La crisis de Muface, el modelo sanitario para funcionarios civiles, atraviesa uno de los momentos más delicados de su historia. La sostenibilidad y rentabilidad del sistema se encuentran en el centro de un debate que, inevitablemente, está marcado por el envejecimiento de la población mutualista. En apenas nueve años, la edad media de los usuarios de Muface ha aumentado de 54,2 a 57,8 años. Eso agrava la presión sobre el modelo y plantea serias dudas sobre su viabilidad a largo plazo.
El progresivo envejecimiento de los mutualistas es un factor crítico que afecta directamente a la sostenibilidad de Muface. Con una población mayoritariamente por encima de los 50 años, las aseguradoras privadas enfrentan mayores costes asociados a tratamientos prolongados y enfermedades crónicas. Este panorama se suma al hecho de que SegurCaixa Adeslas y DKV, dos de las principales compañías que colaboran con el sistema, han decidido no renovar sus conciertos.
La presidenta de Fedeca, Ana Ercoreca, ha señalado que los mutualistas de mayor edad son los más vulnerables ante un posible cambio de modelo. “Un cambio brusco podría poner en riesgo su salud”, advierte en La Información. Los seguros privados suelen establecer períodos de carencia, lo que dificulta que los pacientes crónicos o en tratamiento accedan a las coberturas necesarias. Este escenario obliga a muchos funcionarios a plantearse si optar por el sistema público de salud o buscar una alternativa en el mercado privado.
La incertidumbre sobre el futuro de Muface
La ampliación del plazo para la licitación hasta el 27 de enero, anunciada por la dirección general de Muface, refleja la complejidad del momento. Hasta ahora, solo Asisa, de las tres aseguradoras principales, no ha anunciado si aceptará las condiciones del nuevo concierto. Mientras tanto, la propuesta del Ministerio de Función Pública, que incluye un incremento del 33,5% en las primas hasta alcanzar los 1.262 euros por persona, intenta atraer a las aseguradoras para evitar un colapso del sistema.
El Ministerio de Sanidad, por su parte, ha señalado que el sistema público puede absorber a los mutualistas que decidan pasarse a esta opción, aunque esto no convence a los sindicatos. Miguel Borra, presidente de CSIF, ha calificado la situación como “inadmisible” y ha pedido al Gobierno que garantice la continuidad de Muface mediante una oferta económica sólida. Los funcionarios, especialmente aquellos con enfermedades de larga duración, se encuentran en una situación de profunda preocupación.
El rechazo de las aseguradoras privadas a renovar sus conciertos con Muface responde a motivos económicos. Durante los últimos tres años, el sistema ha generado pérdidas significativas para las compañías, un problema que el incremento propuesto en las primas intenta paliar. Sin embargo, el desequilibrio financiero no solo afecta a las aseguradoras, sino también a los mutualistas, que temen un incremento en sus aportaciones o una disminución en la calidad de los servicios.
Además, el envejecimiento de la población mutualista plantea un desafío estructural. A medida que aumenta la demanda de servicios médicos especializados, el modelo enfrenta dificultades para ofrecer una atención adecuada sin incurrir en mayores costes. Este problema no solo afecta a los mutualistas mayores, sino también a los más jóvenes. A fin de cuentas, podrían enfrentarse a primas más altas o limitaciones en las coberturas.
¿Un cambio de modelo inevitable?
La posibilidad de un trasvase masivo al sistema público de salud plantea interrogantes sobre la capacidad del sistema sanitario español para absorber a cientos de miles de nuevos usuarios. Aunque desde el Ministerio de Sanidad aseguran que esto no provocará un “colapso”, los sindicatos y asociaciones de funcionarios mantienen una postura escéptica. Temen que la falta de planificación agrave aún más los problemas de accesibilidad y calidad en la atención sanitaria.
Por otro lado, el mercado privado de seguros tampoco parece ser una opción viable para muchos mutualistas. Los períodos de carencia, junto con las restricciones en las coberturas para mayores de 50 años, dificultan que este colectivo encuentre alternativas accesibles. Ana Ercoreca ha destacado que esta situación convierte a los mutualistas mayores en uno de los colectivos más vulnerables.