“Llevar un tren es como llevar una nave espacial”

Los fallos en la red ferroviaria ponen el foco en una profesión tradicionalmente de hombres. Ellas alzan la voz: "Los asientos tienen medidas para ellos"

Diana Ramos Santamaría es maquinista en Renfe y mide 1,58 centímetros. Su altura no sería relevante si no fuera porque el tren de cercanías que maneja está preparado para que sea un hombre, de mayores dimensiones, el que conduzca. “El asiento lo puedes echar para adelante, atrás, llevarlo un poco más arriba o abajo, pero si eres baja, como yo, o pones el asiento alto para ver la vía, y entonces te quedas con los pies volando, o bajo para tocar los pedales, pero sin apenas visión. Estaría bien podernos poner el asiento como en un coche. Tengo compañeras que llevan cojines o llevan plataformas en los pies para apañarse mejor”.

Una profesión históricamente masculina en la que se desenvuelve perfectamente, si no fuera por esos pequeños detalles del pasado. Aunque no ha sido una profesión vocacional. Diana estudió biología, pero trabajaba como camarera en Bilbao hasta que su pareja, maquinista, le dijo que podría prepararse unas oposiciones. “Primero tienes que hacer un curso que cuesta 21.000 euros, es bastante, pero después lo amortizas. Trabajaba en la hostelería, pero no estaba contenta. Cuando finalmente entré en Renfe en 2019, había dos maquinistas veteranas. Ahora somos unas 10 mujeres de un total de 100 maquinistas de cercanías en Bilbao”.

Siempre se ha sentido arropada por el resto de compañeros, ninguna mala palabra o comentario machista, aunque sí con los trabajadores que controlan las señales. “Por parte de los compañeros no he tenido ninguna queja. Se alegraban de tener gente nueva y no les importaba que fuera hombre o mujer, pero aquí muchas veces tienes que hablar con la gente que controla las señales, y en ese ámbito sí se nota que hay pocas mujeres y he recibido algún comentario machista, gente mayor que se va a jubilar y están más acostrumbrados a ver hombres”.

Por parte de los pasajeros, alguna compañera ha escuchado cómo preferían esperar a otro tren por el mero hecho de ser mujer. “Si te ven chica y eres bajita, igual prefieren coger otro tren. Se piensan que frenas y aceleras con los pies y que no vamos a llegar a los frenos. Pero también hay compañeros que nos dicen que las mujeres llevamos el tren con más cuidado y que ellos son más temerarios”.

Para los que no lo sepan, un tren no tiene los pedales de un coche. Solo uno que hay que apretar por seguridad, si lo dejas de apretar porque, por ejemplo, pierdes el conocimiento, entonces el convoy se para. “Yo estoy muy contenta, me encanta mi trabajo. Es lo único que se lleva con el pie. El resto se controla con la mano, traccionar y frenar, hay un montón de botones para reconocer señales que tienes que cumplir, velocidades, y otros botones para abrir y cerrar las puertas, llevar un tren es como estar en una nave espacial”.

Todos los maquinistas llevan a rajatabla una serie de protocolos de seguridad. Para evitar que los pasajeros puedan correr algún peligro, como sucedió en el descarrilamiento del tren de Atocha de hace unos días. “Lo primero es la seguridad, la tuya y de los viajeros, contamos con un montón de cosas para evitar chocarte con algo, como un freno de emergencia para que se pare en seco.

Si tienes que sacar viajeros del tren, tienes que pedir permiso para solicitar esa salida, y se llevan una serie de protocolos para evitar accidentes en la vía. He tenido alguna avería en el tren, como quedarte sin aire para frenar y no puedes seguir la marcha, y entonces los pasajeros tienen que salir y continuar en otro tren”.

Conduce una máquina a 90 kilómetros por hora repleta de personas y no le tiembla el pulso. “Ahora ha cambiado la visión que tenemos las mujeres de nosotras mismas, ya no nos ponemos esos límites sobre qué trabajos podemos o no hacer, si hay una niña que quiere ser maquinista debe serlo”. Pero hay cosas que deben cambiar, como los asientos, “que claramente están hechos para hombres, con medidas de hombres. Deberían plantearse cambiarlo ya”.

En Renfe el número de trabajadoras ha aumentado un 65% en los últimos cinco años según los últimos datos correspondientes al año 2023. Han pasado de 1.965 a 3.367 mujeres, con una presencia femenina en la plantilla de la compañía que alcanza el 21,2%. Queda mucho por hacer para alcanzar la igualdad, pero ejemplos como el de Diana, sirven para que otras mujeres sigan el mismo camino.

TAGS DE ESTA NOTICIA