Hasta el año 1975, las mujeres españolas no podían abrir una cuenta bancaria a su nombre. Estaba prohibido ser la única titular sin el permiso y autorización de su marido, padre o tutor. La falta de autonomía financiera las limitaba para gestionar su dinero (si lo tenían) fuera de casa mientras que la economía familiar, de puertas adentro, sí dependía de su diligencia.
Han transcurrido apenas cincuenta años desde entonces, pero se han dado pasos de gigante en muy poco tiempo. Ahora las mujeres manejan su propio dinero, son independientes económicamente pese a que persiste una brecha de género sobre conocimientos financieros.
En una encuesta realizada por el Banco de España junto con la CNMV entre adultos de entre 18 y 79 años, los hombres contestaban correctamente en mayor proporción a conceptos como inflación o diversificación del riesgo, con un 23% de respuestas correctas frente a un 12% de las mujeres. Son 11 puntos porcentuales de diferencia entre ambos. Pero vez son más las mujeres que eligen invertir parte de sus ahorros: ya sea en Bolsa, en productos de alto riesgo como las criptomonedas o en fondos de inversión.
Lo primero que aconsejan los expertos es no meter todos los huevos en la misma cesta, es decir, diversificar. Por ejemplo, que el 80% del dinero invertido sea de bajo riesgo, en renta fija, y el 20% restante, en renta variable y de mayor riesgo.
Según Antonio Castelo, analista de iBroker, hay ciertas diferencias entre hombres y mujeres a la hora de invertir. La mujer es más reflexiva, más analítica y conservadora. Los hombres apuestan más por el riesgo. No todos los expertos en el sector comparten esta visión.
“Las mujeres se han ido incorporando en los últimos 40 años al mundo de las finanzas igual que se han sumado a otras profesiones como la abogacía o la ingeniería. Ellas son cada vez más independientes y tienen más capacidad de decisión propia. Mi experiencia es que las mujeres en los departamentos de análisis financiero son muy brillantes, en el asesoramiento de inversiones y gestión de patrimonio, con una capacidad analítica y de reflexión muy superior al de sus compañeros. Ellos puedes ser más agresivos en sus inversiones como apostar por las criptodivisas porque ellas analizan más las consecuencias de la inversión y los hombres menos”, asegura Castelo.
Perfil
Según los últimos datos de la CNMV, del total de clientes minoristas (no institucionales) que invirtieron en el Ibex 35 en 2023, el 20% son mujeres. La media de edad está por encima de la de los hombres, 54 años de media tiene la mujer que invierte en Bolsa frente a los 51,8 años de los hombres.
“No hay datos al respecto, pero que la edad sea superior de media puede estar relacionado con la brecha salarial, y de cómo la mujer alcanza un cierto nivel adquisitivo óptimo para la inversión más tarde que un hombre”, razona Sofía Antón, experta en el sector financiero y directora de Auriga Bonos.
Para Antón, que seas un inversor más o menos agresivo o conservador no depende del género sino de su capacidad de ahorro, del dinero que dispone para invertir. “Es cierto que tradicionalmente en los hogares los ahorros los gestionaba el hombre, pero las cosas están cambiando y ese porcentaje del 20% es un buen dato. El carácter conservador de un inversor depende más bien de su edad. Cuanto más joven, más buscan productos de riesgo, con una mayor volatilidad. A más edad, productos más sosegados como letras del tesoro o bonos”, explica.
Sofía estudió Económicas y desde el principio ha trabajado en el sector financiero. “Siempre ha habido mujeres en este ámbito desde que estoy en el mercado laboral pero no en todos los puestos. Este sector era en sus orígenes muy masculino. Hasta que no ha habido un cambio generacional los puestos de dirección estaban ocupados por hombres, en las sociedades de valores, pero en la actualidad es habitual encontrarse directoras financieras, de cuentas de clientes. En los últimos veinte años, las mujeres han empezado a conquistar esos puestos de dirección”, añade.
Nadie se sorprende cuando, al otro lado del teléfono, la profesional que va a dirigir sus inversiones tiene voz de mujer. “Lo que le importa al inversor es un interlocutor que le transmita confianza y eficiencia. El género no le importa”, concluye.