno, esperábamos que la ley no se quedara en un cajón por un bloqueo interno del propio Gobierno.
P. Otro melón. ¿La jornada partida en los institutos favorece la conciliación?
R. No podemos permitir que digan que eso es conciliación. Es una incoherencia y un debate social que me afecta. Es como la élite legislando para la educación pública.
P. ¿Es posible ser optimista a corto plazo?
R. No. Aunque hemos logrado que la conciliación esté en el debate público y político, a menudo se utiliza como arma electoral y promesa incumplida. Crear una ley de conciliación de máximos es una utopía, ya que no se pueden aprobar tantas medidas ni incluirlas en los presupuestos. Es crucial que los políticos reconozcan que esto es una emergencia social y un asunto de Estado. Deben abrir un diálogo con las organizaciones que trabajamos en este ámbito para priorizar las medidas que realmente impacten a las familias.
P. Por cierto, ¿qué le parece que Amazon haya puesto fin al teletrabajo?
R. El teletrabajo ha fracasado en gran parte porque no se ha implementado con una perspectiva de género, flexibilidad laboral o un modelo híbrido, y los directivos no entienden que las decisiones no pueden tomarse a espaldas de quienes teletrabajan. Esto ha llevado a que el teletrabajo se feminizara, convirtiéndose en la única opción de conciliación para muchas mujeres. Además, los intereses económicos que perpetúan el liderazgo masculino en puestos de responsabilidad, mientras las mujeres asumen el rol de cuidadoras. Muchas mujeres retrasan la maternidad, a veces hasta cinco años, o renuncian a ser madres, conscientes de que esto podría frenar su carrera profesional. No estamos abordando la raíz del problema; las soluciones superficiales, como una ley de conciliación que solo implemente parches, no son efectivas.